miércoles, 30 de noviembre de 2011

Resumen Primer tomo, sección cuarta, Capitulo 13(Parte II)

2.  Transferencia de valor de la maquinaria al producto

Como hemos visto, las fuerzas productivas que brotan de la cooperación y de la división del trabajo no le cuestan nada al capital. Son fuerzas naturales del trabajo social. Tampoco cuestan nada las fuerzas naturales de que se apropia para los procesos productivos: el vapor, el agua, etc. Pero, así como necesita un pulmón para respirar, el hombre, para poder consumir productivamente las fuerzas de la naturaleza, necesita también algún artefacto “hecho por su mano”. Para utilizar la fuerza motriz del agua se necesita una rueda hidráulica, para emplear la elasticidad del vapor una máquina de vapor, etc.

Y lo mismo que con las fuerzas naturales, acontece con la ciencia.

Una vez descubierta, la ley sobre las desviaciones de la aguja magnética dentro del radio de acción de una corriente eléctrica o la de la producción del fenómeno del magnetismo en el hierro circundado de una corriente de electricidad, no cuesta un céntimo.

Pero, para explotar estas leyes al servicio de la telegrafía, etc., hace falta un aparato complicado y costosísimo.

La máquina no desplaza, como veíamos, a la herramienta. Ésta, creciendo y multiplicándose, se convierte de instrumento diminuto del organismo humano en instrumento de un mecanismo creado por el hombre. En vez de hacer trabajar al obrero con su herramienta, el capital le hace trabajar ahora con una máquina que maneja ella misma su instrumental.

Por tanto, a primera vista es evidente que la gran industria, incorporando al proceso de producción las enormes fuerzas de la naturaleza y las ciencias naturales, tiene que reforzar extraordinariamente la productividad del trabajo; lo que ya no es tan evidente...es que esta  fuerza productiva reforzada se logre a costa de una intensificación redoblada de trabajo por la otra parte.

La maquinaria, como todo lo que forma parte del capital constante, no crea valor; se limita a transferir el valor que ella encierra al producto que contribuye a fabricar. (pag.316)
Conviene, en primer término, advertir que la maquinaria es absorbida siempre íntegramente por el proceso de trabajo y sólo de un modo parcial por el proceso de valorización. No añade nunca más valor que el que pierde por término medio mediante el desgaste. Pero, en la maquinaria, esta diferencia entre el uso y el desgaste es mucho  mayor que en la herramienta, ya que aquélla, por estar hecha de materiales sólidos, es de más larga duración; su empleo, presidido por leyes rigurosamente científicas, permite una mayor economía en el desgaste de sus elementos y medios de consumo; y, finalmente, su campo de producción es incomparablemente mayor que el de la herramienta.

Si deducimos de ambas, maquinaria y herramienta, su gasto diario medio, o sea, la parte de valor que añaden al producto por el desgaste medio diario y el consumo de materias auxiliares: aceite, carbón, etc., vemos que ambas actúan gratis, como si se tratase de simples fuerzas naturales sin mezcla de trabajo humano. Por tanto, cuanto mayor sea el radio productivo de acción de la maquinaria, comparado con el de la herramienta, mayor será también su margen de funcionamiento gratuito.

Al llegar a la gran industria, el hombre aprende a hacer funcionar gratis en gran escala, como una fuerza natural, el producto de su trabajo pretérito, ya materializado. (pag.317)

Al estudiar la cooperación y la manufactura, veíamos que ciertas condiciones generales de producción, como los edificios, etc, se economizaban por el empleo en común, comparadas con  las  condiciones fragmentarias de producción del obrero aislado, y que,
por tanto, encarecían menos al producto. En la maquinaria, no es sólo el cuerpo de una máquina de trabajo el que se usa  y consume  por  muchas  herramientas, sino la misma máquina motriz, con una parte del mecanismo de transmisión, la que se pone al servicio de muchas máquinas de trabajo conjuntamente. (pag.318)

Dada la proporción de valor transferido por la maquinaria al producto, la magnitud de esta parte depende de su propia magnitud de valor. Cuanto menos trabajo encierre, menos valor transferirá al producto. Y cuanto menos valor transfiera, más productiva será la máquina y, por tanto, más se acercará su rendimiento al de las fuerzas naturales. La producción de maquinaria mediante maquinaria reduce, en efecto, su valor, en proporción a su volumen y eficacia. (pag.319)

Si la producción de una máquina costase tanto trabajo como el que su empleo ahorra, es evidente que con ello no se haría más que operar un simple desplazamiento de trabajo, es decir, que la suma global del trabajo necesario para la producción de una mercancía no disminuiría, ni aumentaría tampoco la fuerza productiva del trabajo. Sin  embargo, la diferencia entre el trabajo que la máquina cuesta y el trabajo que ahorra, o el grado de su productividad, no depende, evidentemente, de la diferencia entre su propio valor y el valor de la herramienta que suple. La diferencia subsiste mientras el costo de trabajo de las máquinas, y, por tanto, la parte de valor incorporada por ellas al producto, sean inferiores al valor que el obrero añadiría al objeto trabajado manejando su herramienta.

Por consiguiente, la productividad de las máquinas se mide por el grado en que suplen la fuerza humana de trabajo. Allí donde el viejo método del ...estampado de percal a mano se sustituye por el estampado a máquina, una sola máquina, asistida por un hombre o un chico, estampa en una hora, a cuatro colores, la misma cantidad de tela que antes 200 hombres en el mismo espacio de tiempo. (pag.320)

Por tanto, suponiendo que una máquina cueste tanto como los salarios anuales de los 150 obreros desplazados por ella, digamos 3.000 libras esterlinas, estas 3.000 libras esterlinas no son, ni mucho menos, la expresión en dinero del trabajo desplegado e incorporado por los 150 obreros al objeto sobre que este trabajo versa, sino solamente de una parte de su trabajo anual, o sea, aquella que se representa para ellos mismos en los jornales. En cambio, el valor en dinero de la máquina, las 3.000 libras esterlinas, expresa todo el trabajo invertido durante su producción, cualquiera que sea la proporción en que este trabajo cree salario para los obreros y plusvalía para el capitalista. Por tanto, si la máquina cuesta lo mismo que la fuerza de trabajo que viene a suplir, el trabajo materializado en ella será siempre mucho más pequeño que el trabajo vivo que suple.

Considerada exclusivamente como medio de abaratamiento  del pro-(pag.321)ducto, el límite de aplicación de la maquinaria reside allí donde su propia producción cuesta menos trabajo que el trabajo que su empleo viene a suplir. Sin embargo, para el capital, este límite es más estricto. Como el capital no paga el trabajo invertido, sino el valor de la fuerza de trabajo aplicada, para él el empleo de la maquinaria tiene su límite en la diferencia entre el valor  de  la  máquina  y  el valor de la fuerza de trabajo suplida por ella.... diferencia....que  determina el  costo de producción de  la mercancía  para  el propio capitalista y la que actúa sobre él, mediante las leyes coactivas de la concurrencia. (pag.322)

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