jueves, 15 de septiembre de 2011

Resumen Primer tomo, sección primera, Capitulo 3 (II parte)

  1. Medio de circulación

a)      La metamorfosis de las mercancías
Veíamos que el proceso de cambio de las mercancías encierra aspectos que se contradicen y excluyen entre sí. El desarrollo de la mercancía no suprime estas contradicciones; lo que hace es crear la forma en que pueden desenvolverse. No existe otro procedimiento para resolver las ver- (pag.64) daderas contradicciones.
El proceso de cambio, al transferir las mercancías de manos de aquel para quien  son no-valores de uso a manos del que las busca y apetece como valores de uso, es un proceso de metabolismo social.(pag.65)
El proceso de cambio de la mercancía se opera, por tanto, mediante dos metamorfosis antagónicas y que se complementan recíprocamente: transformación de mercancía en dinero y nueva transformación de éste en mercancía.
Las dos etapas de la metamorfosis de las mercancías son, a la par, un trato comercial de los poseedores de éstas – venta o cambio de la mercancía por dinero; compra, o cambio del dinero por la mercancía – y la unidad de ambos actos: vender para comprar.
Por tanto, el proceso de cambio de la mercancía se desarrolla a través del siguiente cambio de forma:
mercancía – dinero mercancía

M    D    M


M - D. Primera metamorfosis de la mercancía, o venta. El tránsito del valor de la mercancía, al huir del cuerpo de ésta para tomar cuerpo en el dinero es... el salto mortal de la mercancía. Claro está que si le falla, no es la misma mercancía la que se estrella, sino su poseedor.
La división social del trabajo hace que los trabajos de los poseedores de mercancías sean tan limitados como ilimitadas son sus necesidades.   Por  eso  sus  productos  no les sirven más que como valores de cambio. Mas, para revestir la forma de equivalente cotizable con carácter general en la sociedad, tienen que convertirse en dinero, y el dinero está en los bolsillos ajenos.
Si quiere hacerlo salir de la faltriquera en que se halla, la mercancía tiene que ser,(pag.66) ante todo, un valor de uso para el poseedor del dinero y, por tanto, el trabajo invertido en ella un trabajo invertido en forma socialmente útil, un eslabón en la cadena de la división social del trabajo.
Pero, la división social del trabajo es un organismo natural y primitivo de producción, cuyos hilos se han tejido y siguen tejiéndose a espaldas de los productores de mercancías. Y puede ocurrir que éstas sean fruto de un nuevo trabajo, que pretenda satisfacer una nueva necesidad, o tal vez crearla por su propio impulso.
Basta con que el producto satisfaga actualmente una necesidad social. Mañana será desplazado tal vez, en todo o en parte, por otro producto semejante a él.
Cuando el trabajo es, como el de nuestro tejedor, un eslabón patentado en la cadena de la división social del trabajo, no garantiza tan sólo, ni mucho menos, el valor de uso de sus 20 varas de lienzo. Desde el momento en que la necesidad social de lienzo, que como todo tiene sus límites, se viese saciada por los tejedores que hacen la competencia a nuestro amigo, el producto de éste sería superfluo, ocioso, y, por tanto, inútil.               (pag.67)
Y nuestros poseedores de mercancías advierten que este mismo régimen de división del trabajo que los convierte en productores privados independientes hace que el proceso social de producción y sus relaciones dentro de este proceso sean también independientes de ellos mismos, por donde la independencia de una persona respecto a otras viene a combinarse con un sistema de mutua dependencia respecto a las cosas.
La división del trabajo convierte el producto del trabajo en mercancía, haciendo con ello necesaria su transformación en dinero. Al mismo tiempo, hace que el hecho de que   esta transustanciación  se efectúe o no sea un hecho puramente casual. Pero aquí hemos de analizar el fenómeno en toda su pureza dando por sentado que se desarrolla de un modo normal.
Por lo demás, cualesquiera que sean las condiciones en que este fenómeno se desarrolle, se operará, siempre y cuando que la mercancía encuentre salida, siempre y cuando no sea invendible, un cambio de forma, aunque pueda darse la anomalía de que este cambio de forma suprima o añada sustancia, magnitud de valor.(pag.68)
La realización del precio o forma ideal del valor de la mercancía es, por tanto, al mismo tiempo y a la inversa, realización del valor de uso puramente ideal del dinero; al transformarse la mercancía en dinero, éste se transforma simultáneamente en mercancía. Es un proceso doble encerrado en una unidad: desde el polo del poseedor de la mercancía, este proceso constituye una venta; desde el polo contrario, el del poseedor de dinero, una compra. Lo cual vale tanto como decir que la venta es compra, que      M – D, es al mismo tiempo, D – M.
Para poder entrar en funciones como dinero, el oro tiene forzosamente, como es lógico, que penetrar por algún punto en el mercado de mercancías. Este cuento es el de su fuente de producción, donde se cambia, como producto directo del trabajo, por otros productos del trabajo de idéntico valor. Pero a partir de este momento, el oro representa ya constantemente los precios realizados de las mercancías.

Al asumir forma de valor, la mercancía borra todas las huellas de su valor de uso natural y del trabajo útil específico a que debe su nacimiento, para revestir la materialización social uniforme de trabajo humano abstracto.
El dinero no nos dice, pues, ni deja traslucir, cuál era ni cómo era la mercancía convertida en él. Al revestir forma de dinero, todas las mercancías son exactamente iguales.
El dinero será por tanto, si se quiere, una basura, pero la basura no es dinero.(pag.69)
D – M. Segunda metamorfosis o metamorfosis final de la mercancía: compra.
El dinero, forma enajenada de todas las demás mercancías o producto de su enajenación general, es, por ello mismo, la mercancía absolutamente enajenable. El dinero lee al revés todos los precios y se refleja, por tanto, en los cuerpos de todas las mercancías como el material altruista de su propia gestación de mercancías.
Al mismo tiempo, los precios, es decir, las miradas amorosas que le echan las mercancías, señala el límite de su capacidad de transformación, o sea, su propia cantidad.
La mercancía desaparece al convertirse en dinero; éste no nos dice, pues, cómo ha llegado a manos de su poseedor, ni qué es lo que hay detrás de él. Non olet, cualquiera que sea su origen y si de una parte representa mercancía vendida, de otra parte representa mercancías comprables.
Como el productor de mercancías sólo suministra un producto determinado, suele venderlo en grandes cantidades; en cambio, sus numerosas necesidades le obligan a distribuir constantemente el precio realizado, o sea la suma de dinero obtenida, en numerosas compras. Es decir, que una venta desemboca en muchas compras de diversas mercancías. Por donde la metamorfosis final de una mercancía representa siempre una suma de metamorfosis iniciales de otras mercancías.(pag.70)
El dinero, punto final de la primera metamorfosis de la mercancía, es, a la vez, punto de arranque de la segunda.(pag.71)
El proceso total constituye la circulación de mercancías.
La circulación de mercancías se distingue, y no sólo formalmente, sino de un modo sustancial, del intercambio directo de productos.
De una parte, vemos aquí cómo el intercambio de mercancías rompe los diques individuales y locales del intercambio de productos y hace que se desarrolle el proceso de asimilación del trabajo humano.
De otra parte, nos encontramos con todo un tropel de concatenaciones naturales de carácter social, que se desarrollan sustraídas por entero al control de las personas interesadas.
Por consiguiente, el proceso de circulación no se reduce, como el intercambio directo de productos, al desplazamiento material o cambio de mano de los valores de uso.
El dinero no desaparece al quedar eliminado de la serie de metamorfosis de una mercancía, sino que pasa a ocupar el puesto de circulatorio que las mercancías dejan vacante. Al sustituirse una mercancía por otra, queda siempre adherida a una tercera mano la mercancía dinero. La circulación exuda constantemente dinero. Nada más necio que el dogma de que la circulación de mercancías supone un equilibrio necesario de las compras y las ventas, ya que toda venta es al mismo tiempo una compra, y viceversa.
Si con ello quiere decirse que el número de la ventas operadas supone un número igual de compras, se formula una necia perogrullada. Pero no, lo que se pretende probar es que el vendedor lleva al mercado su propio comprador. (pag.72)
Nadie puede vender si no hay quien compre. Pero no es necesario comprar inmediatamente de haber vendido.
Lo que hace que la circulación derribe las barreras temporales, locales e individuales del intercambio de productos es precisamente el hecho de desdoblar la identidad inmediata que existe entre el intercambio del producto del trabajo propio por el producto del trabajo ajeno mediante la antítesis de compra y venta.
Al decir que estos procesos, independientes el uno del otro, forman una unidad interna, decimos también que esta unidad interna reviste al exterior la forma de una antitesis.
Cuando cosas que por dentro forman una unidad, puesto que se completan recíprocamente, revisten al exterior una forma de independencia, y ésta se agudiza hasta llegar a un cierto grado, la unidad se abre paso violentamente por medio de una crisis.
La antítesis, que lleva implícita la mercancía, de valor de uso y valor, de trabajo privado, que se ve al mismo tiempo obligado a funcionar como trabajo directamente social; de trabajo determinado y concreto, cotizado a la par como trabajo general, abstracto; de personificación de las cosas y materialización de las personas, esta contradicción inmanente, asume sus formas dinámicas más completas en los antagonismos de la metamorfosis de las mercancías
Por eso estas formas entrañan la posibilidad, aunque sólo la posibilidad, de crisis.
Para que esta posibilidad se convierta en realidad, tiene que concurrir un conjunto de condiciones que no se dan todavía, ni mucho menos, dentro de la órbita de la circulación simple de mercancías.(pag.73)
El dinero, en sus funciones de mediador de la circulación de mercancías, asume el papel de medio de circulación.
b)      El curso del dinero
El curso del dinero acusa la repetición constante y monótona del mismo proceso. La mercancía aparece siempre al lado del vendedor y el dinero acompaña siempre al comprador, como medio de compra.
En la primera mitad de su proceso circulatorio, la mercancía deja el puesto al dinero y éste a la mercan- (pag.74) cía. A la par con ello, la mercancía, concebida como objeto de uso, sale de la circulación y entra a la órbita del consumo, pasando a ocupar el sitio que deja vacante su forma de valor o larva dinero.
 La segunda mitad del proceso circulatorio ya no la recorre vestida de su propia piel natural, sino con la piel del oro.
Gracias a esto, la continuidad del movimiento está enteramente del lado del dinero, y el mismo movimiento que para la mercancía abarca dos procesos contrapuestos, representa siempre, como movimiento propio del dinero, el mismo proceso: un cambio de puesto con otra mercancía siempre renovada.
El dinero desplaza continuamente a las mercancías de la órbita de la circulación, pasando a ocupar sin cesar su puesto  circulatorio  y  alejándose  con  ello  de  su  propio punto de partida.
Así, pues aunque el movimiento del dinero no hace más que reflejar la circulación de las mercancías, parece como si ocurriese lo contrario: como si éstas sólo fuesen el resultado del movimiento del dinero. (pag.75)
Al dar el primer paso en la orbita de la circulación, al sufrir el primer  cambio de forma, la mercancía sale siempre de la circulación, en la que entran constantemente mercancías nuevas: en cambio, el dinero, como medio de circulación que es, mora constantemente en la orbita de la circulación,  y se mueve sin cesar en ella. Surge así el problema de saber cuánto dinero absorbe de un modo constante la órbita circulatoria.
En un país, se operan todos los días, simultáneamente, y por tanto paralelamente también en el espacio, numerosas metamorfosis unilaterales de mercancías…simples ventas, de una parte, y de otra, simples compras.
Ahora bien…es evidente que la masa de medios de circulación necesaria para alimentar el proceso circulatorio del mundo de las mercancías estará determinada por la suma de los precios de éstas.
El precio de las mercancías cambia en razón inversa al valor del dinero; por tanto, la masa de los medios de circulación cambiará en razón directa al precio de las mercancías. (pag.76)
Como vemos, en la orbita de circulación de las mercancías hay un requisito por el que penetra en ella el oro (o la plata; es decir, el material dinero) como mercancía con un determinado valor. En lo sucesivo, consideramos el valor del oro como algo fijo, como lo es realmente en el momento de calcularse los precios.
Partiendo, pues, de esta premisa, la masa de los medios de circulación está determinada por la suma de los precios de las mercancías que han de ser realizados. Partiendo, además, del supuesto de que el precio de cada clase de mercancías es un factor dado, la suma de los precios de las mercancías dependerá, evidentemente, de la masa de mercancías que se hallen en circulación.  (pag.77)
Suponiendo que la masa de mercancías permanezca constante, la masa de dinero en circulación aumenta y disminuye a tono con las fluctuaciones  de los precios de las mercancías.
Tomemos unas cuantas ventas… sin relación alguna entre sí y que discurren paralelamente en el tiempo y el espacio, las ventas, v.gr. de 1 quarter de trigo, 20 varas de lienzo, una Biblia y 4 galones de aguardiente. Suponiendo que el precio de cada uno de estos artículos sean 2 libras esterlinas… estas transacciones lanzarán a la circulación una masa de dinero de 8 libras. En cambio, si todas estas mercancías representan otros tantos eslabones en la cadena…bastarán 2 libras esterlinas para poner en circulación sucesivamente las distintas mercancías, realizando por turno sus precios, y por tanto la suma de éstos, o sea las 8 libras esterlinas…Para ello, darán cuatro vueltas.
Es evidente que las fases antagónicas que, completándose las unas a las otras, recorre este proceso, no pueden discurrir paralelamente en el espacio, sino que tienen que sucederse las unas a las otras en el tiempo.
Su duración se mide, pues, por fracciones de tiempo, y el numero de rotaciones de las mismas monedas dentro de un tiempo dado indica la velocidad del curso del dinero.  (pag.78)
Supongamos que el proceso circulatorio de aquellas cuatro mercancías dure un día. La suma de precios a realizar representará 8 libras esterlinas, el número de rotaciones de estas monedas será de  cuatro y la masa de dinero en circulación ascenderá a 2 libras esterlinas; es decir, que en una fracción de tiempo determinada el proceso de circulación puede  representarse así:
suma de precios de las mercancías / número de rotaciones de las monedas de igual valor
=  masa de dinero que funciona como medio de circulación.
( Nota AYB: Suma de precios dividido por número de rotaciones = masa de dinero )
Esta ley rige con carácter general
Claro está que la masa de dinero lanzada al proceso circulatorio diario, supongamos, al comenzar el día dependerá de la suma de precios de las mercancías que circulen al mismo tiempo y paralelamente en el espacio.
Pero, dentro de este proceso, cada moneda es solidaria…de las demás.
Si una acelera su ritmo circulatorio, la otra se estanca o se sale de la órbita de la circulación, ya que ésta sólo puede absorber una masa de oro que, multiplicada por la cifra media de rotación de su elemento individual, dé la suma de los precios que han de realizarse.
Por tanto, al aumentar el número de rotaciones  de las monedas, disminuirá necesariamente la masa de de monedas en circulación. (pag.79)  
Cabe, sin embargo, que estos tres factores: movimiento de precios, masa de mercancías en circulación y ritmo de rotación del dinero, varíen en diverso sentido y en (pag.80) distintas proporciones, razón por la cual la suma de precios que han de realizarse y la masa de medios de circulación que de ella depende pueden experimentar numerosas combinaciones.
Las variaciones de estos diversos factores pueden, además, compensarse mutuamente, haciendo que la suma total de los precios de las mercancías que han de realizarse, y, por tanto, la masa de del dinero en circulación, permanezcan constantes a pesar de la incesante inestabilidad de aquellos factores.
Por eso, sobre todo cuando se observan períodos un poco largos, se descubre un nivel medio mucho más constante de la masa de dinero circulante en cada país; y, si se exceptúan esas graves perturbaciones que producen periódicamente las crisis de producción y las crisis comerciales, y que rara vez provienen de los cambios experimentados por el valor del dinero, advertimos que las desviaciones de este nivel medio son mucho más insignificantes de lo que a primera vista pudiera parecer.
La ley según la cual la cantidad de los medios de circulación depende de la suma de los precios de las mercancías que circulan y del ritmo medio del curso del dinero  puede expresarse también diciendo (pag.81) que, dada la suma de valor de las mercancías y dado el ritmo medio de sus metamorfosis, la cantidad de dinero o de material dinero circulante depende de su propio valor.
La ilusión de que son, por el contrario, los precios de las mercancías los que dependen de la masa de los medios de circulación y ésta, a su vez, de la masa del material dinero existente dentro de un país, es una ilusión alimentada en sus primitivos mantenedores por la  absurda hipótesis de que las mercancías se lanzan al proceso circulatorio sin precio y el dinero sin valor y que luego, allí, una parte alícuota de la masa formada por las mercancías se cambia por una parte alícuota de la montaña de metal. (pag.82)
c)      La moneda. El signo de valor
De la función del dinero como medio de circulación brota su forma de moneda. La fracción imaginaria de peso del oro representada por el precio o nombre en dinero de las mercancías tiene que enfrentarse con éstas, en la circulación, como una pieza de oro dotada de nombre homónimo, o sea como una moneda. La acuñación es, al igual que la fijación del patrón de precios, incumbencia del Estado.
En los diversos uniformes nacionales que visten el oro y la plata acuñados en moneda y de los que en el mercado mundial se despojan, se nos revela el divorcio entre las órbitas interiores o nacionales de la circulación de mercancía y la órbita genérica del mercado mundial.
La moneda de oro y el oro en barras sólo se distinguen, pues, de suyo, por la figura, y el oro es susceptible de pasar continuamente de una forma a otra.
Pero el camino del oro para dejar de ser moneda es al  mismo (pag.83) tiempo el camino que le conduce al horno de fusión. En efecto, en la circulación se desgastan las monedas de oro, una más y otras menos. Comienza el proceso de disociación entre el título y la sustancia del oro, entre los quilates de su peso nominal y los de su peso real. Monedas de oro de nombre homónimo asumen un valor desigual, por ser distinto su peso.
El oro, como medio de circulación, difiere del oro considerado como patrón de precios, dejando con ello, a la par, de ser el verdadero equivalente de las mercancías cuyo precio realiza. La historia de estos embrollos forma la historia monetaria de la Edad Media y de los tiempos modernos, hasta llegar al siglo XVIII. 
Las leyes más modernas acerca del grado de pérdida de metal que incapacita a una moneda de oro para circular, o, lo que es lo mismo, la desmonetiza, sancionan y reconocen la tendencia natural del proceso de circulación a convertir la esencia de oro de la moneda en apariencia de oro; es decir, a convertir la moneda en símbolo de la cantidad de metal que oficialmente contiene.
El curso del dinero, al disociar la ley real de la ley nominal de la moneda, su existencia metálica de su existencia funcional, lleva ya implícita la posibilidad de sustituir el dinero metálico, en su función monetaria, por contraseñas hechas de otro material o por simples símbolos.
Las dificultades técnicas con que tropieza la acuñación de fracciones pequeñísimas de peso de peso del oro o de la plata y el hecho de que primitivamente se empleasen como medida de valores y circulasen como dinero otros metales de categoría inferior a la de los metales preciosos, plata en vez de oro y cobre en vez de plata, hasta el instante en que el metal precioso los destrona, explican históricamente el papel de las piezas de plata y cobre como sustitutos de las monedas de oro.
Estas piezas sustituyen al oro en aquellos sectores de la circulación de mercancías  en que la moneda circula con mayor rapidez y se desgasta…más pronto…allí donde las compras y las ventas se suceden incesantemente en las más mínimas proporciones. (pag.84) La ley determina a su voluntad el contenido metálico de las piezas de plata o de cobre. Estas se desgastan en la circulación mucho más rápidamente todavía que las monedas de oro. Por tanto, su función monetaria es, de hecho, totalmente independiente de su peso, es decir, de todo valor. La existencia monetaria del oro se disocia radicalmente de su sustancia de valor.
Esto abre el paso a la posibilidad de que objetos relativamente carentes de valor, como un billete de papel, pueda actuar en lugar suyo con las funciones propias de una moneda. En las piezas metálicas de dinero, el carácter puramente simbólico aparece todavía, en cierto modo, oculto. En el papel moneda, se revela ya a la luz del día.
Aquí, nos referimos exclusivamente al papel moneda emitido por el Estado en curso forzoso y que brota directamente de la circulación de los metales.
En cambio, el dinero-crédito se halla regido por factores que por el momento, no tenemos por qué conocer, pues no afectan a la simple circulación de mercancías.
Diremos, sin embargo,…que del mismo modo que el verdadero papel moneda brota de la función del dinero como medio de circulación, el dinero-crédito tiene sus raíces naturales en la función del dinero como medio de pago. (pag.85)
Para encontrar una ley específica de la circulación de billetes, no hay más remedio que atenerse a su proporción representativa respecto al oro. Sin embargo, la masa de los medios que circulan en un país dado no es nunca inferior a un determinado minimum, que la experiencia permite establecer.
El hecho de que esta masa mínima esté formada por monedas de oro que cambian incesantemente, no afecta para nada, como es natural, a su volumen ni a su giro constante en la orbita de la circulación. Por eso se la puede sustituir mediante símbolos de papel.
Pero si hoy llenamos  con papel moneda todos los canales de la circulación, hasta agotar su capacidad de absorción monetaria, podemos encontrarnos con que mañana, a consecuencia de las fluctuaciones de la circulación de mercancías, el papel moneda rebasa los causes. Al llegar a este momento, se pierden todas las medidas.
El resultado es el mismo que si hubiese modificado el oro en su función de medida de precios. Por tanto, los valores que antes se expresaban en el precio de 1 libra esterlina, se expresan ahora en el precio de 2 libras esterlinas.
El papel moneda es un signo de oro o un signo de dinero. Sólo el hecho de representar cantidades de oro, que son también, como todas las cantidades de mercancías, cantidades de valor, es lo que permite al papel moneda ser un signo de valor. (pag.86)
Por eso, en un proceso que lo hace cambiar continuamente de mano, basta con que el dinero exista simbólicamente. Su existencia funcional absorbe, por decirlo así, su existencia material.
Lo que ocurre es que el signo del dinero exige una validez social objetiva propia, y esta validez se la da, al símbolo del papel moneda, el curso forzoso. Este curso forzoso del Estado sólo rige dentro de las fronteras de una comunidad, dentro de su órbita interna de circulación, que son también los limites dentro de los cuales el dinero se reduce todo él a su función de medio de circulación o de moneda y en los que…puede cobrar en el papel moneda una modalidad de existencia funcional e independiente al exterior de su sustancia metálica. (pag.87)

2 comentarios:

  1. Hola, Me gusta tu aporte y buen resumen pero podrías poner la cita bibliográfica y que ediccion es para ver la cita y complementar algo faltante, gracias

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  2. Mis felicitaciones más sinceras, elaborar de esta manera tan correcta un resumen, aunque sea de un solo capitulo de El Capital, no debio haber sido tarea fácil.

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