viernes, 16 de septiembre de 2011

suspensión clase 17 de Septiembre.

Informamos que la clase del día 17 de septiembre se suspenderá.

La próxima sesión se realizará el Sábado 24 de septiembre a las 16:30 en la casa FECH.


saludos.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Resumen Primer tomo, sección primera, Capitulo 3 (III parte)

  1. Dinero

La mercancía que funciona como medida de valor y por tanto, sea en persona o a través de un representante, como medio de circulación, es el dinero. El oro o, en su caso, la plata es, por consiguiente, dinero.
El oro desempeña funciones de dinero de dos modos: las desempeña allí donde actúa en su corporeidad áurea…como mercancía dinero, sin reducirse…a una forma puramente ideal, como cuando interviene como medida de valor, ni de un modo representativo, como en su papel de medio de circulación; y las desempeña también allí donde su función, ya la ejecute en persona o por medio de un representante, lo plasma como configuración exclusiva de valor o única existencia adecuada del valor de cambio frente a todas las demás mercancías, consideradas como simples valores de uso.

a) Atesoramiento
El dinero se inmoviliza o se convierte… de mueble en inmueble, de moneda en dinero, tan pronto como se interrumpe la serie de metamorfosis, tan pronto como la venta no se complementa con la compra que normalmente le sigue.
El dinero se petrifica, convirtiéndose en tesoro, y el vendedor de mercancías en atesorador.
De este modo, el oro y la plata se erigen por sí mismos en expresiones sociales de la abundancia y la riqueza. (pag.88)
 “¡ Cosa maravillosa es el oro ! Quien tiene oro es dueño y señor de cuánto apetece. Con oro, hasta se hacen entrar las almas en el paraíso".( Colón, en carta escrita desde Jamaica en 1503)
Como el dinero no lleva escrito en la frente lo que con él se compra, todo, sea o no mercancía, se convierte en dinero. Todo se puede comprar y vender. La circulación es como una gran retorta social a la que se lanza todo, para salir de ella cristalizado en dinero. (pag.89)
 Pero, de suyo,el dinero es también una mercancía, un objeto material, que puede convertirse en propiedad privada de cualquiera. De este modo, el poder social se convierte en poder privado de un particular. Por eso, la sociedad antigua la denuncia como la moneda corrosiva de su orden económico y moral.
La mercancía como valor de uso satisface una determinada necesidad y constituye un elemento específico de la riqueza material.
En cambio, el valor de la mercancía mide el grado de su fuerza de atracción sobre todos los elementos de la riqueza material. Mide, por tanto, la riqueza social de su poseedor. (pag.90)
El instinto de atesoramiento es inmenso por naturaleza. Cualitativamente o en cuanto a su forma, el dinero no conoce fronteras: es el representante general de la riqueza material, pues puede trocarse directamente en cualquier mercancía.
Pero, al mismo tiempo, toda suma efectiva de dinero es cuantitativamente limitada, pues sólo posee poder adquisitivo dentro de límites concretos.
Esta contradicción entre la limitación cuantitativa del dinero y su carácter cualitativamente ilimitado, empuja incesantemente al atesorador al tormento de Sísifo de la acumulación.
Para retener el oro como dinero y, por tanto, como materia de atesoramiento, hay que impedirle que circule o se invierta como  medio  de  compra  en  artículos de disfrute. El atesorador sacrifica al fetiche del oro los placeres de la carne. Abraza el evangelio de la abstención.
Además, sólo puede sustraer de la circulación en forma de dinero lo que incorpora a ella en forma de mercancías. Cuanto más produce, más puede vender. La laboriosidad, el ahorro y la avaricia son…sus virtudes cardinales, y el vender mucho y comprar poco el compendio de su ciencia económica.
La masa del dinero circulante ha de ser, por tanto, capaz de contracción y de expansión.
Para que la masa de dinero que realmente circula satisfaga en todo momento el grado de saturación de la órbita circulatoria, es necesario que la cantidad de oro y plata existente (pag.91) en un país exceda a la absorbida por la función monetaria. Pues bien, el dinero atesorado es el que permite que se cumpla esta condición.

b) Medio de pago
En la forma directa de la circulación de mercancías…la misma magnitud de valor se presentaba siempre por partida doble, en uno de los polos como mercancía, en el polo contrario como dinero. Por consiguiente, los poseedores de mercancías sólo entraban en contacto como representantes de sus mutuos equivalentes. Pero, al desarrollarse la circulación de mercancías, se interponen una serie de factores que separan cronológicamente la venta de una mercancía de la realización de su precio. Por tanto, unos poseedores de mercancías pueden actuar como vendedores antes de que los otros actúen como compradores
La compra, por tanto, antes de pagarla. El vendedor se convierte en acreedor, el comprador (pag.92) en deudor.
Como aquí la metamorfosis de la mercancía… se desplaza, el dinero asume una función distinta. Se convierte en medio de pago.
Así…la lucha de clases del mundo antiguo reviste primordialmente la forma de una lucha de acreedores y deudores, acabando en el sojuzgamiento de los deudores plebeyos, convertidos en esclavos.
En la Edad Media, esta lucha termina con la derrota del deudor feudal, que perdía su poder político al perder su base económica. Sin embargo, aquí la forma dinero... no hace más que reflejar el antagonismo de condiciones económicas de vida más profundas.
Ahora, el dinero tiene dos funciones. En primer lugar, funciona como medida de valor, en la determinación del precio de la mercancía  vendida…y, en segundo lugar, funciona como medio ideal de compra. Aunque no exista más que en la promesa de dinero del comprador, hace que la mercancía cambie de mano.Es al vencer el plazo fijado para el pago cuando el medio de pago entra realmente en circulación, es decir, cuando pasa de manos del comprador a manos del vendedor.
El medio de circulación se convirtió en tesoro, al interrumpir en su primera fase el proceso de circulación…El medio de pago se lanza a la circulación, pero después de haber salido de ella la mercancía. (pag.93)
El comprador vuelve a convertir su dinero en mercancía antes de convertir ésta en dinero: es decir, ejecuta la segunda metamorfosis de la mercancía antes que la primera.
Pero la mercancía del vendedor sólo circula, sólo realiza su precio, en forma de un título jurídico privado que le permite reclamar el dinero. Se convierte en valor de uso antes de haberse convertido en dinero. Su primera metamorfosis sólo se consuma a posteriori.
Las obligaciones líquidas representan la suma de precios de las mercancías cuya ventalas ha provocado. La masa de dinero necesario para realizar esta suma de precios depende, ante todo, del ritmo circulatorio de los medios de pago. En cambio, el movimiento de los medios de pago no hace más que expresar una interdependencia social que existe una en todas sus partes de anterioridad. (pag.94)
La función del dinero como medio de pago envuelve una brusca contradicción. En la medida en que los pagos se compensan unos con otros, el dinero sólo funciona idealmente, como dinero aritmético o medida de valor. En cambio, cuando hay que hacer pagos efectivos, el dinero ya no actúa solamente como medio de circulación, como forma mediadora y llamada a desaparecer de la asimilación, sino como la encarnación individual del trabajo social, como la existencia autónoma del valor de cambio, como la mercancía absoluta. Esta contradicción estalla en ese momento de las crisis comerciales y de producción a que se da el nombre de crisis de dinero.
Tan pronto como este mecanismo sufre una perturbación general, sea la que fuere, el dinero se trueca brusca y súbitamente de la forma puramente ideal del dinero aritmético en dinero contante y sonante.
El grito que ahora resuena de una punta a otra del mercado mundial es: ¡No hay más mercancía que el dinero! La crisis exalta a términos de contradicción absoluta el divorcio entre la mercancía y su forma de valor, o sea el dinero.
El hambre de dinero es la misma, ya haya de pagarse en oro o en dinero-crédito, v.gr. o en billetes de banco. (pag.95)
Si analizamos la suma total del dinero en circulación durante un determinado período de tiempo, vemos que, suponiendo que los medios de circulación y de pago tengan un ritmo de rotación dado, es igual a la suma de los precios de las mercancías que hay que realizar más la suma de los pagos vencidos, menos los pagos que se compensan unos con los otros, y finalmente, menos el número de rotaciones que la misma moneda describe funcionando alternamente como medio de circulación y como medio de pago. (pag.96)
El desarrollo del dinero como medio de pago exige una cierta acumulación de dinero, al llegar los términos de vencimiento de las sumas adeudadas. Mientras que, al progresar la sociedad burguesa, el atesoramiento desaparece como forma independiente de enriquecimiento, se incrementa, en cambio, bajo la forma de un fondo de reserva de medios de pago.

c) Dinero mundial
En el comercio mundial, las mercancías despliegan su valor con carácter universal. Su forma independiente de valor se enfrenta con ellas, por tanto, bajo la forma de dinero mundial. Es en el mercado mundial donde el dinero funciona en toda su plenitud como la mercancía, cuya forma natural es al mismo tiempo forma directamente social de realización del trabajo humano en abstracto. Su existencia se ajusta por entero a su concepto. (pag.99)
El movimiento de la corriente de oro y plata es doble. De una parte, se desparrama, partiendo de sus fuentes, por todo el mercado mundial, donde absorbido, en distintas proporciones, por las distintas órbitas nacionales de circulación, para discurrir por sus canales internos, sustituir las monedas de oro y plata desgastadas, suministrar material para objetos de lujo e inmovilizarse en forma de tesoros.
Los países de producción burguesa desarrollada limitan los formida-(pag.101) bles tesoros concentrados en las arcas de los bancos al mínimo que sus funciones específicas reclaman. Si dejamos a un lado cierta excepción, el atesoramiento excesivo de dinero, cuando rebasa el nivel medio, es síntoma de que la circulación de mercancías se estanca o de que las metamorfosis de las mercancías se desarrollan ininterrumpidamente.  (pag.102)

Resumen Primer tomo, sección primera, Capitulo 3 (II parte)

  1. Medio de circulación

a)      La metamorfosis de las mercancías
Veíamos que el proceso de cambio de las mercancías encierra aspectos que se contradicen y excluyen entre sí. El desarrollo de la mercancía no suprime estas contradicciones; lo que hace es crear la forma en que pueden desenvolverse. No existe otro procedimiento para resolver las ver- (pag.64) daderas contradicciones.
El proceso de cambio, al transferir las mercancías de manos de aquel para quien  son no-valores de uso a manos del que las busca y apetece como valores de uso, es un proceso de metabolismo social.(pag.65)
El proceso de cambio de la mercancía se opera, por tanto, mediante dos metamorfosis antagónicas y que se complementan recíprocamente: transformación de mercancía en dinero y nueva transformación de éste en mercancía.
Las dos etapas de la metamorfosis de las mercancías son, a la par, un trato comercial de los poseedores de éstas – venta o cambio de la mercancía por dinero; compra, o cambio del dinero por la mercancía – y la unidad de ambos actos: vender para comprar.
Por tanto, el proceso de cambio de la mercancía se desarrolla a través del siguiente cambio de forma:
mercancía – dinero mercancía

M    D    M


M - D. Primera metamorfosis de la mercancía, o venta. El tránsito del valor de la mercancía, al huir del cuerpo de ésta para tomar cuerpo en el dinero es... el salto mortal de la mercancía. Claro está que si le falla, no es la misma mercancía la que se estrella, sino su poseedor.
La división social del trabajo hace que los trabajos de los poseedores de mercancías sean tan limitados como ilimitadas son sus necesidades.   Por  eso  sus  productos  no les sirven más que como valores de cambio. Mas, para revestir la forma de equivalente cotizable con carácter general en la sociedad, tienen que convertirse en dinero, y el dinero está en los bolsillos ajenos.
Si quiere hacerlo salir de la faltriquera en que se halla, la mercancía tiene que ser,(pag.66) ante todo, un valor de uso para el poseedor del dinero y, por tanto, el trabajo invertido en ella un trabajo invertido en forma socialmente útil, un eslabón en la cadena de la división social del trabajo.
Pero, la división social del trabajo es un organismo natural y primitivo de producción, cuyos hilos se han tejido y siguen tejiéndose a espaldas de los productores de mercancías. Y puede ocurrir que éstas sean fruto de un nuevo trabajo, que pretenda satisfacer una nueva necesidad, o tal vez crearla por su propio impulso.
Basta con que el producto satisfaga actualmente una necesidad social. Mañana será desplazado tal vez, en todo o en parte, por otro producto semejante a él.
Cuando el trabajo es, como el de nuestro tejedor, un eslabón patentado en la cadena de la división social del trabajo, no garantiza tan sólo, ni mucho menos, el valor de uso de sus 20 varas de lienzo. Desde el momento en que la necesidad social de lienzo, que como todo tiene sus límites, se viese saciada por los tejedores que hacen la competencia a nuestro amigo, el producto de éste sería superfluo, ocioso, y, por tanto, inútil.               (pag.67)
Y nuestros poseedores de mercancías advierten que este mismo régimen de división del trabajo que los convierte en productores privados independientes hace que el proceso social de producción y sus relaciones dentro de este proceso sean también independientes de ellos mismos, por donde la independencia de una persona respecto a otras viene a combinarse con un sistema de mutua dependencia respecto a las cosas.
La división del trabajo convierte el producto del trabajo en mercancía, haciendo con ello necesaria su transformación en dinero. Al mismo tiempo, hace que el hecho de que   esta transustanciación  se efectúe o no sea un hecho puramente casual. Pero aquí hemos de analizar el fenómeno en toda su pureza dando por sentado que se desarrolla de un modo normal.
Por lo demás, cualesquiera que sean las condiciones en que este fenómeno se desarrolle, se operará, siempre y cuando que la mercancía encuentre salida, siempre y cuando no sea invendible, un cambio de forma, aunque pueda darse la anomalía de que este cambio de forma suprima o añada sustancia, magnitud de valor.(pag.68)
La realización del precio o forma ideal del valor de la mercancía es, por tanto, al mismo tiempo y a la inversa, realización del valor de uso puramente ideal del dinero; al transformarse la mercancía en dinero, éste se transforma simultáneamente en mercancía. Es un proceso doble encerrado en una unidad: desde el polo del poseedor de la mercancía, este proceso constituye una venta; desde el polo contrario, el del poseedor de dinero, una compra. Lo cual vale tanto como decir que la venta es compra, que      M – D, es al mismo tiempo, D – M.
Para poder entrar en funciones como dinero, el oro tiene forzosamente, como es lógico, que penetrar por algún punto en el mercado de mercancías. Este cuento es el de su fuente de producción, donde se cambia, como producto directo del trabajo, por otros productos del trabajo de idéntico valor. Pero a partir de este momento, el oro representa ya constantemente los precios realizados de las mercancías.

Al asumir forma de valor, la mercancía borra todas las huellas de su valor de uso natural y del trabajo útil específico a que debe su nacimiento, para revestir la materialización social uniforme de trabajo humano abstracto.
El dinero no nos dice, pues, ni deja traslucir, cuál era ni cómo era la mercancía convertida en él. Al revestir forma de dinero, todas las mercancías son exactamente iguales.
El dinero será por tanto, si se quiere, una basura, pero la basura no es dinero.(pag.69)
D – M. Segunda metamorfosis o metamorfosis final de la mercancía: compra.
El dinero, forma enajenada de todas las demás mercancías o producto de su enajenación general, es, por ello mismo, la mercancía absolutamente enajenable. El dinero lee al revés todos los precios y se refleja, por tanto, en los cuerpos de todas las mercancías como el material altruista de su propia gestación de mercancías.
Al mismo tiempo, los precios, es decir, las miradas amorosas que le echan las mercancías, señala el límite de su capacidad de transformación, o sea, su propia cantidad.
La mercancía desaparece al convertirse en dinero; éste no nos dice, pues, cómo ha llegado a manos de su poseedor, ni qué es lo que hay detrás de él. Non olet, cualquiera que sea su origen y si de una parte representa mercancía vendida, de otra parte representa mercancías comprables.
Como el productor de mercancías sólo suministra un producto determinado, suele venderlo en grandes cantidades; en cambio, sus numerosas necesidades le obligan a distribuir constantemente el precio realizado, o sea la suma de dinero obtenida, en numerosas compras. Es decir, que una venta desemboca en muchas compras de diversas mercancías. Por donde la metamorfosis final de una mercancía representa siempre una suma de metamorfosis iniciales de otras mercancías.(pag.70)
El dinero, punto final de la primera metamorfosis de la mercancía, es, a la vez, punto de arranque de la segunda.(pag.71)
El proceso total constituye la circulación de mercancías.
La circulación de mercancías se distingue, y no sólo formalmente, sino de un modo sustancial, del intercambio directo de productos.
De una parte, vemos aquí cómo el intercambio de mercancías rompe los diques individuales y locales del intercambio de productos y hace que se desarrolle el proceso de asimilación del trabajo humano.
De otra parte, nos encontramos con todo un tropel de concatenaciones naturales de carácter social, que se desarrollan sustraídas por entero al control de las personas interesadas.
Por consiguiente, el proceso de circulación no se reduce, como el intercambio directo de productos, al desplazamiento material o cambio de mano de los valores de uso.
El dinero no desaparece al quedar eliminado de la serie de metamorfosis de una mercancía, sino que pasa a ocupar el puesto de circulatorio que las mercancías dejan vacante. Al sustituirse una mercancía por otra, queda siempre adherida a una tercera mano la mercancía dinero. La circulación exuda constantemente dinero. Nada más necio que el dogma de que la circulación de mercancías supone un equilibrio necesario de las compras y las ventas, ya que toda venta es al mismo tiempo una compra, y viceversa.
Si con ello quiere decirse que el número de la ventas operadas supone un número igual de compras, se formula una necia perogrullada. Pero no, lo que se pretende probar es que el vendedor lleva al mercado su propio comprador. (pag.72)
Nadie puede vender si no hay quien compre. Pero no es necesario comprar inmediatamente de haber vendido.
Lo que hace que la circulación derribe las barreras temporales, locales e individuales del intercambio de productos es precisamente el hecho de desdoblar la identidad inmediata que existe entre el intercambio del producto del trabajo propio por el producto del trabajo ajeno mediante la antítesis de compra y venta.
Al decir que estos procesos, independientes el uno del otro, forman una unidad interna, decimos también que esta unidad interna reviste al exterior la forma de una antitesis.
Cuando cosas que por dentro forman una unidad, puesto que se completan recíprocamente, revisten al exterior una forma de independencia, y ésta se agudiza hasta llegar a un cierto grado, la unidad se abre paso violentamente por medio de una crisis.
La antítesis, que lleva implícita la mercancía, de valor de uso y valor, de trabajo privado, que se ve al mismo tiempo obligado a funcionar como trabajo directamente social; de trabajo determinado y concreto, cotizado a la par como trabajo general, abstracto; de personificación de las cosas y materialización de las personas, esta contradicción inmanente, asume sus formas dinámicas más completas en los antagonismos de la metamorfosis de las mercancías
Por eso estas formas entrañan la posibilidad, aunque sólo la posibilidad, de crisis.
Para que esta posibilidad se convierta en realidad, tiene que concurrir un conjunto de condiciones que no se dan todavía, ni mucho menos, dentro de la órbita de la circulación simple de mercancías.(pag.73)
El dinero, en sus funciones de mediador de la circulación de mercancías, asume el papel de medio de circulación.
b)      El curso del dinero
El curso del dinero acusa la repetición constante y monótona del mismo proceso. La mercancía aparece siempre al lado del vendedor y el dinero acompaña siempre al comprador, como medio de compra.
En la primera mitad de su proceso circulatorio, la mercancía deja el puesto al dinero y éste a la mercan- (pag.74) cía. A la par con ello, la mercancía, concebida como objeto de uso, sale de la circulación y entra a la órbita del consumo, pasando a ocupar el sitio que deja vacante su forma de valor o larva dinero.
 La segunda mitad del proceso circulatorio ya no la recorre vestida de su propia piel natural, sino con la piel del oro.
Gracias a esto, la continuidad del movimiento está enteramente del lado del dinero, y el mismo movimiento que para la mercancía abarca dos procesos contrapuestos, representa siempre, como movimiento propio del dinero, el mismo proceso: un cambio de puesto con otra mercancía siempre renovada.
El dinero desplaza continuamente a las mercancías de la órbita de la circulación, pasando a ocupar sin cesar su puesto  circulatorio  y  alejándose  con  ello  de  su  propio punto de partida.
Así, pues aunque el movimiento del dinero no hace más que reflejar la circulación de las mercancías, parece como si ocurriese lo contrario: como si éstas sólo fuesen el resultado del movimiento del dinero. (pag.75)
Al dar el primer paso en la orbita de la circulación, al sufrir el primer  cambio de forma, la mercancía sale siempre de la circulación, en la que entran constantemente mercancías nuevas: en cambio, el dinero, como medio de circulación que es, mora constantemente en la orbita de la circulación,  y se mueve sin cesar en ella. Surge así el problema de saber cuánto dinero absorbe de un modo constante la órbita circulatoria.
En un país, se operan todos los días, simultáneamente, y por tanto paralelamente también en el espacio, numerosas metamorfosis unilaterales de mercancías…simples ventas, de una parte, y de otra, simples compras.
Ahora bien…es evidente que la masa de medios de circulación necesaria para alimentar el proceso circulatorio del mundo de las mercancías estará determinada por la suma de los precios de éstas.
El precio de las mercancías cambia en razón inversa al valor del dinero; por tanto, la masa de los medios de circulación cambiará en razón directa al precio de las mercancías. (pag.76)
Como vemos, en la orbita de circulación de las mercancías hay un requisito por el que penetra en ella el oro (o la plata; es decir, el material dinero) como mercancía con un determinado valor. En lo sucesivo, consideramos el valor del oro como algo fijo, como lo es realmente en el momento de calcularse los precios.
Partiendo, pues, de esta premisa, la masa de los medios de circulación está determinada por la suma de los precios de las mercancías que han de ser realizados. Partiendo, además, del supuesto de que el precio de cada clase de mercancías es un factor dado, la suma de los precios de las mercancías dependerá, evidentemente, de la masa de mercancías que se hallen en circulación.  (pag.77)
Suponiendo que la masa de mercancías permanezca constante, la masa de dinero en circulación aumenta y disminuye a tono con las fluctuaciones  de los precios de las mercancías.
Tomemos unas cuantas ventas… sin relación alguna entre sí y que discurren paralelamente en el tiempo y el espacio, las ventas, v.gr. de 1 quarter de trigo, 20 varas de lienzo, una Biblia y 4 galones de aguardiente. Suponiendo que el precio de cada uno de estos artículos sean 2 libras esterlinas… estas transacciones lanzarán a la circulación una masa de dinero de 8 libras. En cambio, si todas estas mercancías representan otros tantos eslabones en la cadena…bastarán 2 libras esterlinas para poner en circulación sucesivamente las distintas mercancías, realizando por turno sus precios, y por tanto la suma de éstos, o sea las 8 libras esterlinas…Para ello, darán cuatro vueltas.
Es evidente que las fases antagónicas que, completándose las unas a las otras, recorre este proceso, no pueden discurrir paralelamente en el espacio, sino que tienen que sucederse las unas a las otras en el tiempo.
Su duración se mide, pues, por fracciones de tiempo, y el numero de rotaciones de las mismas monedas dentro de un tiempo dado indica la velocidad del curso del dinero.  (pag.78)
Supongamos que el proceso circulatorio de aquellas cuatro mercancías dure un día. La suma de precios a realizar representará 8 libras esterlinas, el número de rotaciones de estas monedas será de  cuatro y la masa de dinero en circulación ascenderá a 2 libras esterlinas; es decir, que en una fracción de tiempo determinada el proceso de circulación puede  representarse así:
suma de precios de las mercancías / número de rotaciones de las monedas de igual valor
=  masa de dinero que funciona como medio de circulación.
( Nota AYB: Suma de precios dividido por número de rotaciones = masa de dinero )
Esta ley rige con carácter general
Claro está que la masa de dinero lanzada al proceso circulatorio diario, supongamos, al comenzar el día dependerá de la suma de precios de las mercancías que circulen al mismo tiempo y paralelamente en el espacio.
Pero, dentro de este proceso, cada moneda es solidaria…de las demás.
Si una acelera su ritmo circulatorio, la otra se estanca o se sale de la órbita de la circulación, ya que ésta sólo puede absorber una masa de oro que, multiplicada por la cifra media de rotación de su elemento individual, dé la suma de los precios que han de realizarse.
Por tanto, al aumentar el número de rotaciones  de las monedas, disminuirá necesariamente la masa de de monedas en circulación. (pag.79)  
Cabe, sin embargo, que estos tres factores: movimiento de precios, masa de mercancías en circulación y ritmo de rotación del dinero, varíen en diverso sentido y en (pag.80) distintas proporciones, razón por la cual la suma de precios que han de realizarse y la masa de medios de circulación que de ella depende pueden experimentar numerosas combinaciones.
Las variaciones de estos diversos factores pueden, además, compensarse mutuamente, haciendo que la suma total de los precios de las mercancías que han de realizarse, y, por tanto, la masa de del dinero en circulación, permanezcan constantes a pesar de la incesante inestabilidad de aquellos factores.
Por eso, sobre todo cuando se observan períodos un poco largos, se descubre un nivel medio mucho más constante de la masa de dinero circulante en cada país; y, si se exceptúan esas graves perturbaciones que producen periódicamente las crisis de producción y las crisis comerciales, y que rara vez provienen de los cambios experimentados por el valor del dinero, advertimos que las desviaciones de este nivel medio son mucho más insignificantes de lo que a primera vista pudiera parecer.
La ley según la cual la cantidad de los medios de circulación depende de la suma de los precios de las mercancías que circulan y del ritmo medio del curso del dinero  puede expresarse también diciendo (pag.81) que, dada la suma de valor de las mercancías y dado el ritmo medio de sus metamorfosis, la cantidad de dinero o de material dinero circulante depende de su propio valor.
La ilusión de que son, por el contrario, los precios de las mercancías los que dependen de la masa de los medios de circulación y ésta, a su vez, de la masa del material dinero existente dentro de un país, es una ilusión alimentada en sus primitivos mantenedores por la  absurda hipótesis de que las mercancías se lanzan al proceso circulatorio sin precio y el dinero sin valor y que luego, allí, una parte alícuota de la masa formada por las mercancías se cambia por una parte alícuota de la montaña de metal. (pag.82)
c)      La moneda. El signo de valor
De la función del dinero como medio de circulación brota su forma de moneda. La fracción imaginaria de peso del oro representada por el precio o nombre en dinero de las mercancías tiene que enfrentarse con éstas, en la circulación, como una pieza de oro dotada de nombre homónimo, o sea como una moneda. La acuñación es, al igual que la fijación del patrón de precios, incumbencia del Estado.
En los diversos uniformes nacionales que visten el oro y la plata acuñados en moneda y de los que en el mercado mundial se despojan, se nos revela el divorcio entre las órbitas interiores o nacionales de la circulación de mercancía y la órbita genérica del mercado mundial.
La moneda de oro y el oro en barras sólo se distinguen, pues, de suyo, por la figura, y el oro es susceptible de pasar continuamente de una forma a otra.
Pero el camino del oro para dejar de ser moneda es al  mismo (pag.83) tiempo el camino que le conduce al horno de fusión. En efecto, en la circulación se desgastan las monedas de oro, una más y otras menos. Comienza el proceso de disociación entre el título y la sustancia del oro, entre los quilates de su peso nominal y los de su peso real. Monedas de oro de nombre homónimo asumen un valor desigual, por ser distinto su peso.
El oro, como medio de circulación, difiere del oro considerado como patrón de precios, dejando con ello, a la par, de ser el verdadero equivalente de las mercancías cuyo precio realiza. La historia de estos embrollos forma la historia monetaria de la Edad Media y de los tiempos modernos, hasta llegar al siglo XVIII. 
Las leyes más modernas acerca del grado de pérdida de metal que incapacita a una moneda de oro para circular, o, lo que es lo mismo, la desmonetiza, sancionan y reconocen la tendencia natural del proceso de circulación a convertir la esencia de oro de la moneda en apariencia de oro; es decir, a convertir la moneda en símbolo de la cantidad de metal que oficialmente contiene.
El curso del dinero, al disociar la ley real de la ley nominal de la moneda, su existencia metálica de su existencia funcional, lleva ya implícita la posibilidad de sustituir el dinero metálico, en su función monetaria, por contraseñas hechas de otro material o por simples símbolos.
Las dificultades técnicas con que tropieza la acuñación de fracciones pequeñísimas de peso de peso del oro o de la plata y el hecho de que primitivamente se empleasen como medida de valores y circulasen como dinero otros metales de categoría inferior a la de los metales preciosos, plata en vez de oro y cobre en vez de plata, hasta el instante en que el metal precioso los destrona, explican históricamente el papel de las piezas de plata y cobre como sustitutos de las monedas de oro.
Estas piezas sustituyen al oro en aquellos sectores de la circulación de mercancías  en que la moneda circula con mayor rapidez y se desgasta…más pronto…allí donde las compras y las ventas se suceden incesantemente en las más mínimas proporciones. (pag.84) La ley determina a su voluntad el contenido metálico de las piezas de plata o de cobre. Estas se desgastan en la circulación mucho más rápidamente todavía que las monedas de oro. Por tanto, su función monetaria es, de hecho, totalmente independiente de su peso, es decir, de todo valor. La existencia monetaria del oro se disocia radicalmente de su sustancia de valor.
Esto abre el paso a la posibilidad de que objetos relativamente carentes de valor, como un billete de papel, pueda actuar en lugar suyo con las funciones propias de una moneda. En las piezas metálicas de dinero, el carácter puramente simbólico aparece todavía, en cierto modo, oculto. En el papel moneda, se revela ya a la luz del día.
Aquí, nos referimos exclusivamente al papel moneda emitido por el Estado en curso forzoso y que brota directamente de la circulación de los metales.
En cambio, el dinero-crédito se halla regido por factores que por el momento, no tenemos por qué conocer, pues no afectan a la simple circulación de mercancías.
Diremos, sin embargo,…que del mismo modo que el verdadero papel moneda brota de la función del dinero como medio de circulación, el dinero-crédito tiene sus raíces naturales en la función del dinero como medio de pago. (pag.85)
Para encontrar una ley específica de la circulación de billetes, no hay más remedio que atenerse a su proporción representativa respecto al oro. Sin embargo, la masa de los medios que circulan en un país dado no es nunca inferior a un determinado minimum, que la experiencia permite establecer.
El hecho de que esta masa mínima esté formada por monedas de oro que cambian incesantemente, no afecta para nada, como es natural, a su volumen ni a su giro constante en la orbita de la circulación. Por eso se la puede sustituir mediante símbolos de papel.
Pero si hoy llenamos  con papel moneda todos los canales de la circulación, hasta agotar su capacidad de absorción monetaria, podemos encontrarnos con que mañana, a consecuencia de las fluctuaciones de la circulación de mercancías, el papel moneda rebasa los causes. Al llegar a este momento, se pierden todas las medidas.
El resultado es el mismo que si hubiese modificado el oro en su función de medida de precios. Por tanto, los valores que antes se expresaban en el precio de 1 libra esterlina, se expresan ahora en el precio de 2 libras esterlinas.
El papel moneda es un signo de oro o un signo de dinero. Sólo el hecho de representar cantidades de oro, que son también, como todas las cantidades de mercancías, cantidades de valor, es lo que permite al papel moneda ser un signo de valor. (pag.86)
Por eso, en un proceso que lo hace cambiar continuamente de mano, basta con que el dinero exista simbólicamente. Su existencia funcional absorbe, por decirlo así, su existencia material.
Lo que ocurre es que el signo del dinero exige una validez social objetiva propia, y esta validez se la da, al símbolo del papel moneda, el curso forzoso. Este curso forzoso del Estado sólo rige dentro de las fronteras de una comunidad, dentro de su órbita interna de circulación, que son también los limites dentro de los cuales el dinero se reduce todo él a su función de medio de circulación o de moneda y en los que…puede cobrar en el papel moneda una modalidad de existencia funcional e independiente al exterior de su sustancia metálica. (pag.87)

Resumen Primer tomo, sección primera, Capitulo 3.

CAPITULO III

EL DINERO, O LA CIRCULACIÓN DE MERCANCÍAS

  1. Medida de valores

Para  simplificar,  en  esta  obra  partimos  siempre  del  supuesto  de  que  la  mercancía-dinero es el oro.
La función principal del oro consiste en suministrar al mundo de las mercancías el material de su expresión de valor, en representar los valores de las mercancías como magnitudes de nombre igual cualitativamente iguales y cuantitativamente comparables entre sí.
El oro funciona aquí como medida general de valores, y esta función es la que convierte al oro en mercancía equivalencial específica, en dinero.
No es el dinero el que hace que las mercancías sean conmensurables, sino al revés: por ser todas las mercancías, consideradas como valores, trabajo humano materializado, y por tanto conmensurable de por sí, es por lo que todos sus valores pueden medirse en la misma mercancía específica y ésta convertirse en su medida común de valor, o sea, en dinero.
El dinero, como medida de valores, es la forma o manifestación necesaria de la medida inmanente de valor de las mercancías: el tiempo de trabajo.
La expresión del valor de una mercancía en oro es su forma dinero, o su precio.
En cambio, el dinero no tiene precio, pues para poder compartir esta forma relativa de valor... tendría que referirse a sí mismo como a su propio equivalente.
El precio o la forma dinero de las mercancías es, como su forma de valor en general, una forma distinta de su corporeidad real y tangible, es decir, una forma puramente ideal o imaginaria.
Para tasar en oro millones de valores de mercancías no se necesita ni un adarme de oro real y efectivo.
En su función de medida de valor el dinero actúa, por tanto, como dinero puramente imaginario o ideal.
Este hecho ha dado pábulo a las más disparatadas teorías.
Aunque la función de medida de valores suponga dinero puramente imaginario, el precio depende íntegramente del material real dinero.(pag.57)
Los valores de las mercancías se convierten, por tanto, pese a toda la abigarrada variedad material de las mercancías, en cantidades imaginarias de oro de diferente magnitud; es decir, ... en magnitudes de oro. Estas cantidades distintas de oro se comparan y miden entre sí, y esto hace que se plantee la necesidad técnica de reducirlas todas ellas a una cantidad fija de oro como su unidad de medida.
Esta unidad de medida de medida, dividiéndose luego en partes alícuotas, se desarrolla hasta convertirse en patrón.
Antes de ser dinero, el oro, la plata y el cobre tienen ya su patrón de medida en su peso metálico; así, por ejemplo, la unidad es la libra, que luego se fracciona en onzas, etc., y se suma en quintales, etc.
Por eso, en la circulación de los metales son los nombres antiguos del patrón-peso los que sirven de base a los nombres primitivos del patrón-dinero o patrón de los precios.
Considerado como medida de valores y patrón de precios, el dinero desempeña dos funciones radicalmente distintas. El dinero es medida de valores como encarnación social del trabajo humano; patrón de precios, como peso fijo y determinado de metal.
Como medida de valores, sirve para convertir en precios, en cantidades imaginarias de oro, los valores de las más diversas mercancías; como patrón de precios, lo que hace es medir esas cantidades de oro.
Para que exista un patrón de precios, no hay más remedio que fijar como unidad de medida un determinado peso de oro. Aquí, como en todas las demás determinaciones de medida de magnitudes de nombre igual, lo que decide es la firmeza de los criterios con que se mide.
Por tanto, el dinero, como patrón de precios, cumplirá tanto mejor su cometido cuanto menos oscile la cantidad de oro que sirve de unidad de medida.
Sin embargo, el oro sólo puede funcionar como medida de valores por ser también él un producto del trabajo y por tanto, al menos potencialmente, un valor variable.
Es evidente...que los cambios de valor del oro no perju- (pag.59) dican en lo más mínimo a su función como patrón de precios. Por mucho que oscile el valor del oro, siempre mediará la misma proporción de valor entre distintas cantidades de este metal.
Los cambios de valor experimentados por el oro no perturban tampoco su función como medida de valores. Estos cambios afectan por igual a todas las mercancías y, por tanto, caetaris paribus, dejan intangibles sus valores relativos, aunque todos se expresen ahora en un precio oro superior o inferior al de antes.
Los nombres en dinero de los pesos de metal van divorciándose poco a poco de sus nombres primitivos de peso, por diversas razones, entre las cuales tienen una importancia histórica decisiva las siguientes:
1º La introducción de dinero extranjero en pueblos menos desarrollados; así, por ejemplo, en la Roma antigua las monedas de plata y oro comenzaron a circular como mercancías extranjeras. Los nombres de (pag.60) este dinero exótico difieren, naturalmente, de los nombres que reciben las fracciones de peso en el interior del país.
2º Al desarrollarse la riqueza, los metales menos preciosos se ven desplazados de su función de medidas de valores por otros más preciosos; el cobre es desplazado por la plata y ésta por el oro… La libra, por ejemplo, empezó siendo el nombre monetario de una libra efectiva de plata. Al ser desplazada ésta por el oro  como medida de valor, aquel nombre pasó a designar, aproximadamente, 1/15  libra de oro, según la correlación de valor entre éste y la plata. Hoy, la libra como nombre monetario y como nombre corriente de peso del oro son conceptos diferentes.
3º La práctica abusiva de la  falsificación de dinero por los príncipes, práctica que dura varios siglos y que sólo deja en pie el nombre del peso primitivo de las monedas.
Estos procesos históricos convierten  en  costumbre  popular  la  separación del  nombre monetario de los pesos de los metales y los nombres corrientes  de sus fracciones de peso. Finalmente, como el patrón-dinero es algo puramente convencional y algo...que necesita ser acatado por todos, interviene la ley para reglamentarlo.
Como se ve, los precios o cantidades de oro en que se convierten idealmente los valores de las mercancías se expresan ahora en los nombres monetarios, o sea, en los nombres aritméticos del patrón oro que la ley determina.
Por tanto, en vez de decir que un quarter de trigo vale (pag.61)  una onza de oro, en Inglaterra se dirá que vale 3 libras esterlinas, 17 chelines y 10,5 peniques.
Las mercancías se comunican, pues, unas a otras, en sus nombres monetarios, lo que valen, y, cuantas veces se trata de fijar una mercancía como valor, o  lo que es lo mismo en forma de dinero, éste funciona como dinero aritmético.
El precio es el nombre en dinero del trabajo materializado en la mercancía.  Pero el que el precio, como exponente de la magnitud de valor de la mercancía,  (pag.62) sea el exponente de su proporción de cambio con el dinero, no quiere decir, por el contrario, que el exponente de su proporción de cambio con el dinero sea necesariamente el de su magnitud de valor.
Suponiendo que no cambien las condiciones de producción ni el rendimiento del trabajo, la reproducción del quarter de trigo seguirá costando el mismo tiempo de trabajo social que antes. Esto es un hecho que no depende de la voluntad del productor del trigo ni del capricho de los demás poseedores de mercancías. La magnitud de valor de la mercancía expresa, por tanto, una proporción necesaria, inmanente a su proceso de creación, con el trabajo social.
Al cambiar la magnitud de valor en el precio, esta proporción necesaria se revela como una proporción de cambio entre una determinada mercancía y la mercancía dinero, desligada de ella.
Pero, en esta proporción puede expresarse y se expresa, no sólo la magnitud de valor de la mercancía, sino también el más o el menos en que en ciertas circunstancias puede cotizarse.
Por tanto, la forma precio envuelve ya de suyo la posibilidad de una incongruencia cuantitativa entre el precio y la magnitud del valor, es decir, la posibilidad de una desviación entre el primero y la segunda.
Y ello no supone un defecto de esta forma; por el contrario, es eso precisamente lo que la capacita para ser la forma adecuada de un régimen de producción en que la norma sólo puede imponerse como un ciego promedio en medio de toda ausencia de normas.
Sin embargo, la forma precio, no sólo permite la posibilidad de una incongruencia cuantitativa entre éste y la magnitud del valor, es decir entre la magnitud de valor y su propia expresión  en dinero, sino que puede, además, encerrar una contradicción cualitativa, haciendo que el precio deje de ser en absoluto expresión del valor, a pesar de que el dinero no es más que la forma de valor de las mercancías.
Cosas que no son de suyo mercancías, por ejemplo la conciencia, el honor, etc, pueden ser cotizadas en dinero por sus poseedores y recibir a través del precio el cuño de mercancías. Cabe por tanto que una cosa tenga formalmente un precio sin tener un valor. Aquí la expresión en dinero es algo puramente imaginario, como ciertas magnitudes matemáticas. Por otra parte, puede ocurrir también que esta forma imaginaria de precio encierre una proporción real  de valor  o  una  relación  derivada de
ella, como sucede, (pag.63)por ejemplo, con el precio de la tierra no cultivada, que notiene ningún valor, porque en ella no se materializa trabajo humano alguno.
Como toda forma relativa de valor, el precio expresa el valor de una mercancía, v.gr. de una tonelada de hierro, indicando que una determinada cantidad de equivalente, v.gr. una onza de oro, es directamente cambiable por hierro, pero no, ni mucho menos, asegurando que el hierro sea a su vez directamente cambiable por oro.
Por tanto, para poder ejercer sus funciones prácticas de valor de cambio, la mercancía tiene que desnudarse de su corporeidad natural, convertirse de oro puramente imagina-rio en oro real…
La forma precio lleva implícita la enajenabilidad de las mercancías a cambio de dinero y la necesidad de su enajenación.
Por su parte, el oro funciona como medida ideal de valores, por la sencilla razón de que en el proceso de cambio actúa como mercancía dinero.
Detrás de la medida ideal de valores acecha, pues, el dinero contante y sonante.