jueves, 27 de octubre de 2011

Resumen Primer tomo, sección tercera, Capitulo 7 ( I parte )

CAPÍTULO VII

LA CUOTA DE PLUSVALÍA

  1. Grado de explotación de la fuerza de trabajo
La plusvalía que el capital desembolsado C arroja en el proceso de producción, o sea, la valorización del valor del capital desembolsado C, se presenta a primera vista como el remanente del valor del producto sobre la suma del valor de sus elementos de producción.
El capital C se descompone en dos partes: una suma de dinero, c, invertida en medios de producción, y otra suma de dinero,  v, invertida en fuerza de trabajo;  c representa la parte de valor convertida en capital constante, v, la que se convierte en capital variable.
Al comenzar el proceso, C es, por tanto = c + v, por ejemplo, el capital de 500 libras esterlinas desembolsado = 410 libras esterlinas ( c ) + 90 libras esterlinas ( v ).
Al terminar el proceso de producción, brota una mercancía cuyo valor es = ( c + v ) + p, representando p la plusvalía: así, por ejemplo, 410 libras esterlinas ( c ) + 90 libras esterlinas ( v )  +  90 libras esterlinas ( p ).
El capital primitivo C se ha convertido en , de 500 libras esterlinas en 590. La diferencia entre ambas cantidades es = p, representa una plusvalía de 90.
Como el valor de los elementos de producción es igual al valor del capital desembolsado, resulta en realidad una redundancia decir que el remanente del producto sobre el valor del sus elementos de producción equivale a la valorización del capital desembolsado, o sea, a la plusvalía obtenida
Sin embargo, esta redundancia merece ser analizada un poco detenidamente.
Lo que se compara con el valor del producto es el valor de los elementos de producción absorbidos para crearlo. Ahora bien; hemos visto que  la parte del capital constante empleado que se invierte en medios de trabajo no transfiere al producto más que un fragmento de su valor, mientras que el resto persiste bajo la forma en que existía con anterioridad. Como esta parte no desempeña ningún papel en el proceso de creación de valor, prescindimos de ella. Nuestros cálculos no variarán en lo más mínimo por tomarla en consideración. Supongamos que c = 410 libras esterlinas representa materias primas por valor de 312 libras esterlinas, materias auxiliares por valor de 44 libras esterlinas y 54 libras esterlinas por la maquinaria que se desgasta en el proceso, asignando a la maquinaria empleada un valor de 1054 libras esterlinas. Como valor desembolsado para crear el producto, sólo incluimos en nuestros cálculos las 54 libras esterlinas que la maquinaria pierde por su funcionamiento y que transfiere, por tanto, al producto. (pag.160)
Por consiguiente...entendemos siempre por capital constante desembolsado para la producción del valor, solamente el de los medios de producción absorbidos para producirlo.
Sabemos ya, en efecto, que la plusvalía no es más que el resultado de los cambios de valor que se operan en v,  es decir, en la parte  del capital invertida en fuerza de trabajo; que, por tanto, v + p = v + Δ v  ( v más incremento de v ). Lo que ocurre es que los cambios reales de valor y la proporción en que el valor cambia aparecen oscurecidos por el hecho de que, al crecer la parte variable, crece también el capital total desembolsado. De 500 se convierte en 590. Para analizar el proceso en toda su pureza hay que prescindir, pues de aquella parte del valor del producto en que el valor del capital constante se limita a reaparece, ci-(pag.161)frando por consiguiente en 0 el capital constante y aplicando así una ley matemática, que consiste en operar con magnitudes variables y constantes, de tal modo que éstas sólo se relacionan con aquellas por medio de una suma o de una sustracción.
Cierto es que no sólo tiene una gran importancia económica la relación entre la plusvalía y la parte de capital de que brota directamente y cuyos cambios de valor expresa, sino también su relación con el capital total desembolsado. Por eso estudiamos detenidamente esta relación en el libro tercero de nuestra obra. Para valorizar una parte del capital invirtiéndola en fuerza de trabajo, no hay más remedio que invertir otra parte en medios de producción. Para que el capital variable funcione, tiene necesariamente que desembolsarse capital constante en las proporciones adecuadas, según el carácter técnico concreto del proceso de trabajo.
Sin embargo, el hecho de que para operar un proceso químico hagan falta retortas y otros recipientes, no quiere decir que no podamos prescindir de estos recipientes en el análisis del proceso.
Si se trata de estudiar la creación y los cambios de valor por sí (pag.162) mismos, es decir, en toda su pureza, los medios de producción, o sean, las formas materiales en que toma cuerpo el capital constante, se limitan a suministrarnos la materia en que se plasma la fuerza fluida, creadora de valor; por tanto, la naturaleza de esta materia, sea algodón o hierro, es indiferente. Asímismo es indiferente su valor. Basta con que exista en proporciones suficientes para poder absorber la cantidad de trabajo que ha de desplegarse durante el proceso de producción. Siempre y cuando que esas proporciones existan, su valor puede crecer o disminuir, o puede incluso carecer en absoluto de valor, como la tierra y el mar, sin que ello afecte para nada al proceso de creación del valor y de sus cambios.
Teniendo en cuenta esto, comenzamos reduciendo a 0 el capital constante. De este modo, el capital desembolsado se reduce de c + v  a v, y el valor del producto de            ( c + v ) + p al producto del valor v + p.
Suponiendo que el producto del valor sea = 180 libras esterlinas, en las que se materializa el trabajo desplegado durante todo el proceso de producción, tendremos que deducir el valor del capital variable = 90 libras esterlinas para obtener la plusvalía = 90 libras esterlinas. La cifra de 90 libras esterlinas = p expresa aquí la magnitud absoluta de la plusvalía creada. Su magnitud proporcional, o sea la proporción en que ha valorizado el capital variable, depende, evidentemente, de la razón entre la plusvalía y el capital variable, expresándose en la fórmula p / v .
En nuestro ejemplo anterior será, por tanto, de 90 / 90 = 100%.
Esta valorización proporcional del capital variable o esta magnitud proporcional de la plusvalía es lo que yo llamo cuota de plusvalía.
Veíamos más arriba que, durante una etapa del proceso de trabajo, el obrero se limi-ta a producir el valor de su fuerza de trabajo, es decir el valor de sus medios de subsistencia. Pero, como se desenvuelve en un régimen basado en la división social del trabajo, no produce sus medios de subsistencia directamente, sino en forma de  una mercancía especial, hilo por ejemplo, es decir, en forma de un valor igual al valor de sus medios de subsistencia o al dinero con que los compra.
La parte de la jornada de trabajo dedicada a esto será mayor o menor según el valor normal de sus medios diarios de subsistencia, o, lo que es lo mismo, según el tiempo que necesite, un día con otro, para su producción. Si el valor de sus medios diarios de subsistencia viene a representar una media de 6 horas de trabajo materializadas, el obrero deberá trabajar un promedio de 6 horas diarias para producir ese valor.
Si no (pag.163) trabajase para el capitalista sino para sí, como productor independiente, tendría forzosamente que trabajar, suponiendo que las demás condiciones no variasen, la misma parte alícuota de la jornada...para producir el valor de su  fuerza de trabajo, y obteniendo con él los medios de subsistencia necesarios para su propia conservación y reproducción.
Pero, como durante la parte de la jornada en que produce el valor diario de su fuerza de trabajo, digamos 3 chelines, no hace más que producir un equivalente del valor ya abonado a cambio de ella por el capitalista; como por tanto, al crear este nuevo valor, no hace más que reponer el valor del capital variable desembolsado, esta producción de valor presenta el carácter de una mera reproducción.
La parte de la jornada de trabajo en que se opera esta reproducción es la que yo llamo tiempo de trabajo necesario, dando el nombre de trabajo necesario al desplegado durante ella.
Necesario para el obrero, puesto que es independiente de la forma social de su trabajo. Y necesario para el capital y su mundo, que no podría existir sin la existencia constante del obrero.
La segunda etapa del proceso de trabajo, en que el obrero rebasa las fronteras del trabajo necesario, le cuesta, evidentemente, trabajo, supone fuerza de trabajo desplegada, pero no crea valor alguno para él.
Crea la plusvalía, que sonríe al capitalista con todo el encanto de algo que brotase de la nada.
Esta parte de la jornada de trabajo es la que yo llamo tiempo de trabajo excedente, dando el nombre de trabajo excedente ( surplus labour )  al trabajo desplegado en ella.
Y, del mismo modo que para tener conciencia de lo que es el valor en general hay que concebirlo como una simple materialización de tiempo de trabajo, como trabajo materializado pura y simplemente, para tener conciencia de lo que es la plusvalía, se la ha de concebir como una simple materialización de tiempo de trabajo excedente, como trabajo excedente materializado pura y simplemente.
Lo único que distingue unos de otros los tipos económicos de  sociedad, v.gr., la sociedad de la esclavitud de la del trabajo asalariado, es la forma en que ese trabajo excedente le es arrancado al productor inmediato, al obrero. (pag.164)
Como el valor del capital variable = al valor de la fuerza de trabajo comprada por él, y el valor de ésta determina la parte necesaria de la jornada de trabajo, y a su vez la plusvalía está determinada por la parte restante de esta jornada de trabajo, resulta que la plusvalía guarda con el capital variable la misma relación que el trabajo excedente con el trabajo necesario, por donde la cuota de plusvalía,
                                   p / v = trabajo excedente / trabajo necesario.
Ambas razones expresan la misma relación, aunque en distinta forma: la primera, en forma de trabajo materializado, la segunda en forma de trabajo fluido.
La cuota de plusvalía es, por tanto, la expresión exacta  del grado de explotación  de la fuerza de trabajo por el capital, o del obrero por el capitalista.
En nuestro ejemplo, el valor del producto era =  490 libras esterlinas ( c ) + 90 libras esterlinas ( v ) + 90 libras esterlinas ( p ), y el capital desembolsado = 500 libras esterlinas. Como la plusvalía, aquí, es = 90 y el capital desembolsado = 500, procediendo por la vía acostumbrada de cálculo llegaríamos al resultado de que la cuota de plusvalía ( que se confunde con la cuota de ganancia ) es = 18%, porcentaje cuya pequeñez emocionaría a Mr. Carey y a otros armonicistas.
Pero, no hay tal. La cuota de plusvalía no es = p / Cp / c+v, sino = p / v; no es, por tanto, 90 / 500, sino 90 / 90, o sea, del 100%, es decir, más del quíntuplo del grado aparente de explotación.
Así, pues, aunque no conozcamos, en el caso concreto, la duración absoluta de la jornada de trabajo, ni el período del proceso de trabajo ( días, semanas, etc. ), ni conozcamos tampoco, finalmente, el número de obreros que el capital variable de 90 libras esterlinas pone en acción simultáneamente, la cuota de plusvalía  p / v  nos revela con toda precisión, por su conversibilidad en  trabajo excedente / trabajo necesario, la proporción que media entre las dos partes integrantes de la jornada de trabajo.
Esta proporción es del 100%. Es decir, que el obrero trabaja la mitad de la jornada para sí y la otra mitad para el capitalista. (pag.165)
El método para calcular la cuota de plusvalía es, pues, concisamente expuesto, éste: se toma el valor total del producto y se reduce a cero el valor del capital constante, que no hace más que reaparecer en él. La suma de valor restante es el único producto de valor realmente creado en el proceso de producción de la mercancía. Fijada la plusvalía, la deducimos de este producto de valor para encontrar el capital variable. Si, conociendo éste, deseamos fijar la plusvalía, se procede a la inversa. Encontrados ambos factores, no queda más que la operación final: calcular la relación entre la plusvalía  y el capital variable,  p  /  v . (pag.166)

miércoles, 26 de octubre de 2011


AVISO SUSPENSIÓN SESIÓN SÁBADO 29 DE OCTUBRE.

Compañeros y compañeras:

La sesión del 29 de octubre del curso de "El Capital de Marx" se suspende para el sábado 5 de Noviembre a las 16:30 en la casa FECH.

Resumen Primer tomo, sección tercera, Capitulo 6.

CAPÍTULO VI

CAPITAL CONSTANTE Y CAPITAL VARIABLE


Los diversos factores entran en el proceso de trabajo no intervienen todos por igual en la formación del valor del producto.
El obrero añade al objeto sobre el que recae el trabajo nuevo valor, incorporándole una determinada cantidad de trabajo, cualquiera que el contenido concreto, el fin y el carácter técnico sean.
De otra parte, los valores de los medios de producción absorbidos reaparecen en el producto como partes integrantes de su valor; así, por ejemplo, los valores del algodón y los husos reaparecen en el valor del hilo. Por tanto, el valor de los medios de producción se conserva al transferirse al producto. Esta transferencia, se opera al transformarse los medios de producción en producto, es decir, durante el proceso de trabajo. Se opera por medio del trabajo. Pero ¿ cómo ?
El obrero no realiza un trabajo doble al mismo tiempo, de una parte para añadir valor al algodón por medio de su trabajo y de otra parte para conservar su valor anterior, o lo que es lo mismo, para transferir al producto, al hilo, el valor del algodón que fabrica y de los husos con los que lo elabora. Lo que hace es conservar el valor anterior por la simple adición de un valor nuevo. Pero, como la adición de nuevo valor al objeto sobre que trabaja y la conservación de los valores anteriores en el producto, son dos resultados perfectamente distintos que el obrero crea en el mismo tiempo, aunque sólo trabaje una vez durante él, es evidente que este doble resultado sólo puede explicarse por el doble carácter del trabajo mismo.
Durante el mismo tiempo, el trabajo, considerado en uno de sus aspectos, crea valor, a la par que, considerado en el otro aspecto conserva o transfiere un valor ya creado.
Ahora bien, ¿cómo incorpora el obrero tiempo de trabajo, y por tanto valor? Siempre única y exclusivamente bajo la forma de su trabajo productivo peculiar. El hilandero sólo incorpora tiempo de trabajo hilando, el tejedor tejiendo, el herrero forjando. Esta forma apta para un fin en que el obrero incorpora a una materia  trabajo en general, y por tanto nuevo valor, el hilar, el tejer, el forjar, convierte a los medios de producción, el algodón y los husos, el hilo y el telar, el hierro y el yunque, en elementos integrantes de un producto, de un nuevo valor de uso. La forma anterior de su valor de uso desaparece, pero es para incorporarse a una nueva forma de valor de uso.
Y, al analizar el proceso de creación de valor, veíamos que siempre que un valor de uso se consume racionalmente para producir un nuevo valor de uso, el tiempo de trabajo necesario es, por tanto, un tiempo de trabajo transferido de los medios de produc(pag.150)ción desgastados al nuevo producto.
Por tanto, el obrero no conserva los valores de los medios de producción desgastados, o lo que es lo mismo, no los transfiere como elementos de valor al producto, incorporándoles trabajo abstracto, sino por el carácter útil concreto, por la forma específica productiva del trabajo que incorpora.
Es su trabajo productivo racional, el hilar, el tejer, el forjar, el que con su simple contacto hace resucitar a los medios de producción de entre los muertos, les infunde vida como factores del proceso de trabajo y los combina, hasta formar con ellos productos.
Si el trabajo específico, productivo, del obrero no fuese hilar, no transformaría el algodón en hilo, ni por tanto transferiría a éste los valores del algodón y de los husos. Y si el obrero cambia de oficio y se hace carpintero, seguirá añadiendo valor a su material, con cada jornada de trabajo.
Lo que, por tanto, añade valor es su trabajo, pero no el trabajo del hilandero o del carpintero, sino el trabajo social, abstracto, general, y si este trabajo añade una determinada magnitud de valor, no es porque tenga un carácter útil específico, sino porque dura un determinado tiempo. 
Por tanto, en su aspecto abstracto, general,  considerado como aplicación de la fuerza humana de trabajo sin más, el trabajo del hilandero añade nuevo valor a los valores del algodón y de los husos, y en su aspecto concreto, específico, útil, enfocado como proceso de hilar, transfiere valor de estos medios de producción al producto, conservando así en éste su valor. Así se explica el doble carácter del resultado del trabajo obtenido durante el mismo tiempo.
La simple incorporación cuantitativa del trabajo añade nuevo valor; la calidad del trabajo incorporado conserva en el producto los valores que ya poseían los medios de producción.
Este doble efecto del mismo trabajo, proveniente de su doble carácter, se revela de un modo palpable en una serie de fenómenos.
Supongamos que un invento cualquiera permite al hilandero hilar en seis horas la misma cantidad de algodón para que antes necesitaba treinta y seis. Considerada como actividad útil encaminada a un fin, como actividad productiva, su trabajo sextuplica su potencia. Ahora, su producto es seis veces mayor: 36 libras de hilado en lugar de seis.
Pero estas  36 libras de hilado, sólo absorben el tiempo de trabajo que antes absorbían seis. Se les incorpora seis veces menos trabajo nuevo que con el método antiguo, y por tanto sólo se les añade una sexta parte del valor anterior. Mas, por otra parte, el nuevo producto, las 36 libras de hilado, siguen encerrando el valor sextuplicado del algodón. Las seis horas de trabajo del hilandero conservan y transfieren al producto un valor seis veces mayor de materia prima, a pesar que a esta materia prima se incorpora un valor nuevo seis veces menor.
Esto demuestra que el carácter del trabajo como conservador de valores durante el mismo proceso indivisible es sustancialmente distinto de su carácter como fuente de nuevo valor.
Cuanto mayor es el tiempo de trabajo necesario absorbido durante la operación de hilado por la misma cantidad de algodón, tanto( pag.151) mayor también el valor nuevo que al algodón se añade; en cambio, a medida que aumentan las libras de algodón que se hilan durante el mismo tiempo de trabajo, aumenta también el valor antiguo conservado en el producto.
Si las condiciones técnicas del proceso de hilado no se alteran, ni se opera tampoco ningún cambio de valor en los medios de producción, el hilandero seguirá consumiendo durante el mismo tiempo de trabajo cantidades iguales de materia prima y maquinaria por un valor igual. En este caso, el valor que conserve en el producto estará en razón directa al nuevo valor que añada.
Permaneciendo invariables las condiciones de producción dadas, el obrero conservará tanto más valor cuanto mayor valor incorpore, pero no conservará más valor porque incorpore más valor, sino porque lo incorpora bajo condiciones invariables e independientes de su propio trabajo.
Si prescindimos de la representación puramente simbólica de los signos de valor, el valor sólo existe encarnado en valores de uso, en objetos. ( El mismo hombre, considerado simplemente como encarnación de la fuerza de trabajo, es un objeto natural, un objeto material, aunque vivo y con conciencia propia, y el trabajo la manifestación material de aquella fuerza.) Por tanto, al perderse el valor de uso, se pierde también el valor encarnado en él.
Y para el valor es importantísimo existir en un valor de uso, pero le tiene sin cuidado, como demuestra la metamorfosis de la mercancía, el valor de uso que sea. De donde se sigue que, en el proceso de trabajo, el valor de los medios de producción  sólo se transfiere al producto en la medida en que los medios de producción pierden, al mismo tiempo que su valor de uso propio, su ( pag.152)  valor de cambio. Al producto sólo pasa el valor que los medios de producción pierden como tales medios de producción.
Y los factores materiales del proceso de trabajo no se comportan todos idénticamente al respecto.
El carbón que se quema en la máquina desaparece sin dejar rastro, al igual que el aceite con que se engrasan las bielas. Los colorantes y otras materias auxiliares desaparecen también, pero se manifiestan en las cualidades del producto. Las materias primas forman la sustancia del producto, aunque cambiando de forma. Materias primas y materias auxiliares pierden, por tanto, la forma independiente con que entran, como valores de uso en el proceso de trabajo.
No acontece así con los medios de trabajo en sentido estricto. Un instrumento, una máquina, un edificio fabril, un recipiente, etc., sólo prestan servicio en el proceso de trabajo mientras conservan su forma primitiva, y mañana vuelven a presentarse en el proceso de trabajo bajo la misma forma que tenían ayer. Conservan su forma independiente frente al producto lo mismo en vida, en el proceso de trabajo, que después de muertos. Los cadáveres de las máquinas, herramientas, edificios fabriles, etcétera no se confunden jamás con los productos que contribuyen a crear.
Si por ejemplo, una máquina de hilar tiene 10 años de vida, su valor total pasará al producto decenal durante un proceso de 10 años.
La experiencia enseña cuánto tiempo vive, en término medio, un medio de trabajo, v.gr. una máquina de determinada clase. Supongamos que el valor de uso de esta máquina, en el proceso de trabajo, no dura más que 6 días. Cada día de trabajo supondrá para ella, por término medio, la pérdida de 1/6 de su valor de uso, o lo que es lo mismo, cada día que trabaje transferirá al producto 1/6  de su valor. Así es como se calcula el desgaste de todos los medios de trabajo, v. gr. el valor de uso que diariamente pierden y el valor que, por tanto, transfieren diariamente al producto.
Esto demuestra palmariamente que un medio de producción no pueden jamás transferir al producto más valor que el que pierde en el proceso ( pag.153) de trabajo, al destruirse su propio valor de uso.
Si no tuviese valor alguno que perder, es decir, si él mismo no fuese, a su vez, producto del trabajo humano, no transferiría al producto ningún valor. Contribuiría a crear un valor de uso sin intervenir en la creación de un valor de cambio.
Tal es lo que acontece, en efecto, con todos los medios de producción que brinda la naturaleza sin que medie la mano del hombre: la tierra, el aire, el agua, el hierro nativo, la madera de una selva virgen, etc.
Otro interesante fenómeno se nos presenta aquí. Supongamos que una máquina valga 1000 libras esterlinas y tenga 1000 días de vida. Ello querrá decir que cada día que funcione transferirá a su producto diario 1/1000 de su valor. Pero, aunque su fuerza vital disminuya, la máquina seguirá actuando en conjunto en el proceso de trabajo.
Tenemos, pues, aquí un factor del proceso de trabajo, un medio de producción, que es totalmente absorbido por el proceso de trabajo, pero que sólo desaparece en parte en el proceso de valorización.
La diferencia existente entre el proceso de trabajo y el proceso de valorización se refleja aquí en sus factores materiales, puesto que el mismo medio de producción, considerado como elemento del proceso de trabajo cuenta íntegramente, y en cuanto elemento del proceso de creación de valor sólo cuenta fragmentariamente en el mismo proceso de producción. 
Y puede también ocurrir lo contrario, es decir, que un medio de producción sea íntegramente absorbido por el proceso de valorización y sólo intervenga fragmentariamente en el proceso de trabajo. Supongamos que, al hilar el algodón, de cada 115 libras diarias haya 15 que no dan hilo, sino devil´s dust (desperdicio). A pesar de ello, si este desper-( pag.154)dicio del 15 por ciento es normal, inseparable de la elaboración media del algodón, el valor de las 15 libras de algodón perdidas se transfiere al valor del hilo, ni más ni menos que el valor de las 100 libras que forman su sustancia. Para fabricar 100 libras de hilo, no hay más remedio que sacrificar el valor de uso de las 15 libras de algodón que se desperdician. La pérdida de este algodón es una de tantas condiciones de producción del hilo. Por eso su valor se transfiere al de éste.
Y lo mismo ocurre con todos los excrementos del proceso de trabajo, a lo menos en la medida en que forman nuevos medios de producción, y por tanto nuevos valores de uso independientes. Así por ejemplo,  en las grandes fabricas de maquinaria de Manchester se ven montañas de hierro de desecho, removidas como virutas de madera por unas cuantas máquinas ciclópeas y transportadas por la noche, en grandes carros, de la fábrica a la fundición, para volver al día siguiente de la fundición a la fábrica convertidas en hierro fundido.
Los medios de producción sólo transfieren un valor a la nueva forma del producto en la medida en que, en el proceso de trabajo, pierden valor bajo la forma de su antiguo valor de uso. El máximo de pérdida de valor que en el proceso de trabajo pueden experimentar está limitado, evidentemente, por la magnitud primitiva de valor  con que entran en el proceso de trabajo o por el tiempo de trabajo necesario para su producción.
Por tanto, los medios de producción no pueden jamás añadir al producto más valor que el que ellos mismos poseen independientemente del proceso de trabajo al que sirven.
En el proceso de trabajo sólo actúa como valor de uso, como objeto dotado de ciertas propiedades útiles, y no transferiría al producto ningún valor si el mismo no hubiera tenido ninguno antes de incorporarse a este proceso. ( pag.155)
El obrero no puede incorporar nuevo trabajo, ni por tanto crear valor, sin conservar los valores ya creados;...y no puede incorporarlo bajo una forma útil sin convertir ciertos productos en medios de producción de otros nuevos, transfiriendo con ello a éstos su valor.
El conservar valor añadiendo valor es, pues, un don natural de la fuerza de trabajo puesta en acción, de la fuerza de trabajo viva, un don natural que al obrero no le cuesta nada y al capitalista le rinde mucho, pues supone para él la conservación del valor de su capital.
Mientras los negocios marchan bien, el capitalista está demasiado abstraído con la obtención de ganancias para parar mientes en este regalo del trabajo. Tienen que venir las interrupciones violentas del trabajo, las crisis, a ponérselo de manifiesto de un modo palpable.
Lo que se consume en los medios de producción es su valor de uso, cuyo consumo hace que el trabajo cree productos. Su valor no se consume realmente, ni puede, por tanto, reproducirse. Lo que hace es ( pag.156) conservarse, pero no porque sufra operación de ninguna clase en el proceso de trabajo, sino porque el valor de uso en que existía anteriormente desaparece para transformarse en otro distinto.
Por tanto, el valor de los medios de producción reaparece en el valor del producto, pero no se reproduce, hablando en términos estrictos. Lo que se produce es un nuevo valor de uso, en el que reaparece el valor de cambio anterior.
Otra cosa acontece con el factor subjetivo del proceso de trabajo, con la fuerza de trabajo puesta en acción. Mientras que por su forma útil, encaminada a un fin, el trabajo transfiere al producto el valor de los medios de producción y lo conserva, cada momento de su dinámica crea valor adicional, nuevo valor.
Supongamos que el proceso de producción se interrumpe en el punto en que el obrero produce un equivalente del valor de su fuerza propia de trabajo, en que, por ejemplo, después de seis horas de trabajo, crea un valor de 3 chelines. Este valor forma el remanente del valor del producto sobre la parte integrante que se debe al valor de los medios de producción. Es el único valor original que ha brotado dentro de este proceso, la única parte de valor del producto creada por el propio proceso. Claro está que este valor no hace más que reponer el dinero adelantado por el capitalista al comprar la fuerza de trabajo e invertido por el obrero en adquirir medios de vida.
En relación con los 3 chelines desembolsados, el nuevo valor de 3 chelines parece una simple reproducción. Pero es una reproducción  real y no aparente, como la del valor de los medios de producción. Aquí, la sustitución de un valor por otro se opera mediante una creación de un nuevo valor.
Sabemos, sin embargo, que el proceso de trabajo se remonta sobre el punto en que reproduce y añade al objeto sobre que recae un simple equivalente del valor de la fuerza de trabajo. En vez de las seis horas que bastan para eso, el proceso de trabajo dura, por ejemplo doce horas. Por tanto, la fuerza de trabajo puesta en acción no se limita a reproducir su propio valor, sino que produce un valor nuevo.
Esta plusvalía forma el remanente del valor del producto sobre el valor de los factores del pro-( pag.157)ducto consumidos, es decir, los medios de producción y la fuerza de trabajo.
Al exponer las diversas funciones que desempeñan en la formación del valor del producto los diversos factores del proceso de trabajo, lo que hemos hecho en realidad ha sido definir las funciones de las diversas partes integrantes del capital en su propio proceso de valorización. El remanente del valor total del producto sobre la suma de valor de sus elementos integrantes  es el remanente del capital valorizado sobre el valor primitivo del capital desembolsado.
Los medios de producción, de una parte, y de otra la fuerza de trabajo no son más que diversas modalidades de existencia que el valor originario del capital reviste al desnudarse de su forma de dinero para transformarse en los dos factores del proceso de trabajo.
Como vemos, la parte de capital que se invierte en medios de producción, es decir, materias primas, materias auxiliares e instrumentos de trabajo, no cambia de magnitud de valor en el proceso de producción. Teniendo esto en cuenta, le doy el nombre de parte constante del capital, o más concisamente, capital constante. 
En cambio, la parte de capital que se invierte en fuerza de trabajo cambia de valor en el proceso de producción. Además de reproducir su propia equivalencia, crea un remanente, la plusvalía, que puede también variar, siendo más grande o más pequeño. Esta parte del capital se convierte constantemente de magnitud constante en variable. Por eso le doy el nombre de parte variable del capital, o más concisamente, capital variable.
Las mismas partes integrantes del capital que desde el punto de vista del proceso de trabajo distinguíamos como factores objetivos y subjetivos, medios de producción y fuerza de trabajo, son las que desde el punto de vista del proceso de valorización  se distinguen en capital constante y capital variable.
El concepto del capital constante no excluye, ni mucho menos, la posibilidad de una revolución en el valor de los elementos que lo integran. 
Supongamos que la libra de algodón cuesta hoy 6 peniques y que mañana, a consecuencia de la mala cosecha, sube hasta un chelín ( En esa época, 1 chelín = 12 peniques, nota de AYB ). El algodón viejo que continúa elaborándose añade al  producto un valor de un chelín, a pesar de haberse comprado a razón de 6 peniques. Y lo mismo ocurre con el algodón ya elaborado, que puede incluso circular en el mercado convertido en hilo: añade también al producto el doble de su primitivo valor. Vemos, sin embargo, que estas alteraciones de valor son independientes de la valorización del algodón en el mismo proceso del hilado. El algodón viejo podría revenderse a  1 chelín en vez de a 6 peniques, aún sin necesidad de que el proceso de trabajo se hubiese iniciado siquiera. Más aún; cuanto menos procesos de trabajo haya recorrido, tanto más seguro será este resultado. Por eso, ante estas revoluciones de valor, es una ley de la especulación especular sobre las materias primas lo más en bruto posible, sobre hilo mejor que sobre telas, y sobre algodón mejor que hilo. Aquí, el cambio de valor brota en (pag.158) el proceso que produce el algodón, pero no en el proceso en que éste funciona como medio de producción, y por tanto como capital constante.
Cierto es que el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo contenido en ella, pero, a su vez, esta cantidad está socialmente determinada. Si varía el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción – la misma cantidad de algodón, por ejemplo, representa una cantidad mayor o menor de trabajo, según la buena o mala cosecha – este cambio repercute sobre las viejas mercancías, consideradas siempre como ejemplares sueltos de su género y cuyo valor se mide en todo momento por el trabajo socialmente necesario; sin que por tanto puedan perderse nunca de vista al determinar éste, las condiciones sociales del momento.
Al igual que ocurre con el valor de las materias primas, también el valor de los medios de trabajo, maquinaria, etc., empleados en el proceso de producción, puede cambiar, cambiando también, por tanto, la parte de valor que transfieren al producto. Así por ejemplo, si, gracias, a un nuevo invento, se llega a reproducir con menor costo maquinaria de la misma clase, la maquinaria antigua resultará más o menos depreciada y transferirá, por tanto, al producto una parte relativamente más pequeña de valor.
Pero aquí, el cambio de valor brota también al margen del proceso de producción en que la máquina funciona como medio productivo. Dentro de este proceso, la máquina jamás  puede transferir más valor que el que ella misma posee independientemente de él.
Y del mismo modo que los cambios sobrevenidos en el valor de los medios de producción, aunque puedan repercutir cuando se dan después de incorporarse al proceso de trabajo, no hacen cambiar su carácter de capital constante, los cambios que puedan surgir en cuanto a la proporción entre capital constante y capital variable, no alteran tampoco su diferencia fundamental.
Puede ocurrir, por ejemplo, que las condiciones técnicas del proceso de trabajo se transformen tan radicalmente, que donde antes hacían falta 10 obreros, manejando 10 instrumentos de escaso valor para elaborar una masa relativamente pequeña de materia prima, ahora un solo obrero, pertrechado con una maquina cara, elabore cien veces más material.
En este ejemplo, el capital constante, o sea la masa de valor de los medios de producción empleados, crece extraordinariamente, mientras disminuye también en proporciones extraordinarias la parte variable del capital, la invertida en fuerza de trabajo. Sin embargo, este cambio solo viene a alterar la proporción de magnitudes entre el capital constante y el variable, la proporción en que el capital total se distribuye en capital constante y en capital variable, pero sin hacer cambiar en lo más mínimo la diferencia entre los dos factores. (pag.159)

lunes, 24 de octubre de 2011

Resumen Primer tomo, sección tercera, Capitulo 5 ( II parte, final)

2. El proceso de valorización
En la producción de mercancías los valores de uso se producen pura y simplemente porque son y en cuanto son  la encarnación material, el soporte del valor de cambio.
Y nuestro capitalista persigue dos objetivos. En primer lugar, producir un valor de uso que tenga un valor de cambio, producir un artículo destinado a la venta, una mercancía.
En segundo lugar, producir una mercancía cuyo valor cubra y rebase la suma de valores de las mercancías invertidas en su producción, es decir, de los medios de producción y de la fuerza de trabajo, por las que adelantó su buen dinero en el mercado de las mercancías.
No le basta con producir un valor de uso; no, él quiere producir una mercancía; no sólo un valor de uso, sino un valor; y tampoco se contenta con un valor puro y simple, sino que aspira a una plusvalía, a un valor mayor.
Hasta aquí, nos hemos limitado a estudiar un aspecto del proceso, pues se trata de la producción de mercancías. Y así como la mercancía es unidad de valor de uso y valor, su proceso de producción tiene necesariamente que englobar dos cosas: un proceso de producción y un proceso de creación de valor.
Sabemos que el valor de toda mercancía se determina por la cantidad de trabajo materializado en su valor de uso, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción.
Este criterio rige también para el producto que va a parar a manos del capitalista, como resultado del proceso de trabajo. Lo primero que hay que ver, pues, es el trabajo materializado en este producto.
Supongamos, por ejemplo, que se trata de hilado. Para la fabricación de hilado se ha necesitado en primer lugar, la materia prima correspondiente, por ejemplo, 10 libras de algodón...por 10 chelines. En el precio del algodón se contiene ya, como trabajo social general, el trabajo necesario para su producción. Supondremos, además, que la masa de husos desgastada para fabricar el algodón...posee un valor de 2 chelines. (pag.138) Si una masa de oro de 12 chelines es el producto de 24 horas de trabajo, o sea de dos jornadas de trabajo, tendremos que en el hilo aparecen materializadas dos jornadas de trabajo.
Así, pues, cuando se analiza el valor del hilado, el tiempo de trabajo necesario para su producción, podemos considerar como fases distintas y sucesivas del mismo proceso de trabajo los diversos procesos concretos de trabajo, separados en el espacio y el tiempo, que es necesario recorrer para producir el algodón y la masa de husos consumida, hasta convertir por fin en hilado los husos y el algodón. Todo el trabajo contenido en el hilado es trabajo pretérito. Pero el hecho de que el tiempo de trabajo necesario para la producción de sus elementos integrantes se haya ejecutado antes, esté, por así decirlo, en pluscuamperfecto, mientras que el trabajo invertido directamente para llevar a término el proceso final, el hilar, se halle más cerca del presente, en pretérito perfecto, digámoslo así, es un hecho absolutamente indiferente.
Para estos efectos, es como si el tiempo de trabajo que se contiene en los instrumentos de trabajo y en la materia prima se hubiese invertido en una fase anterior del pro-(pag.139)ceso de hilatura, con anterioridad al que en la fase final se añade bajo la forma de hilado. Por tanto, los valores de los medios de producción, el valor del algodón y el de los husos, expresado en el precio de 12 chelines, forman parte integrante del valor del hilado, o sea, del valor del producto.
Mas para ello han de darse dos condiciones. La primera es que el algodón y los husos sirvan real y verdaderamente para la producción de un valor de uso. En nuestro ejemplo, para la fabricación de hilado. La segunda condición es que solamente se invierta el tiempo de trabajo necesario bajo las condiciones sociales de producción reinantes. Así por ejemplo, si para producir 1 libra de hilado sólo se requiere 1 libra de algodón, no deberá emplearse más. Y lo mismo por lo que se refiere a los husos. Si al capitalista se le ocurriera, por un acto de fantasía, emplear usos de oro en vez de usos de acero, cargaría con las consecuencias, pues en el valor del hilado solamente cuenta el trabajo socialmente necesario, o sea, el tiempo de trabajo necesario para producir husos de acero.
Ya sabemos qué parte representan, en el valor del hilado, los medios de producción...12 chelines... Ahora, trátase de saber cuál es la parte de valor que el hilandero, con su trabajo, añade al algodón. Este trabajo ha de ser enfocado aquí desde un punto de vista totalmente distinto de aquel en que nos situábamos para analizar el proceso de trabajo. 
En el proceso de trabajo, todo giraba en torno a una actividad encaminada a un fin: la de convertir el algodón en hilado. El trabajo del hilandero era un trabajo específicamente distinto de otros trabajos productivos. El algodón y el huso son medios de vida del trabajo de hilandería, pero no sirven para fundir cañones. En cambio, enfocado como fuente de valor, el trabajo del hilandero no se distingue en nada del trabajo del perforador de cañones...ni de los trabajos del plantador de algodón y del fabricante de husos, materializados en los medios de producción del hilado.
Esta identidad es la que permite que el plantar algodón, el fabricar husos y el hilar sean otras tantas partes sólo cuantitativamente distintas del mismo valor total...del valor del hilo. Aquí ya no se trata de la calidad, de la naturaleza y el contenido del trabajo, sino pura y exclusivamente de su cantidad. Y ésta se calcula por una sencilla operación aritmética. Para ello, suponemos que el trabajo de hilar es trabajo ( pag.140) simple, trabajo social medio. Más adelante, veremos que el supuesto contrario no hace cambiar los términos del problema.
Al final de una hora de trabajo, las manipulaciones del hilandero se traducen en una determinada cantidad de hilado, o, lo que es lo mismo, una determinada cantidad de trabajo, una hora de trabajo, se materializa en el algodón. Ahora bien, es de una importancia extraordinaria, decisiva, el que, mientras dura el proceso de transformación del algodón en hilados, este proceso no absorba más que el tiempo de trabajo socialmente necesario.
Si, en condiciones normales, es decir, en las condiciones sociales medias de producción, durante una hora de trabajo a libras de algodón se convierten en b libras de hilado, sólo podrá considerarse como jornada de trabajo de 12 horas aquella que convierta 12 x a libras de algodón en 12 x b libras de hilado. Sólo el tiempo de trabajo socialmente necesario cuenta como fuente de valor. Aquí, determinadas cantidades de producto, fijadas por la experiencia, no representan más que determinadas cantidades de trabajo, una determinada masa de tiempo de trabajo cuajado. Son, simplemente, la materialización de 1 hora, de 2 horas, de un día de trabajo social.
Al tratar de la venta de la fuerza de trabajo, partíamos del supuesto de que su valor diario era de 3 chelines, encarnándose en las últimas ( pag.141) 6 horas de la jornada y siendo, por tanto, necesaria esta cantidad de trabajo para producir la suma normal de los medios diarios de vida del obrero. Ahora bien, si durante una hora de trabajo nuestro tejedor transforma 1 2/3   libras de algodón y 1 2/3 libras de hilado, en 6 horas transformará 10 libras de algodón en 10 libras de hilado; por tanto, durante el proceso de hilado, el algodón absorberá 6 horas de trabajo. Este tiempo de trabajo está representado por una cantidad de oro equivalente a 3 chelines. El tejedor incorpora, pues, al algodón, con su trabajo, un valor de 3 chelines. Analicemos el valor total del producto, o sea, de las 10 libras de hilado. En él se materializan 2 ½  jornadas de trabajo: 2 en el algodón y en la masa de husos consumida y ½  en el proceso de trabajo del hilandero.
Este tiempo de trabajo representa una masa de oro de 15 chelines. El precio adecuado al valor de las 10 libras de hilo es, por tanto, de 15 chelines, y el de una libra de hilado 1 chelín y 6 peniques. Al llegar aquí, nuestro capitalista se queda perplejo. Resulta que el valor del producto es igual al valor del capital desembolsado. El valor desembolsado por el capitalista no se ha valorizado, no ha engendrado plusvalía; o, lo que es lo mismo, el dinero no se ha convertido en capital. El precio de las 10 libras de hilo son 15 chelines, los mismos 15 chelines que el capitalista hubo de invertir en el mercado para adquirir los elementos integrantes del producto, o lo que tanto vale, los factores del proceso de trabajo: 10 chelines en el algodón, 2 chelines en la masa de husos y 3 chelines en la fuerza de trabajo. ( pag.142)

El capitalista no cede. ¿ Acaso el obrero puede crear productos de trabajo, producir mercancías, con sus brazos inermes, en el vacío ? ¿ Quién sino él, el capitalista, le suministra la materia con la cual y en la cual materializa el obrero su trabajo ? Y, como  la inmensa mayoría de la sociedad está formada por descamisados de esos, ¿ no presta a la sociedad un servicio inapreciable con sus medios de producción, su algodón y sus husos, y no se lo presta también a los mismos obreros, a quienes además, por si eso fuese poco, les suministra los medios de vida necesarios ? Y este servicio, ¿ no ha de cobrarlo ?
Pero, preguntamos nosotros, ¿ es que el obrero, a su vez, no le presta a él, al capitalista, el servicio de transformar en hilado el algodón y los husos ?

Además, aquí no se trata de servicios. ( pag.143) Servicio es la utilidad que presta un valor de uso, mercancía o trabajo.

Aquí se trata del valor de cambio. El capitalista abona al obrero el valor de 3 chelines. El obrero, al incorporar al algodón un valor de 3 chelines, le devuelve un equivalente exacto: son dos valores iguales que se cambian.

Analicemos la cosa más despacio. El valor de un día de fuerza de trabajo  ascendía  a 3 chelines, porque en él se materializaba media jornada de trabajo; es decir, porque los medios de vida necesarios para producir la fuerza de trabajo durante un día costaba media jornada de trabajo.

Pero el trabajo pretérito encerrado en la fuerza de trabajo y el trabajo vivo que ésta puede desarrollar, su costo diario de conservación y su rendimiento diario, son dos magnitudes completamente distintas. La primera determina su valor de cambio, la segunda forma su valor de uso.
El que para alimentar y mantener en pie la fuerza de trabajo durante veinticuatro horas haga falta media jornada de trabajo, no quiere decir... que el obrero no pueda trabajar durante una jornada entera.
El valor de la fuerza de trabajo y su valorización en el proceso de trabajo son, por tanto, dos factores completamente distintos. Al comprar la fuerza de trabajo, el capitalista no perdía de vista esta diferencia de valor.
Pero el factor decisivo es el valor de uso específico de esta mercancía, que le permite ser fuente de valor, y de más valor que el que ella misma tiene. He aquí el servicio específico que de ella espera el capitalista. Y, al hacerlo, éste no se desvía ni un ápice de las leyes eternas del cambio de mercancías.
En efecto, el vendedor de la fuerza de trabajo, al igual que el de cualquier otra mercancía, realiza su valor de cambio y enajena su valor de uso. No puede obtener el primero sin desprenderse del segundo. El valor de uso de la fuerza de trabajo, o sea, el trabajo mismo,  deja de pertenecer a su ( pag.144) vendedor, ni más ni menos que al aceitero deja de pertenecerle el valor de uso del aceite que vende.
El poseedor del dinero paga el valor de un día de fuerza de trabajo: le pertenece, por tanto, el uso de esta fuerza de trabajo durante un día, el trabajo de una jornada.
El hecho de que la diaria conservación de la fuerza de trabajo no suponga más costo que el de media jornada de trabajo, a pesar de poder funcionar, trabajar, durante un día entero; es decir, el hecho de que el valor creado por su uso durante un día sea el doble del valor diario que encierra, es una suerte bastante grande para el comprador, pero no supone, ni mucho menos, ningún atropello que se cometa contra el vendedor.
Nuestro capitalista había previsto el caso, con una sonrisa de satisfacción. Por eso el obrero se encuentra en el taller con los medios de producción necesarios, no para un proceso de trabajo de seis horas, sino de doce. Si 10 libras de algodón absorbían seis horas de trabajo y se transformaban en 10 libras de hilado, 20 libras de algodón absorberán doce horas de trabajo y se convertirán en 20 libras de hilado.
Analicemos el producto de este proceso de trabajo prolongado. Ahora, en las 20 libras de hilo se materializan 5 jornadas de trabajo: 4 en la masa de algodón y de husos consumida y 1 en el trabajo absorbido por el algodón durante el proceso de hilatura. La expresión en oro de 5 jornadas de trabajo son 30 chelines...Tal es, por tanto, el precio de las 20 libras de hilo. Pero, la suma de valor de las mercancías que alimentan el proceso representaban 27 chelines. El valor del hilo representa 30. Por tanto, el valor del producto excede en 1/9 del valor desembolsado para su producción. Los 27 chelines se convierten en 30. Arrojan una plusvalía de 3 chelines.
Por fin la jugada maestra ha dado sus frutos. El dinero se ha convertido en capital.
Y todas las condiciones del problema se han resuelto sin infringir en lo más mínimo las leyes del cambio de mercancías. Se ha cambiado un equivalente por otro.
Como comprador, el capitalista ha pagado todas las mercancías, el algodón, la masa de husos y la fuerza de trabajo.
Después de comprarlas, ha hecho con estas mercancías lo que hace todo comprador: consumir su valor de uso.
El proceso de consumo de la fuerza de trabajo, que es al mismo tiempo proceso de producción de mercancías, arroja un producto de 20 libras de hilo, que representan un valor de 30 chelines. El capitalista retorna al mercado a vender su mercancía, después de haber comprado las de otros. Vende la libra de hilo a 1 chelín y 6 peniques, ni un céntimo por encima o por debajo de su valor. Y, sin embargo, saca de la circulación 3 chelines más de lo que invirtió en ella al comenzar.
Y todo este proceso, la transformación de dinero en capital, se opera en la órbita de la circulación y no se opera en ella. Se opera por medio de la circulación, pues está condicionado por la compra de la fuerza de trabajo en el mercado de mercancías. No se opera en la circulación, pues este proceso no hace mas que iniciar el proceso de valorización, cuyo centro reside en la órbita ( pag.145) de la producción. Y así todo marcha “ pour le mieux  dans le meilleur des mondes possibles ”.

Al transformar el dinero en mercancías, que luego han de servir de materias para formar un nuevo producto o de factores de un proceso de trabajo; al incorporar a la materialidad muerta de estos factores la fuerza de trabajo viva, el capitalista transforma el valor, el trabajo pretérito, materializado, muerto, en capital, en valor que se valoriza a sí mismo, en una especie de monstruo animado que rompe a “trabajar” como si encerrase un alma en su cuerpo.

Si comparamos el proceso de creación de valor y el proceso de valorización de un valor existente, vemos que el proceso de valorización no es más que el mismo proceso de creación de valor prolongado a partir de un determinado punto. Si éste sólo llega hasta el punto en que el valor de la fuerza de trabajo pagada por el capital deja el puesto a un nuevo equivalente, estamos ante un proceso de simple creación de valor. Pero, si el proceso rebasa ese punto, se tratará de un proceso de valorización.( pag.146)
Como unidad de proceso de trabajo y proceso de creación de valor, el proceso de producción es un proceso de producción de mercancías; como unidad de proceso de trabajo y de proceso de valorización, el proceso de producción es un proceso de producción capitalista, la forma capitalista de la producción de mercancías. ( pag.147)
Ya decíamos más arriba que, para los efectos del proceso de valorización, es de todo punto de vista indiferente el que el trabajo apropiado por el capitalista sea trabajo simple, trabajo social medio, o trabajo complejo, trabajo de peso específico más alto que el normal.
El trabajo considerado como trabajo más complejo, más elevado que el trabajo social medio, es la manifestación de una fuerza de trabajo que representa gastos de preparación superiores a los normales, cuya producción representa más tiempo de trabajo y, por tanto, un valor superior al de la fuerza de trabajo simple.
Esta fuerza de trabajo de valor superior al normal se traduce, como es lógico, en un trabajo superior, materializándose, por tanto, durante los mismos períodos de tiempo, en valores relativamente más altos. Pero, cualquiera que sea la diferencia de gradación que medie entre el trabajo del tejedor y el trabajo del joyero, la porción de trabajo con la que el joyero se limita a reponer el valor de su propia fuerza de trabajo no se distingue en nada, cualitativamente, de la porción adicional de trabajo con la que crea plusvalía. Lo mismo en este caso que en los anteriores, la plusvalía sólo brota mediante un exceso cuantitativo de trabajo, prolongando la duración del mismo proceso de trabajo, que en un caso es proceso de producción de hilo y en otro caso de producción de joyas.
Por otra parte, en todo proceso de creación de valor, el trabajo com-( pag.148)plejo debe reducirse siempre al trabajo social medio, v.gr. un día de trabajo complejo a “ x ” días de trabajo simple. Por tanto, partiendo del supuesto de que el obrero empleado por el capital ejecuta un simple trabajo social medio, nos ahorramos una operación inútil y simplificamos el análisis del problema.( pag.149)

Resumen Primer tomo, sección tercera, Capitulo 5 (I parte)

SECCIÓN TERCERA

LA PRODUCCIÓN DE LA PLUSVALÍA ABSOLUTA


CAPÍTULO V

PROCESO DE TRABAJO Y PROCESO DE VALORIZACIÓN

  1. El proceso de trabajo
El uso de la fuerza de trabajo es el trabajo mismo.
La producción de valores de uso u objetos útiles no cambia de carácter, de modo general, por el hecho de que se efectúe para el capitalista y bajo su control. Por eso, debemos comenzar analizando el proceso de trabajo, sin fijarnos en la forma social concreta que revista.
El trabajo es, en primer término, un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso en que éste realiza, regula y controla mediante su propia acción su intercambio de materias con la naturaleza. En este proceso, el hombre se enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone en acción las fuerzas naturales que forman su corporeidad, los brazos y las piernas, la cabeza y la mano, para de ese modo asimilarse, bajo una forma útil para su propia vida, las materias que la naturaleza le brinda.
Y a la par que de ese modo actúa sobre la naturaleza exterior a él y la transforma, transforma su propia naturaleza, desarrollando las potencias que dormitan en él y sometiendo el juego de sus fuerzas a su propia disciplina.
Aquí, no vamos a ocuparnos, pues no nos interesan, de las primeras formas de trabajo, formas instintivas y de tipo animal. Aquí partimos del supuesto del trabajo plasmado ya bajo una forma en la que pertenece exclusivamente al hombre.
Una araña ejecuta operaciones que semejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los panales de las abejas podría avergonzar por su perfección, a más de un maestro de obras. Pero, hay algo en que el peor de maestro de obras aventaja, desde luego, a la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la proyecta en su cerebro. Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que antes de comenzar el proceso existía ya en la mente del obrero; es decir, un resultado (pag.130) que tenía ya existencia ideal.
El obrero no se limita a hacer cambiar de forma la materia que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo tiempo, realiza en ella su fin, fin que él sabe que rige como una ley las modalidades de su actuación y al que tiene necesariamente que supeditar su voluntad. Y esta supeditación no constituye un acto aislado. Mientras permanezca trabajando...el obrero ha de aportar esa voluntad consciente del fin a que llamamos atención, atención que deberá ser tanto más reconcentrada cuanto menos atractivo sea el trabajo...
Los factores simples que intervienen en el proceso de trabajo son: la actividad adecuada a un fin, o sea , el propio trabajo, su objeto y sus medios.
El hombre se encuentra, sin que él intervenga para nada en ello, con la tierra ( concepto que incluye también,  económicamente, el del agua ),  tal  y como en tiempos primitivos surte al hombre de provisiones y de medios de vida aptos para ser consumidos directamente, como el objeto general sobre que versa el trabajo humano. Todas aquellas cosas que el trabajo no hace más que desprender de su contacto directo con la tierra son objetos de trabajo que la naturaleza brinda al hombre. Tal ocurre con los peces que se pescan, arrancándolos a su elemento, el agua; con la madera derribada en las selvas vírgenes; con el cobre separado del filón.
Por el contrario, cuando el objeto sobre que versa el trabajo ha sido ya, digámoslo así, filtrado por un trabajo anterior, lo llamamos materia prima.
Toda materia prima es objeto de trabajo, pero no todo objeto de trabajo es materia prima. Para ello es necesario que haya experimentado, por medio del trabajo, una cierta transformación.
El medio de trabajo es aquel objeto o conjunto de objetos que el obrero interpone entre él y el objeto que trabaja y que le sirve para encauzar su actividad sobre este objeto. El hombre se sirve de las cualidades mecánicas, físicas y químicas de las cosas para utilizarlas, conforme al fin perseguido, como instrumentos de actuación sobre otras cosas.
El objeto que el obrero empuña directamente, - si prescindimos de los víveres aptos para ser consumidos sin más manipulación, de la fruta, por ejemplo, en cuyo caso los instrumentos de trabajo son sus propios órganos corporales -  no es el objeto sobre que trabaja, sino instrumento de tra-(pag.131)bajo. De este modo, los productos de la naturaleza se convierten en órganos de la actividad del obrero, órganos que él incorpora a sus propios órganos corporales, prolongando así...su estatura natural.
La tierra es su despensa primitiva y es, al mismo, su primitivo arsenal de instrumentos de trabajo. Le suministra, por ejemplo, la piedra  que lanza, con la que frota, percute, corta, etc. Y la propia tierra es un instrumento de trabajo aunque exija, para su cultivo, para poder ser utilizada como instrumento de trabajo, toda otra serie de instrumentos y un desarrollo de la fuerza de trabajo relativamente grande.
Tan pronto como el proceso de trabajo se desarrolla un poco, reclama instrumentos de trabajos fabricados. En las cuevas humanas más antiguas se descubren instrumentos y armas de piedra. Y en los orígenes de la historia humana  los animales domesticados, es decir, adaptados, transformados ya por el trabajo, desempeñan un papel primordial como instrumentos de trabajo, al lado de la piedra y la madera talladas, los huesos y las conchas.
El uso y la fabricación de medios de trabajo, aunque en germen se presenten ya en ciertas especies animales,  caracterizan el proceso de trabajo específicamente humano, razón por la cual Franklin define al hombre como “a toolmaking animal”, o sea como un animal que fabrica instrumentos. Y así como la estructura y armazón de los restos de huesos tienen gran importancia para reconstituir la organización de especies animales desaparecidas, los vestigios de instrumentos de trabajo nos sirven para apreciar antiguas formaciones económicas de la sociedad ya sepultadas.
Lo que distingue a las épocas económicas unas de otras no es lo que se hace, sino el cómo se hace, con que instrumentos de trabajo se hace.
Los instrumentos de trabajo no son solamente el barómetro indicador del desarrollo de la fuerza de trabajo del hombre, sino también el exponente de  las condiciones sociales en que se trabaja. Y, dentro de la categoría de los instrumentos de trabajo, los instrumentos mecánicos,  cuyo conjunto forma lo que podríamos llamar el sistema óseo y muscular de la producción, acusan las características esenciales de una época social de producción de un modo mucho más definido que esos instrumentos cuya función se limita a servir de receptáculos de los objetos de trabajo, y a los que en conjunto podríamos designar, de un modo muy genérico, como el sistema vascular de la producción, v.gr. los tubos, los barriles, las canastas, los jarros, etc. La industria química es la única en que estos instrumentos revisten una importancia considerable.(pag.132)
Entre los objetos que sirven de medios para el proceso de trabajo cuéntanse...todas aquellas condiciones materiales que han de concurrir para que el proceso de trabajo se efectúe... Y aquí, volvemos a encontrarnos... con la tierra misma, ...Otros medios de trabajo...debidos ya al trabajo del hombre, son...los locales en que se trabaja, los canales, las calles, etc..
Como vemos, en el proceso de trabajo  la actividad del hombre consigue, valiéndose del instrumento correspondiente, trasformar el objeto sobre que versa el trabajo con arreglo al fin perseguido. Este proceso desemboca y se extingue en el producto. Su producto es un valor de uso, ...El obrero es el tejedor, y el producto el tejido.
Si analizamos todo este proceso desde el punto de vista de su resultado, del producto, vemos que ambos factores, los medios de trabajo y el objeto sobre que éste recae, son los medios de producción y el trabajo un trabajo productivo.
Para engendrar un valor de uso como producto, el proceso de trabajo absorbe, en concepto de medios de producción,  otros valores de uso, producto a su vez de procesos de trabajo anteriores. Es decir, que los productos no son solamente el resultado, sino que son, al mismo tiempo, la condición del proceso de trabajo.
Excepción hecha de la industria extractiva, aquella a la que la naturaleza brinda el objeto sobre que trabaja, v.gr.  la minería, la caza, la pesca, etc. (la agricultura sólo entra en esta categoría cuando se trata de la  roturación y cultivo de tierras vírgenes), todas las ramas industriales (pag.133) recaen sobre objetos que tienen el carácter de materias primas, es decir, sobre materiales ya filtrados por un trabajo anterior, sobre objetos que son ya...productos de trabajo. Tal ocurre, por ejemplo, con la simiente, en la agricultura.
Los animales y las plantas, que solemos considerar como productos naturales, no son solamente productos del año anterior...sino que son, bajo su forma actual, el fruto de un proceso de transformación desarrollado a lo largo de las generaciones, controlado por el hombre y encauzado por el trabajo humano.
Por lo que refiere a los instrumentos de trabajo, la inmensa mayoría de éstos muestran aún a la mirada superficial las huellas de un trabajo anterior.
Las materias primas pueden formar la sustancia principal de un producto o servir simplemente de materias auxiliares para su fabricación. Las materias auxiliares son absorbidas por el mismo instrumento de trabajo, el carbón por la máquina a vapor, el aceite por la rueda, el heno por el caballo de tiro, o incorporadas a la materia prima, para operar con ella una transformación de carácter material, como ocurre con el cloro que se emplea para blanquear las telas, con el carbón que se mezcla al hierro, con el color que se da a la lana, etc.; otras veces, sirven para ayudar simplemente a la ejecución del trabajo, que es lo que acontece,  v.gr.  con los materiales empleados para iluminar y calentar los locales en que se trabaja.
Un mismo producto puede servir de medio de trabajo y de materia prima en el mismo proceso de producción. Así, por ejemplo, en la ganadería, el ganado, o sea, la materia prima que se elabora, es al mismo tiempo un medio para la producción de abono animal.
Puede ocurrir que un producto apto para ser directamente consumido, se emplee de nuevo como materia prima para la elaboración de otro producto, como se hace...con la uva para la fabricación de vino. Otras veces el trabajo arroja su producto bajo una forma en que sólo puede emplearse como materia prima. A estas materias primas se les da el nombre de artículos a medio fabricar, aunque más exacto sería denominarlos artículos intermedios, como son el algodón, el (pag.134) hilado, la hebra, etc.
Como se ve, el que un valor de uso represente el papel de materia prima, medio de trabajo o producto, depende única y exclusivamente de las funciones concretas que ese valor de uso desempeña en el proceso de trabajo, del lugar que en él ocupa: al cambiar este lugar, cambian su destino y su función.
Por tanto, al entrar como medio de producción en un nuevo proceso de trabajo, el producto pierde su carácter de tal. Ahora, ya sólo funciona como factor material del trabajo vivo. Para el tejedor, el huso no es más que el instrumento con que teje y la hebra el material tejido.
En realidad, cuando los instrumentos de producción acusan en el proceso de trabajo su carácter de productos de un trabajo anterior es cuando presentan algún defecto. Cuando el cuchillo no corta o la hebra se rompe...se acuerdan del que los fabricó. Una máquina que no presta servicio en el proceso de trabajo es una maquina inútil.
Por tanto, los productos existentes no son solamente resultados del proceso de trabajo, sino también condiciones de existencia de éste; además, su incorporación al proceso de trabajo, es decir, su contacto con el trabajo vivo es el único medio de conservar y realizar como valores de uso estos productos de un trabajo anterior.
El trabajo devora sus elementos materiales, su objeto y sus instrumen-(pag.135)tos, se alimenta de ellos; es, por tanto, su proceso de consumo. Este consumo productivo, se distingue del consumo individual en que éste devora los productos como medios de vida del ser viviente, mientras que aquél los absorbe como medios de vida del trabajo, de la fuerza de trabajo del individuo, puesta en acción.
El producto del consumo individual, es, por tanto, el consumidor mismo; el fruto del consumo productivo es un producto distinto del consumidor.
En todos aquellos casos en que recae sobre productos y se ejecuta por medio de ellos, el trabajo devora productos para crear productos, o desgasta productos como medios de producción de otros nuevos.
El proceso de trabajo, tal y como lo hemos estudiado, es decir, fijándonos solamente en sus elementos simples y abstractos, es la actividad racional encaminada a la producción de valores de uso, la asimilación de las materias naturales al servicio de las necesidades humanas, la condición natural eterna de la vida humana... independiente de las formas y modalidades de esta vida y común a todas las formas sociales por igual.
Por eso, para exponerla, no hemos tenido necesidad de presentar al trabajador en relación con otros. Nos bastaba con presentar al hombre y su trabajo de una parte, y de otra la naturaleza y sus materias.
Retornemos a nuestro capitalista in spe. Le habíamos dejado en el mercado de mercancías, comprando todos los elementos necesarios para un proceso de trabajo: los elementos materiales o medios de producción y los elementos personales, o sea la fuerza de trabajo. (pag.136)
Claro está que el carácter general del proceso de trabajo no varía por el hecho de que el obrero lo ejecute para el capitalista, en vez de ejecutarlo para sí. Tampoco cambia...porque en este proceso venga a deslizarse el capitalista, la manera concreta de hacer botas o de hilar hebra. El capitalista empieza... tomando la fuerza de trabajo tal y como se la brinda el mercado, y lo mismo, naturalmente, su trabajo, fruto de una época en que no existían capitalistas. Tiene que pasar todavía algún tiempo para que el sistema de producción se transforme por efecto de la sumisión del trabajo al capital; por eso no habremos de estudiar aquí, sino en su lugar, esta transformación.
Ahora bien, el proceso de trabajo, considerado como proceso de consumo de la fuerza de trabajo por el capitalista, presenta  dos fenómenos característicos.
El obrero trabaja bajo el control del capitalista, a quien su trabajo pertenece. El capitalista se cuida de vigilar que este trabajo se ejecute como es debido y que los medios de producción se empleen convenientemente...sin desgastarse más que en aquella parte en que lo exija su empleo racional.
Pero hay algo más, y es que el producto es propiedad del capitalista y no del productor directo, es decir, del obrero.
El capitalista paga, por ejemplo, el valor de un día de fuerza de trabajo. Es, por tanto, dueño de utilizar como le convenga, durante un día, el uso de esa fuerza de trabajo, ni más ni menos que el de otra mercancía cualquiera, v,gr. el de un caballo que alquilase durante un día.
El uso de la mercancía pertenece a su comprador, y el poseedor de la fuerza de trabajo sólo puede entregar a éste el valor de uso que le ha vendido entregándole su trabajo. Desde el instante en que pisa el taller del capitalista, el valor de uso de su fuerza de trabajo, y por tanto su uso, o sea, el trabajo, le pertenece a éste. Al comprar la fuerza de trabajo, el capitalista incorpora el trabajo del obrero, como fermento vivo, a los elementos muertos de creación del producto, propiedad suya también. Desde su punto de vista, el proceso de trabajo no es más que el consumo de la mercancía fuerza de trabajo comprada por él, si bien sólo la puede consumir facilitándole medios de producción. El proceso de trabajo es un proceso entre objetos comprados por el capitalista, entre objetos pertenecientes a él. Y el producto de este proceso le pertenece, por tanto, a él, al capitalista, ni más ni menos que el producto del proceso de fermentación de los vinos de su bodega. (pag.137)