domingo, 4 de diciembre de 2011

Resumen Primer tomo, sección cuarta, Capitulo 12(parte IV)

4.  La fábrica

Hemos estudiado, al comenzar este capítulo, el cuerpo de la fábrica, el organismo del sistema maquinista. Vimos después cómo la maqui-(pag.345)naria amplía el material humano de explotación mediante la apropiación del trabajo de la mujer y del niño; cómo confisca la vida entera del obrero, al dilatar en proporciones desmedidas la jornada de trabajo, y cómo sus progresos, que permiten fabricar una masa gigantesca de productos en un período cada vez menor, acaban convirtiéndose en un medio sistemático para movilizar más trabajo en cada momento o explotar la fuerza de trabajo de un modo cada vez más intensivo. Pasemos ahora a estudiar la totalidad de la fábrica, tomando ésta en su manifestación más perfecta. (pag.346)

Con el instrumento de trabajo, pasa también del obrero a la máquina la virtuosidad en su manejo. La capacidad de rendimiento de la herramienta se emancipa de las trabas personales que supone la fuerza humana de trabajo. Con esto, queda superada la base técnica sobre la que descansa la división del trabajo en la manufactura. He aquí por qué en la fábrica automática la jerarquía de los obreros especializados, característica de la manufactura, es sustituida por la tendencia a la equiparación o nivelación de los distintos trabajos encomendados a los auxiliares  de la maquinaria y las diferencias de carácter artificial entre unos y otros obreros parciales se ven desplazadas predominantemente por las tendencias naturales de edad y sexo.

Cuando reaparece en la fábrica automática la división del trabajo, es siempre con el carácter primordial de distribución de los obreros entre las máquinas especializadas y de asignación de masas de obreros, que no llegan a formar verdaderos grupos orgánicos, a los diversos departamentos de la fábrica, donde trabajan en máquinas-herramientas iguales o parecidas, alineadas las unas junto a las otras, en régimen de simple cooperación. (pag.347)

Como se ve, esta división del trabajo es puramente técnica. Todo trabajo mecánico re-
quiere un aprendizaje temprano del obrero, que le enseñe a adaptar sus movimientos propios a los movimientos uniformemente continuos de un autómata. (pag.348) La maquinaria se utiliza abusivamente para convertir al propio obrero, desde la infancia, en parte de una máquina parcial. De este modo, no sólo se disminuyen considerablemente los gastos necesarios para su propia reproducción, sino que además, se consuma su supeditación impotente a la unidad que forma la fábrica. Y, por tanto, al capitalista. Como siempre, hay que distinguir entre la productividad debida al desarrollo del proceso social de producción y la mayor productividad debida a la explotación capitalista. En la manufactura, los obreros son otros tantos miembros de un mecanismo vivo. En la fábrica, existe por encima de ellos un mecanismo muerto, al que se les incorpora como apéndices vivos. (pag.349)

Nota común a toda producción capitalista, considerada no sólo como proceso de trabajo, sino también como proceso de explotación  de capital, es que, lejos de ser el obrero quien maneja las condiciones de trabajo, son éstas las que le manejan a él; pero esta inversión no cobra realidad técnicamente tangible hasta la era de la maquinaria. Al convertirse en un autómata, el instrumento de trabajo se enfrenta como capital, durante el proceso de trabajo, con el propio obrero; se alza frente a él como trabajo muerto que domina y absorbe la fuerza de trabajo viva.

La supeditación técnica del obrero a la marcha uniforme del instrumento de trabajo y la composición característica del organismo de trabajo, formado por individuos de ambos sexos y diversas edades, crean una disciplina cuartelaria, que se desarrolla hasta integrar el régimen fabril perfecto, dando vuelos al trabajo de vigilancia a que nos hemos referido más atrás y, por tanto, a la división de los obreros en obreros manuales y capataces obreros, en soldados rasos y suboficiales del ejército (pag.350) de la industria. El látigo del capataz de esclavos deja el puesto al reglamento penal del vigilante. Como es lógico, todas las penas formuladas en este código se traducen en multas y deducciones de salario, el ingenio legislativo del Licurgo fabril se las arregla de modo que la infracción de sus leyes sea más rentable para el capitalista, si cabe, que su observancia. (pag.351)

La tendencia a economizar los medios sociales de producción, tendencia que bajo el sistema fabril, madura como planta de estufa, se convierte, en manos del capital, en un saqueo sistemático contra las condiciones de vida del obrero durante el trabajo, en un robo organizado de espacio, de luz, de aire y medios personales de protección contra los procesos de producción malsanos e insalubres, y no hablemos de los aparatos e instalaciones para comodidad del obrero. (pag.353)

5.  Lucha entre el obrero y la máquina

La lucha entre el capitalista y el obrero asalariado se inicia al comenzar el capitalismo. Esta lucha se desarrolla a lo largo de todo el período manufacturero. Sin embargo, el obrero no lucha contra el mismo instrumento de trabajo, es decir, contra la modalidad material de existencia del capital, hasta la introducción de la maquinaria. Se subleva
contra esta forma concreta que revisten los medios  de producción, como base material
del régimen de producción capitalista.

Fue casi toda Europa la que, en el transcurso del siglo  XVII, presenció una serie de revueltas obreras contra el llamado “molino de cintas”...máquina destinada a tejer cintas y galones. (pag.354) Cuando Everet construyó en 1758 la primera máquina de esquilar movida por agua, ésta fue quemada por unos cuantos cientos de obreros, a quienes el invento venía a privar de trabajo. Hubo de pasar  tiempo y acumularse experiencia antes
de que el obrero supiese  distinguir  la  maquinaria  de  su  empleo capitalista,  acostum-
brándose por tanto a desviar sus ataques de los medios materiales de producción para dirigirlos contra su forma social de explotación.

Si, por ejemplo, se dice que en Inglaterra harían falta 100 millones de hombres para hilar, con las viejas ruecas, la cantidad de algodón que ahora hilan 500.000 obreros con las máquinas, no se quiere decir...que la máquina ocupe el puesto de aquellos millones de hombres, que jamás existieron. Se quiere decir sencillamente, que para suplir a la máquina de hilar harían falta muchos millones de obreros. (pag.355)

En su forma de máquina, el instrumento de trabajo se convierte en seguida en competidor del propio obrero. El aumento del capital por medio de la máquina se halla en razón directa al número de obreros cuyas condiciones de vida anula ésta. Todo el sistema de la producción capitalista descansa sobre el hecho de que el obrero vende su fuerza de trabajo como una mercancía. La división del trabajo reduce esa fuerza de trabajo a la pericia puramente detallista del obrero en el manejo de una herramienta parcial. Al pasar el manejo de la herramienta a cargo (pag.356) de la máquina, la fuerza de trabajo pierde su valor de uso, y con él su valor de cambio. El obrero no encuentra salida en el mercado, queda privado de valor, como el papel-moneda retirado de la circulación.

La parte de la clase obrera que la maquinaria convierte de este modo en población sobrante, es decir, inútil por el momento para los fines de explotación del capital, sigue dos derroteros: de una parte, se hunde en la lucha desigual entablada por la vieja doctrina manual y manufacturera contra la industria maquinizada; de otra parte, inunda todas las ramas industriales fácilmente accesibles, abarrota el mercado de trabajo de mano de obra y hace, con ello, que el precio de la fuerza de trabajo descienda por debajo de su valor.(pag.357)

El instrumento de trabajo azota al obrero. Claro está que donde esta contradicción directa cobra un carácter más palmario es allí donde las nuevas aplicaciones de la maquinaria compiten con la industria manual o manufacturera tradicionales. Mas  también dentro del campo de la gran industria producen efectos análogos los constantes  progresos de la maquinaria y del desarrollo del sistema automático.(pag.358) Un fabricante de Manchester declara: “ En vez de 75 máquinas de cardar, ahora sólo empleamos 12, que nos suministran la misma cantidad de productos, con una calidad igual o superior...Ahorramos en jornales 10 libras esterlinas a la semana y el 10% en desperdicios de algodón. ” (pag.359)

Como potencia hostil al obrero, la maquinaria es proclamada  y  manejada de un modo
tendencioso y ostentoso por el capital. Las máquinas se convierten en el arma poderosa para reprimir las sublevaciones obreras periódicas, las huelgas y demás movimientos desatados contra la autocracia del capital. (pag.361)


6. La teoría de la compensación, aplicada a los obreros desplazados por las máquinas.

Toda una serie de economistas burgueses, como James Mill, Mac-Culloch, Torrens, Se-
nior, J.St.Mill y otros, afirman que la maquinaria, al desplazar a los obreros, permite y
obliga al mismo tiempo a movilizar el capital adecuado para dar empleo a los mismos
obreros desplazados o a otros idénticos. (pag.363)

Pero aun suponiendo que la construcción de la nueva maquinaria diese trabajo a un número mayor de mecánicos, ¿ qué compensación supondría esto para los alfombreros lanzados al arroyo ? En el mejor de los casos, la fabricación de las nuevas máquinas dará siempre trabajo a menos obreros de los desplazados por su empleo. (pag.364)

Los hechos reales, que el optimismo de ciertos economistas pretenden disfrazar, son éstos: los obreros desplazados por la maquinaria se (pag.365) ven lanzados del taller al mercado de trabajo, donde van a aumentar el censo de las fuerzas de trabajo disponibles para la explotación capitalista.

Los antagonismos y las contradicciones inseparables del empleo capitalista de la maquinaria no brotan de la maquinaria misma, sino de su empleo capitalista. Y puesto que la maquinaria, de por sí, acorta el tiempo de trabajo, mientras que empleada por el capitalista lo alarga; puesto que de suyo facilita el trabajo, mientras que aplicada al servicio del capi-(pag.366)talismo refuerza más todavía su intensidad; puesto que de por sí representa un triunfo del hombre sobre las fuerzas de la naturaleza, pero, al ser empleada por el capitalista hace que el hombre sea sojuzgado por las fuerzas naturales; puesto que de por sí incrementa la riqueza del productor, pero dado su empleo capitalista, lo empobrece, etc.,etc., el economista burgués declara lisa y llanamente que el examen  de la maquinaria como tal  demuestra de un modo preciso que todas aquellas contradicciones palpables son una simple apariencia de la realidad vulgar, pero que no existe de por sí, ni por tanto tampoco en la teoría. En vista de eso, no se molesta en quebrarse más la cabeza y, encima, achaca al adversario la necesidad de no combatir el empleo capitalista de la maquinaria, sino la maquinaria misma. (pag.367)
Con la máquina nace una nueva clase de obreros: sus productores. Ya sabemos que la maquinización se adueña de esta rama de producción de donde nacen las mismas máquinas en una escala cada vez más intensa. (pag.368)

Al crecer la masa de materias primas, artículos a medio fabricar, instrumentos de trabajo, etc., producidos con un número relativamente pequeño de obreros por la industria maquinizada, la fabricación de estas primeras materias y artículos a medio elaborar se desglosa en una serie innumerable de categorías y variantes, con lo que se desarrolla la variedad de las ramas sociales de producción. La maquinización impulsa la división social del trabajo mucho más que la manufactura,  puesto que  aumenta en  una
proporción mucho mayor la fuerza productiva de las industrias en que se implanta. (pag.369)
El resultado más inmediato de la maquinaria es el aumento de la plusvalía y, con ella, de la masa de producción en que toma cuerpo; por tanto, al mismo tiempo que incrementa la sustancia de que vive la clase capitalista, con todo su cuerpo, hace aumentar el contingente de estas capas sociales. Su creciente riqueza y el descenso constante relativo del número de  obreros  necesario  para  la  producción de artículos de 
primera necesidad, crean, a la par que nuevas necesidades de lujo, nuevos medios para su satisfacción. Una parte mayor del producto social se convierte en plusproducto, un volumen más considerable de éste se produce y consume, a su vez, en formas más refinadas y variadas. Dicho en otros términos: crece la producción de lujo.

La tendencia  hacia el refinamiento y  la variedad de los productos brota también  de  las nuevas relaciones internacionales creadas por la gran industria. No sólo se desarrolla el intercambio de artículos extranjeros de consumo por productos indígenas, sino que la industria nacional va utilizando, como medios de producción, una cantidad cada vez mayor de materias primas, ingredientes, artículos a medio fabricar, etc., importados del extranjero. Estas relaciones internacionales provocan un alza de la demanda de trabajo en la industria del transporte, haciendo que ésta se desdoble en numerosas variedades nuevas.

El número de obreros empleados en estas ramas nuevas de producción crece en razón directa a la medida en que se reproduce la necesidad de los trabajos manuales más toscos. Como industrias principales de este género pueden citarse, en la actualidad, las fábricas de gas, el telégrafo, la fotografía, la navegación a vapor y los ferrocarriles. (pag.370)

jueves, 1 de diciembre de 2011

Resumen Primer tomo, sección cuarta, Capitulo 13(Parte III)

3. Consecuencias inmediatas de la industria maquinizada para el obrero

La gran industria tiene su punto de arranque...en la revolución operada en los instrumentos de trabajo, y...los instrumentos de trabajo transformados cobran su configuración más acabada en el sistema articulado de maquinaria de la fábrica. Pero, antes de ver cómo se alimenta este organismo objetivo con material humano, hemos de examinar algunas de las repercusiones generales de esa revolución sobre el propio obrero.

a) Apropiación por el capital de las fuerzas de trabajo excedentes.
El trabajo de la mujer y del niño

La maquinaria, al hacer inútil la fuerza del músculo, permite emplear obreros sin fuerza muscular o sin un desarrollo físico completo, que posean, en cambio, una gran flexibilidad en sus miembros. El trabajo de la mujer y del niño fue...el primer grito de la aplicación capitalista de la maquinaria. De este modo, aquel   instrumento gigantesco
(pag.323) creado para eliminar trabajo y obreros, se convertía inmediatamente en medio de multiplicación del número de asalariados, colocando a todos los individuos de la familia obrera, sin distinción de edad ni sexo, bajo la dependencia inmediata del capital.

El valor de la fuerza de trabajo no se determina ya por el tiempo de trabajo necesario para el sustento del obrero adulto individual, sino por el tiempo de trabajo indispensable para el sostenimiento de la familia obrera. La maquinaria, al lanzar al mercado de trabajo a todos los individuos de la familia obrera, distribuye entre toda su familia el valor de la fuerza de trabajo de su jefe. Lo que hace, por tanto, es depreciar la fuerza de trabajo del individuo.

Como se ve, la maquinaria amplía, desde el primer momento, no sólo el material humano de explotación, la verdadera cantera del capital, sino también su grado de explotación. (pag.324)

Las máquinas revolucionan también radicalmente la base formal sobre la que descansa el régimen capitalista: el contrato entre el patrono y el obrero.  Antes, el obrero vendía su propia fuerza de trabajo, disponiendo de ella como individuo formalmente libre. Ahora, vende a su mujer y a su hijo. Se convierte en esclavista. En efecto, la demanda de trabajo infantil se asemeja, incluso en la forma, a la demanda de esclavos negros y a los anuncios que solían publicar los periódicos norteamericanos. (pag.325)

La revolución operada por la maquinaria en punto a la relación jurídica entre comprador y vendedor de la fuerza de trabajo, haciendo perder a esta transacción hasta la apariencia de un contrato entre personas libres, habría de brindar más tarde al parlamento inglés la excusa jurídica para justificar la intromisión del estado en el régimen de las fábricas.  Cada  vez que la ley fabril interviene  para  limitar  a 6 horas la
duración del trabajo infantil en  ramas  industriales  que hasta entonces venían siendo li-
bres, el fabricante clama lastimeramente: Muchos padres quitan a sus hijos de las industrias reglamentadas para venderlos a aquellas en las que impera todavía la “libertad de trabajo”. ..Pero, como el capital es por naturaleza un nivelador, como impone en todas las esferas de producción, como derecho humano innato, la igualdad en las condiciones de explotación del trabajo; la restricción legal del trabajo infantil implantada en una rama industrial determina inmediatamente su implantación en todas las demás. (pag.326)

b)  Prolongación de la jornada de trabajo

Si la maquinaria es el instrumento más formidable que existe para intensificar la productividad del trabajo, es decir, para acortar el tiempo de trabajo necesario en la producción de una mercancía, como depositaria del capital, comienza siendo, en las industrias de que se adueña directamente, el medio más formidable para prolongar la jornada de trabajo haciéndola rebasar todos los límites naturales. De una parte, crea nuevas condiciones, que permiten al capital dar rienda suelta a esta tendencia constante suya, y de otra, nuevos motivos que acicatean su avidez de trabajo ajeno.

En primer lugar, en la maquinaria cobran independencia la dinámica y el funcionamiento del instrumento de trabajo frente al obrero. Aquél se convierte...en un perpetuum mobile, que produciría y seguiría produciendo ininterrumpidamente si no tropezase con ciertas barreras naturales en sus auxiliares humanos: su debilidad física y su obstinación. (pag.331)

Como sabemos, la productividad de la maquinaria está en razón inversa a la magnitud de la parte de valor que transfiere al producto. Cuanto mayor sea el período durante el que funciona, tanto mayor será también la masa de productos entre los que se distribuya el valor por ella incorporado, y menos la parte que añada a cada mercancía. Ahora bien; es evidente que el período activo de vida de la maquinaria depende de la magnitud de la jornada de trabajo o duración del proceso diario de trabajo, multiplicada por el número de días durante los cuales se repite este proceso.

El desgaste material de toda máquina es doble. Uno proviene del uso, como en el caso de las monedas, que se desgastan al circular de mano en mano; otro procede de su inacción, como la espada inactiva, que se oxida en la vaina. Este segundo desgaste responde a la acción corrosiva de los elementos. El primero está más o menos en razón directa con el uso de la máquina; el segundo, hasta cierto punto, opera en razón inversa.
Pero, además del desgaste material, toda máquina se halla sujeta a lo que podemos llamar desgaste moral. Las máquinas  pierden en valor de cambio en la medida en que pueden reproducirse máquinas de la misma construcción a un precio más barato o construirse otras mejores que les hagan competencia. Tanto en uno como en otro caso, el valor de (pag.332) una máquina, por nueva y fuerte que sea todavía, no se determina ya por el tiempo de trabajo efectivamente materializado en ella, sino por el tiempo de trabajo necesario para reproducirla o para reproducir otra máquina mejor. Es decir, que la máquina queda más o menos depreciada. Cuanto más corto sea el período durante el cual se reproduzca su valor total,  menor será el riesgo de su desgaste moral y cuanto más larga sea la jornada de trabajo, más corto será aquel período. Por eso es durante el primer período de su vida cuando este motivo especial de prolongación de la jornada de trabajo actúa de un modo más agudo.

Prolongando la jornada de trabajo, se extiende la escala de la producción sin alterar la  parte de capital  invertida  en  maquinaria  y  edificios. Por tanto,  no  sólo aumenta la plusvalía, sino que disminuyen los desembolsos necesarios para su explotación.

En efecto, al desarrollarse la industria explotada a base de maquinaria hace que, de un lado, aumente cada vez más el capital invertido en una forma que, de una parte, hace que sea constantemente valorizable, mientras que de otra pierde valor (pag.333)  de uso y valor de cambio tan pronto se interrumpe su contacto con el trabajo vivo.

El volumen cada vez mayor de la maquinaria hace “deseable”, como advierte el profesor adoctrinado por el fabricante, una prolongación creciente de la jornada de trabajo.

La máquina produce plusvalía relativa no sólo porque deprecia directamente la fuerza de trabajo, abaratándola además indirectamente, al abaratar las mercancías que entran en su reproducción, sino también porque en sus primeras aplicaciones esporádicas convierte el trabajo empleado por su poseedor en trabajo potenciado, exalta  el valor social del producto de la máquina por encima de su valor individual y permite así al capitalista suplir el valor diario de la fuerza de trabajo por una parte más pequeña de valor de su producto diario. Durante este período de transición, en que la explotación de las máquinas constituye una especie de monopolio, las ganancias tienen un carácter extraordinario, y el capitalista procura, como es lógico, apurar bien esta “luna de miel”, prolongando la jornada de trabajo todo lo posible. Cuanto más se gana, más crece el hambre de ganancia.

Al generalizarse la maquinaria en una rama de producción, el valor social del producto elaborado por medio de máquinas desciende al nivel de su valor individual y se impone la ley de que la plusvalía no brota de las fuerzas de trabajo que el capitalista suple por medio de la máquina, sino de aquellas que la atienden. La plusvalía sólo nace de la parte variable del capital, y ya sabemos que la masa de plusvalía está determinada por dos factores: la cuota de plusvalía y el número de obreros simultáneamente empleados. (pag.334)

Ahora bien, es evidentemente que el empleo de máquinas, cualquiera que sea la medida en que, intensificando la fuerza productiva del trabajo prolongue el trabajo excedente a costa del trabajo necesario, sólo consigue este resultado disminuyendo el número de los obreros colocados por un determinado capital. Convierte una parte del capital que venía siendo variable, es decir, que venía invirtiéndose en fuerza de trabajo viva, en maquinaria...en capital constante que, por serlo, no rinde plusvalía.

De dos obreros, por ejemplo, no podrá sacarse jamás tanta plusvalía como de 24. Aunque cada uno de estos 24 obreros sólo aporte una hora de trabajo excedente  de las 12 de la jornada, todos ellos juntos aportarán 24 horas de trabajo excedente , es decir, el mismo número de horas a que asciende el trabajo total de  los  dos obreros. Como  se ve   la  aplicación  de  la  maquinaria  para  la  producción  de  plusvalía  adolece de una contradicción inmanente, puesto que de los dos factores de la plusvalía que supone un capital de magnitud dada, uno de ellos, la cuota de plusvalía, sólo aumenta a fuerza de disminuir el otro, el número de obreros. Esta contradicción inmanente se manifiesta tan pronto como, al generalizarse el empleo de la maquinaria en una rama industrial, el valor de las mercancías producidas  mecánicamente  se  convierte en valor social regulador de todas las mercancías del mismo género; y esta contradicción es la que empuja, a su vez, al capital, sin que él mismo lo sepa, a prolongar violentamente la jornada de trabajo, para compensar la disminución del número proporcional de obreros explotados con el aumento, no sólo del trabajo excedente relativo, sino también del trabajo excedente absoluto.

Por tanto, si, de una parte, el empleo capitalista de la maquinaria crea motivos poderosos que determinan la prolongación desmedida de la jornada de trabajo, a la par que revoluciona los mismos métodos de trabajo y el carácter del organismo social de trabajo en términos que rompen la resistencia que a esta tendencia se opone, de otra parte, poniendo a disposición del capital sectores de la clase obrera que antes le eran inaccesibles y dejando en la calle a los obreros desplazados por la máquina, produce una población obrera sobrante, que no tiene más remedio que someterse a la ley impuesta por el capital.

Así se explica ese singular fenómeno que nos revela la historia de la industria moderna, consistente en que la máquina eche por tierra todas las barreras morales y naturales de la jornada de trabajo. Y así se explica también la paradoja económica de que el recurso más formidable que se conoce para acortar (pag.335) la jornada de trabajo se trueque en el medio más infalible para convertir toda la vida del obrero y de su familia en tiempo de trabajo disponible para la explotación  del capital.

“ Si las herramientas – soñaba Aristóteles, el más grande de los pensadores de la Antigüedad –, obedeciendo a nuestras órdenes o leyendo en nuestros deseos, pudiesen ejecutar los trabajos que les están encomendados, como los artefactos de Dédalo, que se movían por sí solos...; si las canillas de los tejedores tejiesen ellas solas, como esos mecanismos, el maestro no necesitaría auxiliares ni el señor esclavos”. Y Antipatros, un poeta griego de la época de Cicerón, saludaba el invento del molino de agua para triturar el trigo, forma elemental de la maquinaria de producción, como al libertador de las esclavas y creador de la edad de oro. No sabían, entre otras cosas, que la máquina era el recurso más infalible para prolongar la jornada de trabajo.

c)  Intensificación del trabajo

La prolongación desmedida de la jornada de trabajo que trae consigo la maquinaria puesta en manos del capital, provoca al cabo de cierto tiempo, como hemos visto, una reacción de la sociedad, amenazada en su nervio vital, y esta reacción acaba imponiendo una jornada normal de trabajo limitada por la ley. Y ésta, a su vez, hace que se desarrolle y adquiera importancia decisiva un fenómeno con el que ya hubimos de encontrarnos más atrás, a saber: la intensificación del trabajo.

Cuando analizábamos la plusvalía absoluta, nos preocupábamos primordialmente (pag.336) de la magnitud extensiva  del trabajo, dando por supuesto su grado de intensidad.  Aquí, veremos  cómo  la  magnitud  extensiva  se  trueca  en intensiva o en
magnitud de grado. Es evidente que, al progresar la maquinaria, y con ella la experiencia de una clase especial de obreros mecánicos, aumenta, por impulso natural, la velocidad y, por tanto, la intensidad del trabajo.

Tan pronto como el movimiento creciente de rebeldía de la clase obrera obligó al estado a acortar por la fuerza la jornada de trabajo, comenzando por dictar una jornada de trabajo normal para las fábricas; a partir del momento en que se cerraba el paso para siempre a la producción intensiva de plusvalía mediante la prolongación de la jornada de trabajo, el capital se lanzó con todos sus bríos y con plena conciencia de sus actos a producir plusvalía relativa, acelerando los progresos del sistema maquinista.

Al mismo tiempo, se produce un cambio en cuanto al carácter de la plusvalía relativa. En general, el método de producción de la plusvalía consiste en hacer que el obrero, intensificando la fuerza productiva del trabajo, pueda producir más con el mismo desgaste de trabajo y en el mismo tiempo. El mismo tiempo de trabajo añade al producto global, antes y después, el mismo valor, aunque este valor de cambio invariable se traduzca ahora en una cantidad mayor de valores de uso, disminuyendo con ello el valor de cada mercancía.

Mas la cosa cambia tan pronto como la reducción de la jornada de trabajo impuesta por la ley, con el impulso gigantesco que imprime al desarrollo de la fuerza productiva y a la economía de las condiciones de producción, impone a la par un desgaste mayor de trabajo durante el mismo tiempo, una tensión redoblada de la fuerza de trabajo, tupiendo más densamente los poros del tiempo de trabajo, es decir, obligando al obrero a condensar el trabajo hasta un grado que sólo es posible sostener durante una jornada de trabajo corta. Esta condensación de una masa mayor de trabajo en un período de tiempo dado, es considerada ahora como lo que en realidad es, como una cantidad mayor de trabajo.

Por tanto, ahora hay que tener en cuenta, además de la medida del tiempo de trabajo como  “ magnitud extensa ”, la medida de su grado de condensación. La hora intensiva de una jornada de trabajo (pag.337) de diez horas encierra tanto o más trabajo, es decir, fuerza de trabajo desgastada, que la hora más porosa de una jornada de doce horas de trabajo.

Ahora bien, ¿ cómo se intensifica el trabajo ?

El primer efecto de la jornada de trabajo reducida descansa en la ley evidente de que la capacidad de rendimiento de la fuerza de trabajo está en razón inversa al tiempo durante el cual actúa. Dentro de ciertos límites, lo que se pierde en duración del trabajo se gana en intensidad. (pag.338)

Tan pronto como la ley impone la reducción de la jornada de trabajo, que crea ante todo la condición subjetiva para la condensación del trabajo, a saber, la capacidad del obrero para desplegar más fuerza dentro de un tiempo dado, la  máquina se  convierte, en  manos del capital, en un medio objetivo y  sistemáticamente  aplicado  para  estrujar más trabajo dentro del mismo tiempo. Esto se consigue de un doble modo: aumentando la velocidad de las máquinas y extendiendo el radio de acción de la maquinaria que ha de vigilar el mismo obrero, o sea, el radio de trabajo de éste. (pag.339)
El 27 de Abril de 1863, el diputado Ferrand declaraba en la Cámara de los Comunes:    “... Mientras antes un obrero, ayudado por otros, atendía a dos telares, hoy atiende a tres sin ayuda de ningún género, y no es nada de extraordinario que tenga a su cargo cuatro y aún más. De los hechos expuestos  se deduce que en la actualidad se condensan doce horas de trabajo en menos de diez.” (pag.344) No cabe la menor duda de que la tendencia del capital a resarcirse elevando sistemáticamente el grado de intensidad del trabajo tan pronto como la ley le cierra de una vez para siempre el camino de alargar la jornada, convirtiendo todos los progresos de la maquinaria en otros tantos medios para obtener una absorción mayor de fuerza de trabajo, empujarán de nuevo a la industria a una situación decisiva, en que no tenga más remedio que volver a reducir el número de horas de trabajo.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Resumen Primer tomo, sección cuarta, Capitulo 13(Parte II)

2.  Transferencia de valor de la maquinaria al producto

Como hemos visto, las fuerzas productivas que brotan de la cooperación y de la división del trabajo no le cuestan nada al capital. Son fuerzas naturales del trabajo social. Tampoco cuestan nada las fuerzas naturales de que se apropia para los procesos productivos: el vapor, el agua, etc. Pero, así como necesita un pulmón para respirar, el hombre, para poder consumir productivamente las fuerzas de la naturaleza, necesita también algún artefacto “hecho por su mano”. Para utilizar la fuerza motriz del agua se necesita una rueda hidráulica, para emplear la elasticidad del vapor una máquina de vapor, etc.

Y lo mismo que con las fuerzas naturales, acontece con la ciencia.

Una vez descubierta, la ley sobre las desviaciones de la aguja magnética dentro del radio de acción de una corriente eléctrica o la de la producción del fenómeno del magnetismo en el hierro circundado de una corriente de electricidad, no cuesta un céntimo.

Pero, para explotar estas leyes al servicio de la telegrafía, etc., hace falta un aparato complicado y costosísimo.

La máquina no desplaza, como veíamos, a la herramienta. Ésta, creciendo y multiplicándose, se convierte de instrumento diminuto del organismo humano en instrumento de un mecanismo creado por el hombre. En vez de hacer trabajar al obrero con su herramienta, el capital le hace trabajar ahora con una máquina que maneja ella misma su instrumental.

Por tanto, a primera vista es evidente que la gran industria, incorporando al proceso de producción las enormes fuerzas de la naturaleza y las ciencias naturales, tiene que reforzar extraordinariamente la productividad del trabajo; lo que ya no es tan evidente...es que esta  fuerza productiva reforzada se logre a costa de una intensificación redoblada de trabajo por la otra parte.

La maquinaria, como todo lo que forma parte del capital constante, no crea valor; se limita a transferir el valor que ella encierra al producto que contribuye a fabricar. (pag.316)
Conviene, en primer término, advertir que la maquinaria es absorbida siempre íntegramente por el proceso de trabajo y sólo de un modo parcial por el proceso de valorización. No añade nunca más valor que el que pierde por término medio mediante el desgaste. Pero, en la maquinaria, esta diferencia entre el uso y el desgaste es mucho  mayor que en la herramienta, ya que aquélla, por estar hecha de materiales sólidos, es de más larga duración; su empleo, presidido por leyes rigurosamente científicas, permite una mayor economía en el desgaste de sus elementos y medios de consumo; y, finalmente, su campo de producción es incomparablemente mayor que el de la herramienta.

Si deducimos de ambas, maquinaria y herramienta, su gasto diario medio, o sea, la parte de valor que añaden al producto por el desgaste medio diario y el consumo de materias auxiliares: aceite, carbón, etc., vemos que ambas actúan gratis, como si se tratase de simples fuerzas naturales sin mezcla de trabajo humano. Por tanto, cuanto mayor sea el radio productivo de acción de la maquinaria, comparado con el de la herramienta, mayor será también su margen de funcionamiento gratuito.

Al llegar a la gran industria, el hombre aprende a hacer funcionar gratis en gran escala, como una fuerza natural, el producto de su trabajo pretérito, ya materializado. (pag.317)

Al estudiar la cooperación y la manufactura, veíamos que ciertas condiciones generales de producción, como los edificios, etc, se economizaban por el empleo en común, comparadas con  las  condiciones fragmentarias de producción del obrero aislado, y que,
por tanto, encarecían menos al producto. En la maquinaria, no es sólo el cuerpo de una máquina de trabajo el que se usa  y consume  por  muchas  herramientas, sino la misma máquina motriz, con una parte del mecanismo de transmisión, la que se pone al servicio de muchas máquinas de trabajo conjuntamente. (pag.318)

Dada la proporción de valor transferido por la maquinaria al producto, la magnitud de esta parte depende de su propia magnitud de valor. Cuanto menos trabajo encierre, menos valor transferirá al producto. Y cuanto menos valor transfiera, más productiva será la máquina y, por tanto, más se acercará su rendimiento al de las fuerzas naturales. La producción de maquinaria mediante maquinaria reduce, en efecto, su valor, en proporción a su volumen y eficacia. (pag.319)

Si la producción de una máquina costase tanto trabajo como el que su empleo ahorra, es evidente que con ello no se haría más que operar un simple desplazamiento de trabajo, es decir, que la suma global del trabajo necesario para la producción de una mercancía no disminuiría, ni aumentaría tampoco la fuerza productiva del trabajo. Sin  embargo, la diferencia entre el trabajo que la máquina cuesta y el trabajo que ahorra, o el grado de su productividad, no depende, evidentemente, de la diferencia entre su propio valor y el valor de la herramienta que suple. La diferencia subsiste mientras el costo de trabajo de las máquinas, y, por tanto, la parte de valor incorporada por ellas al producto, sean inferiores al valor que el obrero añadiría al objeto trabajado manejando su herramienta.

Por consiguiente, la productividad de las máquinas se mide por el grado en que suplen la fuerza humana de trabajo. Allí donde el viejo método del ...estampado de percal a mano se sustituye por el estampado a máquina, una sola máquina, asistida por un hombre o un chico, estampa en una hora, a cuatro colores, la misma cantidad de tela que antes 200 hombres en el mismo espacio de tiempo. (pag.320)

Por tanto, suponiendo que una máquina cueste tanto como los salarios anuales de los 150 obreros desplazados por ella, digamos 3.000 libras esterlinas, estas 3.000 libras esterlinas no son, ni mucho menos, la expresión en dinero del trabajo desplegado e incorporado por los 150 obreros al objeto sobre que este trabajo versa, sino solamente de una parte de su trabajo anual, o sea, aquella que se representa para ellos mismos en los jornales. En cambio, el valor en dinero de la máquina, las 3.000 libras esterlinas, expresa todo el trabajo invertido durante su producción, cualquiera que sea la proporción en que este trabajo cree salario para los obreros y plusvalía para el capitalista. Por tanto, si la máquina cuesta lo mismo que la fuerza de trabajo que viene a suplir, el trabajo materializado en ella será siempre mucho más pequeño que el trabajo vivo que suple.

Considerada exclusivamente como medio de abaratamiento  del pro-(pag.321)ducto, el límite de aplicación de la maquinaria reside allí donde su propia producción cuesta menos trabajo que el trabajo que su empleo viene a suplir. Sin embargo, para el capital, este límite es más estricto. Como el capital no paga el trabajo invertido, sino el valor de la fuerza de trabajo aplicada, para él el empleo de la maquinaria tiene su límite en la diferencia entre el valor  de  la  máquina  y  el valor de la fuerza de trabajo suplida por ella.... diferencia....que  determina el  costo de producción de  la mercancía  para  el propio capitalista y la que actúa sobre él, mediante las leyes coactivas de la concurrencia. (pag.322)

lunes, 28 de noviembre de 2011

Resumen Primer tomo, sección cuarta, Capitulo 13(Parte I)

CAPÍTULO XIII

MAQUINARIA Y GRAN INDUSTRIA

1.  Desarrollo histórico de las máquinas

En sus Principios de Economía política, dice John Stuart Mill: “ Cabría preguntarse si todos los inventos mecánicos aplicados hasta el presente han facilitado en algo los esfuerzos cotidianos de algún hombre.” Pero la maquinaria empleada por el capitalismo no persigue ni mucho menos, semejante objetivo. Su finalidad, como la de todo otro desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, es simplemente rasar las mercancías y acortar la parte de la jornada en que el obrero necesita trabajar para si, y, de ese modo, alargar la parte de la jornada que entrega gratis al capitalista. Es sencillamente, un medio para la producción de plusvalía.

En la manufactura, la revolución operada en el régimen de producción tiene como punto de partida la fuerza de trabajo; en la gran industria, el instrumento de trabajo.

Hemos de investigar, por tanto, qué es lo que convierte al instrumento de trabajo de herramienta en máquina y en qué se distingue ésta del instrumento que maneja el artesano.

Los matemáticos y los mecánicos...definen la herramienta como una máquina simple y la máquina como una herramienta compuesta. No encuentran diferencias esenciales entre ambas y dan el nombre de máquinas hasta a las potencias mecánicas más simples, tales como la palanca, el plano inclinado, el tornillo, la cuña, etc. Sin embargo, desde el punto de vista económico, esta definición es inaceptable, pues no tiene en cuenta el elemento histórico.(pag.302) 

Toda maquinaria un poco desarrollada se compone de tres partes sustancialmente distintas: el mecanismo de movimiento, el mecanismo de transmisión y la máquina-herramienta o máquina de trabajo.

La máquina motriz es la fuerza propulsora de todo el  mecanismo.  Esta máquina puede engendrar su propia fuerza motriz como hace la máquina de vapor, la máquina de aire caliente, la máquina electro-magnética, etc.,  o recibir el impulso de una fuerza natural dispuesta al efecto, como la rueda hidráulica del salto de agua, las aspas del viento, etc.

El mecanismo de transmisión, compuesto por volantes, ejes, ruedas dentadas, espirales, fustes, cuerdas, correas, comunicaciones y artefactos de la más diversa especie, regula el
movimiento, lo hace cambiar de for-(pag.303)ma cuando es necesario, transformándolo por ejemplo de perpendicular en circular, lo distribuye y transporta a la máquina instrumental.

Estas dos partes del mecanismo que venimos describiendo tienen por función comunicar a la máquina-herramienta el movimiento por medio del cual ésta sujeta y modela el objeto trabajado. De esta parte de la maquinaria, de la máquina-herramienta, es de donde  arranca la revolución industrial del siglo XVIII. Y es de aquí donde tiene todavía su diario punto de partida la transformación constante de la industria manual o manufacturera en industria mecanizada.

Si observamos un poco de cerca la máquina-herramienta,...la verdadera máquina de trabajo, vemos reaparecer en ella, en rasgos generales,...los aparatos y herramientas con que trabajan el obrero manual y el obrero de la manufactura, con la diferencia de que, en vez de ser herramientas en manos de un hombre, ahora son herramientas mecánicas, engranadas en un mecanismo.

La herramienta se convierte de simple herramienta en máquina cuando pasa de manos del hombre a pieza de un mecanismo. Y la diferencia salta inmediatamente a la vista, aun cuando el hombre siga siendo el motor primordial.

El número de instrumentos de trabajo con que el hombre puede operar al mismo tiempo, está circunscrito por el número de los instrumentos naturales de producción con que cuenta, es decir, por el número de sus órganos físicos propios.(pag.304) Así, por ejemplo, en la rueca, el pie sólo interviene como fuerza motriz, mientras que la mano que trabaja en el huso lo hace girar, tuerce la hebra y ejecuta la verdadera operación de hilado.

La misma máquina de (pag.305) vapor, tal y como fue inventada a fines del siglo XVII, durante el período de la manufactura, y en la forma en que persistió hasta el año 1880, aproximadamente, no provocó ninguna revolución industrial. Fue, por el contrario, la creación de las máquinas-herramientas la que obligó a revolucionar la máquina de vapor. La máquina de que arranca la revolución industrial sustituye al obrero que maneja una sola herramienta por un mecanismo que opera con una masa de herramientas iguales o parecidas a la vez y movida por una sola fuerza motriz, cualquiera que sea la forma de ésta. En esto consiste la máquina, con la que nos encontramos aquí como elemento simple de la producción maquinizada.

Al ampliarse el volumen de la máquina de trabajo y multiplicarse el número de herramientas con que opera simultáneamente, se hace necesario un mecanismo motor más potente, y a su vez, este mecanismo, para poder vencer y dominar su propia resistencia, exige  una fuerza motriz más potente que la humana; aparte de que el hombre es un instrumento muy imperfecto de producción, cuando se trata de conseguir movimientos uniformes y continuos. De todas las grandes fuerzas motrices que nos lega el período manufacturero, la más imperfecta de todas es el caballo; por varias razones: porque los caballos no son siempre disciplinados, por su carestía y por el radio limitado de aplicación de estos animales en las fábricas. A (pag.306) pesar de todo esto, el caballo fue la fuerza motriz más extendida durante los años de la infancia de la gran industria, como lo atestigua...el hecho de que la fuerza mecánica se siga valorando hasta hoy en caballos de fuerza.

El viento era demasiado inconstante e incontrolable; en Inglaterra, cuna de la gran industria, el empleo de la fuerza hidráulica predominaba ya durante el período manufacturero. Ya en siglo XVII se había intentado accionar con una sola rueda hidráulica dos torniquetes y dos molinos. 

Sin embargo, también el empleo de la fuerza hidráulica como fuerza motriz predominante llevaba aparejadas ciertas dificultades. No podía aumentarse a voluntad ni se podía tampoco subvenir a su escasez, fallaba en ocasiones y, sobre todo, se hallaba sujeta a un sitio fijo.

Fue la segunda máquina de vapor de Watt, la llamada máquina doble, la que introdujo el primer motor cuya fuerza motriz se engendraba en su propio seno, alimentándola con carbón y agua y cuya potencia era controlable en un todo por el hombre; una máquina móvil, que brindaba un medio de locomoción, susceptible de ser utilizada en las ciudades y no sólo en el campo, como la rueda hidráulica, que permitía concentrar la producción en los centros urbanos en vez de dispersarla por el campo (pag.307) como aquélla, máquina universal por sus posibilidades tecnológicas de aplicación y relativamente poco supeditada en su aspecto geográfico a circunstancias de orden local.

El gran genio de Watt se acredita en la especificación de la patente expedida a su favor en abril de 1784, en la que su máquina a vapor no se presenta como un invento con fines especiales, sino como un agente general de la gran industria.

Ahora, una sola máquina motriz puede accionar muchas máquinas de trabajo al mismo tiempo. Al llegar aquí, hay que distinguir dos cosas: la cooperación de muchas máquinas semejantes y el sistema de maquinaria. (pag.308) Mas, para que exista verdadero sistema de maquinaria y no una serie de máquinas independientes, es necesario que el objeto trabajado recorra diversos procesos parciales articulados entre sí como otras tantas etapas y ejecutados por una cadena de máquinas diferentes, pero relacionadas las unas con las otras y que se complementen mutuamente. Aquí, volvemos a encontrarnos con aquella cooperación basada en la división del trabajo característica de la manufactura, pero ahora como combinación de diferentes máquinas parciales.(pag.309)

La máquina de trabajo combinada, que ahora es un sistema orgánico de diversas máquinas y grupos de máquinas, es tanto más perfecta cuanto más continuo es el proceso total, es decir, cuanto menores son las interrupciones que se deslizan en el tránsito de la materia (pag.310) prima desde la primera fase hasta la última y, por tanto, cuanto menor es la intervención de la mano del hombre en este proceso y la mayor la del mismo mecanismo, desde la fase inicial hasta la fase final.

Si en la manufactura el aislamiento de los procesos diferenciados es un principio dictado por la propia división del trabajo, en la fábrica ya desarrollada impera el principio de la continuidad de los procesos específicos.

Todo sistema de maquinaria, ya se base en la simple cooperación de máquinas de trabajo de la misma clase, como ocurre en las fábricas textiles, o en la combinación de máquinas distintas,  como en las fábricas de hilado, constituye ...un gran autómata. (pag.311)
La base técnica inmediata de la gran industria se halla...en la manufactura. Fue ella la que introdujo la maquinaria con que ésta pudo desplazar a la  industria  manual y manufacturera, en las ramas de producción de que primero se adueñó. Al llegar a una determinada fase de (pag.312) desarrollo, la gran industria se hizo, además, técnicamente incompatible con su base manual y manufacturera. La manufactura no podía lanzar al mercado, por ejemplo, máquinas como la moderna prensa de imprimir, el telar a vapor moderno y la moderna máquina de cardar.

Al  revolucionarse el régimen de producción en una rama industrial, ésta arrastra consigo a las otras. La revolución experimentada  por el régimen de producción agrícola e industrial determinó, a su vez, un cambio revolucionario en cuanto a las condiciones generales del proceso social de producción... en cuanto a los medios de comu-(pag.313)nicación  y  transporte.

Por todas estas razones, la gran industria no tuvo más remedio que apoderarse de su medio  característico de producción, de la máquina, y producir máquinas por medio de máquinas. De este modo, se creó su base técnica adecuada y se levantó sobre sus propios pies. En efecto, en los primeros decenios del siglo XIX, al desarrollarse la industria maquinizada, la maquinaria se fue adueñando paulatinamente de la fabricación de máquinas-herramientas. Sin embargo, fue en estos últimos tiempos cuando la construcción de los grandes ferrocarriles y la navegación transoceánica provocaron la creación de esas máquinas ciclópeas empleadas para construir los grandes mecanismos motores. (pag.314)

Al convertirse en maquinaria, los instrumentos de trabajo adquieren una modalidad material de existencia que exige la sustitución de la fuerza humana por las fuerzas de la naturaleza y de la rutina nacida de la experiencia por una aplicación consciente de las ciencias naturales.

En la manufactura, la división y articulación del proceso social del trabajo es puramente subjetiva, una simple combinación de obreros parciales; en el sistema basado en la maquinaria, la gran industria posee un organismo perfectamente objetivo de producción con que el obrero se encuentra como una condición material lista y acabada. (pag.315)

Por tanto, ahora es la propia naturaleza del instrumento de trabajo la que impone como una necesidad técnica el carácter cooperativo del proceso de trabajo.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Resumen Primer tomo, sección cuarta, Capitulo 12.

CAPÍTULO XII

DIVISIÓN DEL TRABAJO Y MANUFACTURA

1.      Doble origen de la manufactura

La cooperación basada en la división del trabajo cobra forma clásica en la manufactura. Como forma característica del proceso capitalista de producción, este sistema impera durante el verdadero período manufacturero,...va desde mediados del siglo XVI hasta el último tercio de siglo XVIII.

La manufactura surge históricamente de dos modos.

Uno consiste en reunir en un solo taller bajo el mando del mismo capitalista a los obreros de diversos oficios independientes, por cuyas manos tiene que pasar el producto hasta su terminación. Así...un coche es el producto colectivo de los trabajadores de toda una serie de artesanos independientes: carreros, talabarteros, costureros, cerrajeros, latoneros, torneros, tapiceros, vidrieros, pintores, barnizadores, doradores, etc. La manufactura de coches reúne en un taller todos estos oficios y los entrelaza.

En un principio, la manufactura de coches no es más que una combinación de oficios independientes. Poco a poco, se va convirtiendo en un sistema de división de la producción de coches en las diversas operaciones especiales que la integran, cada una de las cuales se erige en función exclusiva de un obrero, siendo ejecutadas en conjunto por la colectividad de estos obreros parciales. Del mismo modo, mediante la combinación de diversos oficios bajo el mando del mismo capital, surgieron la manufactura de paños y toda otra serie de manufacturas.(pag.273) 

Pero la manufactura puede también nacer por un camino inverso, cuando el mismo capital reúne simultáneamente en el mismo taller a muchos oficiales que ejecutan el mismo trabajo o un trabajo análogo, que hacen, por ejemplo, papel o tipos de imprenta o agujas. Es un caso de cooperación en su forma más simple. Hasta que sobrevienen diversas causas externas, que obligan a utilizar de otro modo la concentración de los obreros en el mismo local y la simultaneidad de sus trabajos. Se requiere, por ejemplo, entregar dentro de un plazo una cantidad más o menos grande de mercancías terminadas. Para lograrlo, se distribuye el trabajo. En vez de hacer que un mismo oficial ejecute, unas tras otras, todas las operaciones, éstas se desglosan, se aíslan y separan en el espacio, confiándose cada una de ellas a un oficial distinto, para que entre todos, en régimen de cooperación, fabriquen la mercancía deseada.

Esta distribución que comienza siendo casual, se repite, acredita ventajas especiales, y, poco a poco, va cristalizando en sistema, bajo la forma de división del trabajo. De producto individual de un artesano independiente, que lo hace todo, la mercancía se convierte en producto social de una colectividad de artesanos, especializados cada uno de ellos en una operación parcial distinta.

Como se ve, los orígenes de la manufactura y su derivación del artesanado son dobles.

De una parte, la manufactura brota de la combinación de diversos oficios independientes, que mantienen su independencia y su aislamiento hasta el instante en que se convierten en otras tantas operaciones parciales y entrelazadas del proceso de producción de una misma (pag.273) mercancía. De otra parte, la manufactura brota de la cooperación de artesanos afines, atomizando su oficio individual en las diversas operaciones que lo integran y aislando éstas y haciéndolas independientes hasta que cada una de ellas se convierte en función  exclusiva y específica de un obrero.

Pero cualquiera que sea su punto de partida, su forma final es siempre la misma: la de un mecanismo de producción cuyos órganos son hombres.

Para comprender bien el alcance de la división del trabajo en la manufactura, es esencial no perder de vista los siguientes puntos.

En primer lugar, el análisis del proceso de producción en sus fases especiales coincide aquí por entero con la descomposición de un oficio manual en las diversas operaciones parciales que lo integran. Pero sean simples o complejas la ejecución de estas operaciones conserva su carácter manual, dependiendo por tanto de la fuerza, la destreza, la rapidez y la seguridad del obrero individual en el manejo de su herramienta.

El oficio manual sigue siendo la base de todo. Esta base técnica estrecha excluye un análisis verdaderamente científico del proceso de producción, ya que todo proceso parcial recorrido por el producto ha de ser necesariamente susceptible de ser ejecutado como trabajo parcial manual. Y esto, el hecho de que la pericia manual del operario forme aquí la base del proceso de producción, hace que cada obrero sólo se asimile una función parcial y que su fuerza de trabajo se convierta en órgano vitalicio de esta función. Finalmente, esta división del trabajo es una modalidad especial de cooperación, muchas de cuyas ventajas se derivan, no de esta forma específica de cooperación, sino de su carácter general.

2.  El obrero parcial y su herramienta

Si nos detenemos a analizar de cerca y en detalle este proceso, vemos ante todo que el obrero, reducido a ejecutar de por vida la misma sencilla operación, acaba por ver convertido todo su organismo en órgano automático y limitado de esta operación, la cual hace que necesite, para ejecutarla, menos tiempo que el oficial obligado a ejecutar por turno toda una serie de operaciones distintas. El obrero total combinado que forma el mecanismo viviente de la manufactura es, en realidad, una suma de obreros parciales y limitados de este tipo. Comparada con los oficios independientes la división del trabajo permite, pues, producir más en menos tiempo, o lo que es lo mismo, potencia la fuerza productiva del trabajo.
Además, los métodos del trabajo parcial se perfeccionan, al hacerse inde-(pag.274)pendientes, como otras tantas funciones exclusivas de diversos obreros. La repetición constante de las mismas operaciones concretas y la concentración de la mente en ellas enseñan, según lo demuestra la experiencia, a conseguir el efecto útil perseguido con el mínimo desgaste de fuerzas. Y como en la misma manufactura conviven y trabajan juntas siempre varias generaciones de obreros, los secretos técnicos del arte descubierto por unas van consolidándose, acumulándose y se transmiten a las siguientes. La manufactura crea...el virtuosismo del obrero especializado, reproduciendo y llevando a sus últimos límites, de un modo sistemático, en el interior del taller, la diferenciación elemental de las industrias con que se encuentra en la sociedad. (pag.275)

Aquí, la mayor productividad se debe, bien al mayor gasto de fuerza de trabajo en un espacio de tiempo dado, es decir, a la mayor intensidad del trabajo, bien a la disminución del empleo improductivo de fuerza de trabajo.

El rendimiento del trabajo no depende sólo del virtuosismo del obrero, sino que depende también de la perfección de las herramientas con que trabaja. La diferenciación de los instrumentos de trabajo, gracias a la cual instrumentos de la misma clase adquieren formas fijas especiales para cada aplicación concreta, y su especialización, que hace que estos instrumentos especiales sólo adquieren plena eficacia y den todo su rendimiento en manos de operarios parciales especializados, son dos rasgos característicos de la manufactura. (pag.276)

Con esto, la manufactura crea una de las condiciones materiales para el empleo de maquinaria, que no es más que una combinación de instrumentos simples.

El obrero especializado y su herramienta forman los elementos simples de la manufactura. Estudiemos ahora esta forma de producción vista en su conjunto.

3. Las dos formas fundamentales de la manufactura: manufactura heterogénea y manufactura orgánica.

La organización de la manufactura presenta dos formas fundamentales que, aunque a veces aparezcan combinadas, representan dos tipos esencialmente distintos y desempeñan un papel radicalmente distinto también, sobre todo por lo que se refiere a la transformación ulterior de la manufactura en la gran industria basada en el mecanismo. Este doble carácter responde a la naturaleza de los trabajos realizados. Unas veces, el objeto fabricado está compuesto por un conjunto puramente mecánico de productos parciales independientes; otras veces, es el resultado de una serie sucesiva de manipulaciones y procesos enlazados entre si.

Una locomotora...está formada por más de 5.000 piezas independientes. El reloj que comenzó siendo producto individual de un artesano de Nuremberg, fue convirtiéndose en el producto social de un conjunto de obreros parciales, encargados respectivamente de fabricar las piezas en bruto, los muelles, la esfera, el espiral, los agujeros en que van las piedras y las palancas con rubíes, las manillas, la caja, los tornillos y el dorado, trabajos que luego se subdividían en una larga serie de variedades...(pag.277)

El segundo tipo de manufactura, que es su forma más perfecta, produce artículos que recorren toda una serie de fases y procesos gradua- (pag.278)les, como ocurre por ejemplo con el alambre en las manufacturas de agujas, que pasa por las manos de 72 y hasta 92 obreros parciales especializados. Comparada con el artesanado, esta forma de producción supone un  aumento de  fuerza productiva, aumento que tiene su origen en el
carácter  cooperativo  general  de  la  manufactura. El  obrero  colectivo,  formado por
la combinación de obreros detallistas, tira del alambre con una parte de sus muchas manos, armadas de instrumentos, a la par que con otras manos y otras herramientas lo estira, lo corta, lo aguza, etc. Esto permite suministrar más mercancías acabadas en el mismo tiempo.

Es cierto que aquella simultaneidad responde a la forma cooperativa general del proceso colectivo de trabajo, pero la manufactura no se limita a recoger y continuar las condiciones(pag.279) de la cooperación tal y como las encuentra, sino que en parte las crea desglosando el trabajo artesanal. Por otra parte, si consigue esta organización social del proceso de trabajo, es a costa de encadenar siempre al mismo obrero a la ejecución del mismo detalle. El resultado del trabajo de unos forma el punto de partida del resultado del trabajo de otros.

La experiencia se encarga de señalar el tiempo de trabajo necesario para la consecución del efecto útil apetecido en cada proceso parcial, y el mecanismo total de la manufactura descansa sobre la premisa de que en un tiempo de trabajo dado se puede alcanzar un resultado dado. Sin esta premisa, no podrían interrumpirse ni empalmarse en el tiempo y en el espacio los diversos procesos de trabajo que se complementan los unos a los otros.

Es evidente que esta interdependencia directa de los trabajos y, por tanto, de los obreros que los ejecutan, obliga a éstos a no invertir en su función más que el tiempo estrictamente necesario para realizarla, con lo que se establecen una continuidad, una uniformidad, una regularidad, una reglamentación, y sobre todo una intensidad del trabajo completamente distintas a las de los oficios independientes e incluso a las de la cooperación simple.

En el régimen de producción de mercancías, la concurrencia impone como norma imperativa la de que en la fabricación de una mercancía no se invierta nunca más que el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción, puesto que, para decirlo en términos superficiales, cada productor tiene que vender sus mercancías a los precios del mercando.

En la manufactura, la fabricación de una determinada cantidad de productos en un tiempo determinado es una ley técnica del propio proceso de producción.

Sin embargo, diversas operaciones exigen distinto tiempo y suministran, por tanto, en el mismo tiempo, cantidades distintas de productos parciales. Por consiguiente, para que el mismo obrero pueda ejecutar día tras día la misma operación, es necesario que, tratándose de operaciones distintas, se emplee un número proporcional y distinto de obreros; por ejemplo, en una manufactura de tipos de imprenta, en la que el fundidor funde 2.000 tipos a la hora, l rompedor rompe 4.000 y el frotador pule 8.000, la proporción deberá ser de 4 fundidores y 2 rompedores por 1 frotador. (pag.280)  Este régimen desarrolla, a la par con la ramificación cualitativa, la regla cuantitativa y la proporcionalidad del proceso social del trabajo. (pag.281)

Pero a pesar de las muchas ventajas que la manufactura combinada supone, ésta no llega a adquirir jamás, sobre sus propias bases, una verdadera unidad técnica. Para ello, tiene que transformarse en industria maquinizada.

Durante el período manufacturero, que en seguida de aparecer proclama como principio consciente la reducción del tiempo de trabajo necesario para la producción de una mercancía, va desarrollándose esporádicamente el empleo de máquinas, sobre todo para ciertos procesos primarios simples, susceptibles de ser ejecutados en masa y con gran despliegue de fuerzas. Así, por ejemplo, en las manufacturas papeleras se introducen muy pronto los molinos de papel, destinados a triturar los trapos, y en la industria metalúrgica los llamados molinos quebranta-(pag.282) dores, destinados a triturar el mineral.

La época del artesanado nos entrega las grandes invenciones la brújula, la pólvora, la imprenta y el reloj automático. Pero en líneas generales, la maquinaria desempeña todavía en esta época aquella función secundaria que Adam Smith le asigna a la par de la división del trabajo. La maquinaria específica del período de la manufactura es, desde luego, el mismo obrero colectivo, producto de la combinación de muchos obreros parciales. (pag.283)

La limitación y hasta la imperfección del obrero parcial son las que determinan su perfección como miembro o parte integrante del organismo obrero total. Como las funciones del obrero colectivo son unas veces más sencillas y otras más complicadas, más primitivas o más desarrolladas, reclaman de sus órganos, de los obreros individuales, grados muy distintos de desarrollo, razón por la cual éstos poseen un valor muy diverso. De este modo, la manufactura va creando una jerarquía de fuerzas de trabajo, a la que corresponde una escala o gradación de salarios.
           
La manufactura crea, pues, en todos los oficios, una clase especial de obreros, la de los llamados peones, que no tenían cabida en la industria artesana. A la par que fomenta hasta el virtuosismo las especialidades parciales y detallistas a costa de la capacidad conjunta de trabajo, convierte en especialidad la ausencia de toda formación. La escala jerárquica del trabajo se combina con la división pura y simple de los obreros en obreros especializados y peones. Los gastos de educación de éstos desaparecen; los de los primeros disminuyen respecto (pag.284) al artesanado, al simplificarse sus funciones. El resultado, en ambos casos, es la disminución del valor de la fuerza de trabajo.

Hay, sin embargo, una excepción, que se da cuando el desdoblamiento del proceso de trabajo crea nuevas funciones complejas, que no se daban o no podían darse con la misma extensión en la industria artesana.

4. División del trabajo dentro de la manufactura y división del trabajo dentro de la sociedad.

Hemos estudiado...los orígenes de la manufactura, luego sus elementos simples, el obrero parcial y su herramienta, y finalmente su mecanismo de conjunto. Ahora, examinaremos rápidamente la relación que existe  entre la división del trabajo en la manufactura y la división del trabajo en la sociedad, como base general de la producción de mercancías. Si nos fijamos en el trabajo mismo, podemos considerar la división de la producción social en sus grandes sectores, la agricultura, la industria, etc., como división del trabajo en general, la clasificación de estos sectores en categorías y subcategorías como  división  del  trabajo en particular, y la división del trabajo establecida dentro de un taller como división del trabajo en el caso concreto.

La división del trabajo dentro de la sociedad, con la consiguiente adscripción de los individuos a determinadas órbitas profesionales, se desarrolla, al igual que la división del trabajo dentro de la manufactura, arrancando de puntos de partida contrapuestos.

Dentro de la familia, (pag.285) y más tarde, al desarrollarse ésta, dentro de la tribu, surge una división natural del trabajo, basada en las diferencias de edades y de sexo, es decir, en causas puramente fisiológicas, que, al dilatarse la comunidad, al crecer la población y, sobre todo, al surgir los conflictos entre diversas tribus, con la sumisión de unas por otras, va extendiéndose su radio de acción.De otra parte, brota...el intercambio de productos en aquellos puntos en que entran en contacto diversas familias, tribus y comunidades, pues en los orígenes de la civilización no son los individuos los que tratan, sino las familias, las tribus, etc.

Diversas comunidades descubren en la naturaleza circundante diversos medios de producción y diversos medios de sustento. Por tanto, su modo de producir, su modo de vivir y sus productos varían. Estas diferencias naturales son las que, al entrar en contacto unas comunidades con otras, determinan el intercambio de los productos respectivos y, por tanto, la gradual transformación de estos productos en mercancías.

No es el cambio el que crea la diferencia entre las varias órbitas de producción; lo que hace el cambio es relacionar estas órbitas distintas las unas de las otras; convirtiéndolas así en ramas de una producción global de la sociedad unidas por lazos más o menos estrechos de interdependencia.

Allí donde la división fisiológica del trabajo sirve de punto de partida, los órganos especiales de una unidad cerrada y coherente se desarticulan los unos de los otros, se fraccionan – en un proceso de desintegración impulsado primordialmente por el intercambio de mercancías  con otras comunidades – y se independizan hasta un punto en que el cambio de los productos como mercancías sirve de agente mediador de enlace entre los diversos trabajos.

La base de todo régimen de división del trabajo un poco desarrollado y condicionado por el intercambio de mercancías  es la separación entre la ciudad y el campo. Puede decirse que toda la historia económica de la sociedad se resume en la dinámica de este antagonismo, en cuyo análisis no podemos detenernos aquí. (pag.286)

Como la producción y circulación de mercancías son la premisa de todo régimen capitalista de producción, la división manufacturera del trabajo requiere que la división del trabajo dentro de la sociedad haya alcanzado ya cierto grado de madurez. A su vez, la división del trabajo en la manufactura repercute en la división del trabajo dentro de la sociedad, y la impulsa y multiplica. Al diferenciarse los instrumentos de trabajo, se diferencian cada vez más las industrias que los producen. La explotación manufacturera, encargada de fabricar todas las especialidades, da un nuevo impulso a la división territorial del trabajo, que circunscribe deter-(pag.287)minadas ramas de producción a determinadas regiones de un país.

La expansión del mercado mundial y el sistema colonial, que figuran entre las condiciones generales del sistema, suministran al período manufacturero material abundante para el régimen de división del trabajo dentro de la sociedad. Sin embargo, a pesar de las grandes analogías y de la concatenación existentes entre la división del trabajo dentro de la sociedad y la división del trabajo dentro de un taller, media entre ambas una diferencia no solo de grado, sino de esencia.

Donde más palmaria aparece la analogía es allí donde un vínculo interno une a varias ramas industriales. Así...el ganadero produce pieles, el curtidor las convierte en cuero y el zapatero hace de éste botas. Como se ve, cada uno de estos tres industriales fabrica  un producto gradual distinto y la mercancía final resultante es el producto combinado de sus trabajos específicos.

Pero, ¿ qué es lo que enlaza los trabajos independientes del ganadero, el curtidor y el zapatero ? El hecho de que sus productos respectivos tengan (pag.288) la consideración de mercancías.¿ Qué caracteriza, en cambio, a la división manufacturera del trabajo ? El hecho de que el obrero parcial no produce mercancías. Lo que se convierte en mercancía es el producto común de todos ellos.

La división del trabajo dentro de la sociedad se opera por medio de la compra y venta de los productos de las diversas ramas industriales; los trabajos parciales que integran la manufactura se enlazan por medio de la venta de diversas fuerzas de trabajo a un capitalista, que las emplea como una fuerza de trabajo combinada.

La división manufacturera del trabajo supone la concentración de los medios de producción en manos de un capitalista; la división social del trabajo supone el fraccionamiento de los medios de producción entre muchos productores de mercancías independientes los unos de los otros.

Claro está que las diversas esferas de producción procuran mantenerse constantemente en equilibrio...Pero esta tendencia constante de las diversas esferas de producción a mantenerse en equilibrio sólo se manifiesta como reacción contra el desequilibrio constante. La norma que en el régimen (pag.289) de división del trabajo dentro del taller se sigue a priori, como un plan establecido, en la división del trabajo dentro de la sociedad sólo rige a  posteriori, como una ley natural interna, muda, perceptible tan sólo en los cambios barométricos de los precios del mercado y como algo que se impone al capricho y a la arbitrariedad de los productores de mercancías.

La división del trabajo en la manufactura supone la autoridad incondicional del capitalista sobre hombres que son otros tantos miembros de un mecanismo global de su propiedad; la división social del trabajo enfrenta a los productores independientes de mercancías que no reconocen más autoridad que la de la concurrencia, la coacción que ejerce sobre ellos la presión de sus mutuos intereses...Por eso la misma conciencia burguesa, que festeja la división manufacturera del trabajo, la anexión de por vida del obrero a faenas de detalle y la supeditación incondicional de estos obreros parcelados al
capital como una organización del trabajo que incrementa la fuerza productiva de éste, denuncia con igual clamor todo lo que suponga una reglamentación y fiscalización consciente de la sociedad  en el  proceso  social de producción como si se tratase de una usurpación de los derechos inviolables de propiedad, libertad y libérrima “genialidad” del capitalista individual. En la sociedad del régimen capitalista de producción, la anarquía de la división social del trabajo y el despotismo de la división del trabajo en la manufactura se condicionan recíprocamente;...(pag.290)

Mientras que la división del trabajo dentro de la estructura total de una sociedad, se hallase o no condicionada al cambio de mercancías, es inherente a los tipos económicos más diversos de sociedad, la división manufacturera del trabajo constituye una creación peculiar y específica del régimen capitalista de producción.

5. Carácter capitalista de la manufactura

La existencia de un número relativamente grande de obreros que trabajan bajo el mando del mismo capital es el punto natural y primitivo de partida de la cooperación en general, y de la manufactura en particular. (pag.292) A su vez, la división manufacturera del trabajo convierte en necesidad técnica la incrementación del número de obreros empleados. Ahora, es la división del trabajo reinante la que prescribe a cada capitalista el mínimo de obreros que ha de emplear.

Ahora bien; al crecer el capital variable, tiene que crecer también necesariamente el capital constante, y al aumentar de volumen las condiciones comunes de producción, los edificios, los hornos, etc., tienen que aumentar, y mucho más rápidamente que la nómina de obreros, las materias primas. La masa de éstas, absorbida en un tiempo dado por una cantidad dada de trabajo, aumenta en la misma proporción en que aumenta, por efecto de su división, la fuerza productiva del trabajo.

Por tanto, el volumen mínimo progresivo del capital concentrado en manos de cada capitalista, o sea, la transformación progresiva de los medios de vida y de los medios de producción de la sociedad en capital, es una ley que brota del carácter técnico de la manufactura.

El mecanismo social de producción, integrado por muchos obreros individuales parcelados, pertenece al capitalista. Por eso la fuerza productiva que brota de la combinación de los trabajos se presenta como virtud productiva del capital. Mientras que la cooperación simple deja intacto, en general, el modo de trabajar de cada obrero, la manufactura lo revoluciona desde los cimientos hasta el remate y muerde en la raíz de la fuerza de trabajo individual. (pag.293)

En sus orígenes, el obrero vendía la fuerza de trabajo al capitalista por carecer de los medios materiales para la producción de una mercancía; ahora, su fuerza individual de trabajo se queda inactiva y ociosa si no la vende al capital. Lo que los obreros parciales pierden, se concentra, enfrentándose con ellos, en el capital.

Es el resultado de la división manufacturera del trabajo al erigir frente a ellos, como propiedad ajena y poder dominador, las potencias espirituales del proceso material de producción. Este proceso de disociación comienza con la cooperación simple, donde el capitalista representa frente a los obreros individuales la unidad y la voluntad del cuerpo social del trabajo.

El proceso sigue avanzando en la manufactura, que mutila al obrero, al convertirlo en obrero parcial. Y se remata en la gran industria, donde la ciencia es separada del trabajo como potencia independiente de producción y aherrojada al servicio del capital. (pag.294)

La cooperación basada en la división del trabajo, o sea, la manufactura, es, en sus orígenes, una manifestación elemental. Tan pronto como cobra alguna consistencia y amplitud, se convierte en una forma consciente, reflexiva y sistemática del régimen capitalista de producción. Y si esta forma cambia, es siempre, salvo en manifestaciones secundarias, al operarse una revolución en los instrumentos de trabajo. (pag.296)

Como forma específicamente capitalista del proceso social de producción – que, apoyándose en las bases preestablecidas, sólo podía seguirse desarrollando bajo la forma capitalista – , esta organización no es más que un método especial de creación de plusvalía relativa, un procedimiento para incrementar las ganancias del capital – la llamada riqueza social, “riqueza de las naciones”, etc. –  a costa de los obreros. Este método no sólo desarrolla la fuerza productiva social del trabajo para el capitalista exclusivamente, en vez de desarrollarla para el obrero, sino que, además, lo hace a fuerza de mutilar al obrero individual. Crea nuevas condiciones para que el capital domine sobre el trabajo. Por tanto, aunque por un lado represente un progreso histórico y una etapa necesaria en el proceso económico de formación de la sociedad, por otro lado es un medio de explotación civilizada y refinada. (pag.297)

La diferenciación entre las ramas de producción social hace que las mercancías se fabriquen mejor; los diversos instintos y talentos de los hombres buscan campo apropiado para desenvolverse, y, sin restringirse es imposible hacer nunca nada importante. Por tanto, la división del trabajo perfecciona el producto y el productor. (pag.298)
Como la pericia manual del operario es la base de la manufactura y el mecanismo total que en ella funciona no posee un esqueleto objetivo independiente de los propios obreros, el capital tiene que luchar constantemente con la insubordinación de los asalariados. Además, la manufactura no podía abarcar la producción social en toda su extensión, ni revolucionarla en su entraña. Su obra de artificio económico se vio coronada por la vasta red del artesanado urbano y de la industria doméstica local. Al alcanzar cierto grado de desarrollo, su propia base técnica, estrecha, hízose incompatible con las necesidades de la producción que ella misma había creado. (pag.300)

Uno de los frutos más acabados era el taller de fabricación de los propios instrumentos de trabajo, y sobre todo de los aparatos mecánicos complicados, que ya comenzaban a emplearse. Este producto de la división manufacturera del trabajo producía, a su vez, máquinas. Y la máquina pone fin a la actividad manual artesana como principio normativo de la producción social. De este modo se consiguen dos cosas. Primero, desterrar la base técnica en que apoyaba la anexión de por vida del obrero a una función parcial. Segundo, derribar los diques que este mismo principio oponía al imperio del capital. (pag.301)