jueves, 10 de noviembre de 2011

Resumen Primer tomo, sección tercera, Capitulo 8 ( VI parte)

6.  Lucha por la jornada normal de trabajo. Restricción legal del tiempo de trabajo. La legislación fabril inglesa de 1833 a 1864.
Como hemos visto, el capital necesitó varios siglos para prolongar la jornada de trabajo hasta su límite máximo normal, rebasando luego éste hasta tropezar con las fronteras de la jornada natural de 12 horas; pues bien, con el nacimiento de la gran industria, en el último tercio del siglo XVIII, se desencadenó un violento y desenfrenado proceso, arrollador como una avalancha. Todas las barreras puestas por las costumbres y la naturaleza, la edad y el sexo, el día y la noche, fueron destruidas. Hasta los mismos conceptos del día y la noche, tan rústicamente simples en los viejos estatutos, se borraron y oscurecieron de tal modo, que todavía en 1860 un juez inglés tenía que derrochar una agudeza verdaderamente talmúdica para “fallar” qué era día y qué la noche. Fueron los tiempos orgiásticos del capital.
Tan pronto como la clase obrera, aturdida por el estrépito de la producción, volvió un poco en sí, comenzó el movimiento de resistencia, partiendo de Inglaterra, país natal de la gran industria. Sin embargo, durante 30 años, las concesiones arrancadas por los trabajadores fueron puramente nominales. Durante 1802 hasta 1833, el parlamento dio cinco leyes reglamentando el trabajo, pero fue lo suficientemente astuto para no votar ni un solo céntimo destinado a su ejecución, a dotaciones del personal burocrático, etc. Y las leyes se quedaron en letra muerta.  El hecho es que, antes de la ley de 1833, se podía explo-(pag.219)tar toda la noche, todo el día o ambos ad limitum a los niños y a  los jóvenes.
La jornada normal de trabajo de la industria moderna data de la ley fabril de 1833 – decretada para la industria algodonera y las industrias del lino y la seda –. Nada caracteriza mejor el espíritu del capital que la historia de la legislación fabril inglesa desde 1833 hasta 1864.(pag.220)

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